Bajo El Velo De La Ficción

Sombras en el agua

Venecia siempre había sido un laberinto de belleza y misterio, pero esa noche, mientras la niebla se arremolinaba entre los estrechos callejones, la ciudad parecía un escenario sacado de una pesadilla. Savannah Kessler apretó su abrigo contra el frío húmedo del aire, sintiendo una extraña inquietud que no podía explicarse. Había llegado a Venecia por el arte, por el cine, por las historias que habían llenado su vida de inspiración. Pero algo en la atmósfera de esa ciudad parecía desafiar su comprensión de la realidad.

El cartel de la firma de libros apareció casi como una trampa. "Lectura exclusiva: Alessandro Hawthorne. ¿Tienes la capacidad de ver todo lo que hay detrás?" Savannah frunció el ceño. Alessandro Hawthorne, el autor que todo el mundo veneraba y temía a partes iguales. Sus libros, oscuros y perturbadores, eran conocidos por borrar los límites entre lo ficticio y lo real. Sin embargo, lo que la atrajo no fue la fama del autor, sino el tono del mensaje, como si fuera dirigido a ella personalmente.

Dentro de la firma, el ambiente era pesado, casi claustrofóbico. Pocas personas ocupaban las sillas frente a una mesa improvisada. Alessandro estaba de pie, de espaldas, revisando notas bajo la tenue luz de un candelabro antiguo. Savannah sintió un escalofrío antes de que siquiera lo viera de frente.

Cuando finalmente se dio la vuelta, su mirada la atrapó de inmediato. Sus ojos eran insondables, casi como si escondieran siglos de secretos. Parecían observarla desde una profundidad que no correspondía a la de un simple ser humano.

-Tú debes ser Savannah -dijo él con una extraña seguridad, sin que hubiera forma de que conociera su nombre. El corazón de Savannah se aceleró al instante.

-¿Cómo sabe quién soy? -preguntó, más desconcertada que intrigada.

Alessandro levantó una ceja, con una ligera sonrisa que no llegaba a sus ojos. -Te he conocido desde antes de que llegaras aquí. Tú lo sabes, en algún rincón de tu mente. Nos hemos cruzado en historias que aún no han sido escritas.

Antes de que ella pudiera procesar esas palabras, él le tendió su último libro, una edición encuadernada en cuero negro, sin título en la portada. Savannah lo tomó, aunque la sensación en su mano fue como si hubiera aceptado algo más que un simple libro. Sentía el peso, no solo físico, sino de algo que no podía ver.

-La ficción es solo el principio -susurró Alessandro-. Venecia tiene sus propias historias, pero algunas de ellas nunca deberían ser contadas. ¿Estás lista para descubrir la tuya?

Savannah abrió la boca para responder, pero él ya se había girado, alejándose como si la conversación hubiera terminado. Aturdida, salió de la librería, el libro pesado bajo su brazo y la sensación de ser observada aún más intensa.

Al llegar a su apartamento, no pudo resistir la tentación de abrir el libro. Sin título, sin índice, pero lleno de una escritura que parecía familiar, aunque jamás la había leído. Las primeras páginas relataban una historia ambientada en Venecia. La protagonista era una joven que, como ella, había llegado a la ciudad buscando inspiración artística. A medida que avanzaba en la lectura, la narración se volvía más y más personal. Detalles de la vida de Savannah aparecían en el texto, desde los más triviales hasta los más íntimos, cosas que nadie podía saber.

Hasta que llegó a un pasaje inquietante.

Un sobre negro, deslizado bajo la puerta de su apartamento, la esperaba al amanecer. Dentro, una sola nota, escrita en una caligrafía que le resultaba conocida: Los ojos de Venecia están sobre ti, No mires detrás del velo, o lo que encontraras será peor que cualquier pesadilla.

Savannah dejó caer el libro, aterrorizada. Al mismo tiempo, un ruido suave, apenas audible, llegó desde la entrada de su apartamento. Con el corazón en la garganta, se acercó lentamente. Bajo la puerta, un sobre negro la esperaba.

Lo recogió con manos temblorosas y lo abrió. La nota dentro era casi idéntica a la descrita en el libro, salvo por una diferencia crucial: al final, había añadido una frase que no estaba en las páginas que acababa de leer.

Nos veremos esta noche, tus sueños...