Capítulo 1: El Legado de la Muerte

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Harry Potter siempre había sabido que su destino estaba inevitablemente ligado a la muerte. Desde la primera vez que escuchó la historia de las Reliquias de la Muerte, algo dentro de ella -sí, ella, porque Harry era Harriet, aunque pocos sabían su nombre completo- había resonado profundamente. Las reliquias eran poderosas, y aunque siempre había temido su influencia, también las había utilizado en su batalla final contra Voldemort.

Sin embargo, después de la guerra, Harriet no podía encontrar la paz. La sensación de que había algo más que no comprendía, un misterio sin resolver, la atormentaba día y noche. El manto de la invisibilidad, la piedra de la resurrección, y la varita de saúco la llamaban, susurrando secretos que solo la Maestra de la Muerte podía escuchar.

Una noche, mientras caminaba sola por los terrenos de Hogwarts, el aire frío acariciando su piel, Harriet sintió una presencia. No era hostil, pero era antigua y llena de poder. En lo profundo del Bosque Prohibido, el lugar donde tantas veces había encontrado respuestas, se detuvo al escuchar su nombre.

"Harriet Potter," una voz grave y profunda habló desde las sombras.

El corazón de Harriet se detuvo por un momento. No era una voz cualquiera. Era él, la Muerte misma. El manto de la invisibilidad tembló ligeramente bajo su brazo, y la varita de saúco vibró en su bolsillo. Con un gesto nervioso, Harriet tocó la piedra de la resurrección colgada alrededor de su cuello.

"Has reunido las Reliquias," continuó la voz. "Eres su Maestra. Pero hay algo más que puedes hacer, algo que aún no comprendes."

Harriet tragó saliva, su boca seca por el miedo y la anticipación. "¿Qué es lo que me falta?"

"El tiempo no es una barrera para quienes conocen los secretos de la muerte," dijo la figura oscura que comenzó a tomar forma ante ella. "Tienes el poder para enmendar errores del pasado. Para corregir injusticias. Para salvar a aquellos que fueron condenados por el destino."

Los ojos de Harriet se abrieron. Su mente inmediatamente pensó en todas las vidas que se habían perdido, pero una en particular surgió: Regulus Black. El hermano de Sirius, quien había intentado derrotar a Voldemort desde dentro, pero había muerto antes de poder completar su misión. Harriet siempre había sentido una extraña conexión con Regulus, como si su sacrificio no hubiera sido en vano.

"¿Puedo salvarlo?" preguntó, su voz apenas un susurro.

"Sí," respondió la Muerte. "Pero el camino no será fácil. Deberás enfrentarte a tus propios miedos, y en el proceso, descubrirás verdades que no esperas."

Antes de que Harriet pudiera responder, el mundo a su alrededor comenzó a girar. Todo se volvió borroso, y su cuerpo fue envuelto por una luz blanca cegadora. La sensación de vértigo era abrumadora, pero no había miedo, solo una certeza de que debía hacer esto. Cuando el torbellino cesó, Harriet se encontró en un lugar familiar, pero extrañamente diferente.

Estaba en Grimmauld Place, pero no en el tiempo que conocía. Las paredes estaban menos gastadas, y el aire estaba impregnado de una energía vibrante. Miró hacia abajo y notó que su ropa había cambiado; ya no llevaba su túnica habitual, sino un vestido sencillo, como si la magia misma hubiera ajustado su apariencia para encajar en esta época.

Justo cuando comenzaba a procesar dónde estaba, una voz resonó desde el pasillo. Era joven, pero firme.

"¿Quién eres tú? ¿Qué haces en mi casa?"

Harriet giró lentamente, y ahí estaba él: Regulus Black, mucho más joven que en las fotos que había visto, pero sus ojos, oscuros y llenos de intensidad, eran inconfundibles. Harriet sintió un nudo en el estómago al verlo, pero también algo más. Algo profundo y visceral. Algo que solo podía describirse como una conexión.

"Soy... alguien que viene a ayudarte," respondió Harriet, con la voz firme pero los nervios revoloteando en su interior.

Regulus la observó con desconfianza, su varita levantada, pero algo en ella lo hizo bajar la guardia ligeramente.

"¿Ayudarme? ¿De qué estás hablando?"

Harriet respiró hondo. No podía decirle todo de inmediato. "Sé lo que estás haciendo. Sé lo que planeas con el horrocrux de Voldemort. Y estoy aquí para asegurarme de que no mueras por ello."

El rostro de Regulus se endureció. "¿Cómo sabes eso? Nadie sabe lo que planeo."

"Yo lo sé," dijo Harriet, dando un paso hacia él. "Y puedo ayudarte a tener éxito. Puedo ayudarte a destruirlo... y a sobrevivir."

Los ojos de Regulus se encontraron con los de Harriet, y por un momento, el tiempo pareció detenerse. Había una extraña sensación de familiaridad en el aire, como si sus almas se hubieran reconocido en ese instante, a pesar de nunca haberse visto antes. Harriet sintió que algo más profundo se entrelazaba entre ellos, algo que nunca había sentido antes.

Era como si, en ese momento, supiera que el destino la había traído aquí no solo para salvarlo, sino porque Regulus Black era su alma gemela, y su historia juntos apenas estaba comenzando.

Pero, ¿podrían desafiar al destino y cambiar el curso de la historia, sin pagar un precio aún mayor?

Harriet no lo sabía, pero estaba dispuesta a descubrirlo.

Una Potter y un Black??Donde viven las historias. Descúbrelo ahora