💦Capítulo 10-Liberación💦

141 36 7
                                    

Desperté y Jimin estaba dormido a mi lado, su cuerpo relajado y su respiración suave

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Desperté y Jimin estaba dormido a mi lado, su cuerpo relajado y su respiración suave. Aprecié su delicado rostro que lucía impecable incluso con la baba escurriendo de sus labios. Me sentí afortunado de poder verlo así, de ser tan íntimos.

Comencé a acariciar su barbilla y de inmediato hizo muecas, frunciendo el ceño y apretando los labios. Luego, lentamente, abrió los ojitos y me miró con una sonrisa adormilada.

—Buenos días, mi amor —le dije en un susurro.

—Buenos días, bebé —respondió con voz ronca—. ¿Qué hora es?

—El reloj marca las dos —dije señalando el reloj en la pared.

—¿Tan tarde? —Se recargó en mi pecho abrazándome con fuerza, su cuerpo delicado contra el mío.

—Ajá... —Le regresé el abrazo, sintiendo su corazón latir contra mi pecho—. No quiero que te vayas.

—Tengo que hacerlo, Jungkook —dijo con una voz llena de pesar—. Pero recuerda que regresaré por ti, pronto.

Me miró con intensidad, sus ojos brillaban con una promesa que me hizo sentir seguro y amado.

—Te amo —susurré.

—Yo también te amo —respondió con sinceridad.

Se sentó en la cama, estirando su cuerpo y bostezando. Me miró una vez más, sonriendo, antes de levantarse y comenzar a vestirse.

—Espera —le dije, deteniéndolo—. No te vayas aún.

—¿Qué pasa? —preguntó, volviéndose hacia mí.

—Nada —dije, sonriendo—. Solo quiero mirarte un poco más.

Sonrió y se acercó a mí, besándome suavemente en los labios.

—Te amo —dijo de nuevo, antes de tomar su ropa y comenzar a vestirse.

Yo no le contesté, me quedé serio, mirando cada movimiento que hacía, cada gesto, cada sonrisa. Iba a extrañarlo, mucho. La idea de estar separados de nuevo era insoportable.

Pero sabía que tenía que marcharse. Tenía que cumplir con sus obligaciones, con sus responsabilidades. Y yo no podía ir con él, no podía dejar la prisión.

Así que me limité a mirarlo, a absorber cada detalle de su rostro, de su cuerpo. Quería recordarlo así, siempre.

Finalmente, llegó el momento de la despedida. Nos miramos, nuestros ojos se encontraron y se sostuvieron durante un momento eterno.

—Tengo que irme —volvió a decir.

—Lo sé —respondí, sintiendo que mi corazón se estrujaba.

Nos acercamos el uno al otro, nuestros labios se encontraron en un beso apasionado, desesperado. Nos dimos muchos besos más, como si quisieran durar para siempre. También nos abrazamos con fuerza, como si quisiéramos fundirnos en uno solo. Luego, lentamente, nos separamos.

El rostro de la vergüenza ||KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora