I

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— Vaya hasta que vienes ¿Que se supone que hacías, mh? —cuestionó una mujer que se hallaba en pijama.

— Él jefe me dejó más trabajo de lo debido, por eso llegué tarde. —liberándose de su corbata, el hombre dejó su maleta en el sofá, dispuesto a dormir.

— Tú no me vas a dejar con la palabra en la boca. —sujetándolo del antebrazo, la fémina impidió que su marido subiera por las escaleras.— ¿Estuviste con otra, verdad?

— Yubin, no empieces. —susurró el hombre en voz baja— Ya mañana me reclamas todo lo que tú quieras, ahora estoy muy cansado.

— Pero yo no. —usando la fuerza, la mujer logró que el alfa se bajara de las escaleras— Quítate la camisa.

— Yubin...

— ¡Quítate la camisa, no lo voy a repetir!

Frunciendo el ceño, el hombre intentó que la mujer entrara en razón.

— Yubin... El niño está durmiendo, por una vez en tu vida evita que el cachorro se despierte.

— ¡Y a mi que carajo me importa! ¡Quiero que te quites la camisa ahora mismo, o te vas de la casa!

Suspirando y viendo que era recomendable que hiciera caso a su mujer ‐como siempre lo hacia- el alfa procedió a sacarse la camisa.

— ¡Lo sabía! —sosteniendo la camisa, la mujer se lo arrojó en el rostro.

— ¿¡Ahora que hice?!

— ¡Tu camisa tiene labial de otra zorra! ¡Sabía que me estabas engañando, pero esto no se va a quedar así! —dirigiéndose a la puerta, la omega habló— ¡Lárgate!

— Yubin...

— ¡LÁRGATE INFIEL!

— P-papá... —de pronto una vocecita angelical se escuchó por las escaleras, llamando la atención de sus padres.

— Cachorro. —caminando en dirección a su hijo, el alfa abrazó al pequeño— ¿Que haces despierto? Ve a dormir ¿si?

— No toques al niño, vete de la casa ahora mismo. —demandó la mujer, tomando al pequeño omega del brazo, haciendo que este gimiera de dolor.

— Es mi hijo, no me puedes prohibir.

— Vete. —repitió la mujer tercamente— Y no vas a volver a esta casa hasta que te disculpes correctamente.

Conociendo a la mujer, y sabiendo perfectamente que esta no daría su brazo a torcer, suspiró y tomo sus cosas.

— Está bien. Me voy. —volviendo a mirar a su primogénito, el hombre le dio un beso en la frente— Volveré mañana ¿Está bien?

— S-si papá. —con una voz casi audible, el pequeño Taehyung de siete años, asintió a las palabras de su progenitor.

Sin nada más que decir, el alfa pasó a retirarse, provocando que la mujer riera en el proceso.

— ¿Viste lo que hice? —después de cerrar la puerta, Yubin observó al niño que se encontraba sentado en las escaleras— Lo boté porque llegó tarde.

— N-no debiste botarlo. —con su pijama de osito que cubría casi toda sus manitas, Taehyung bajó la cabeza— Le hará frío.

— Eso no debe importarnos —caminando en dirección al niño, la mayor lo alzó del mentón— Primera regla, Taehyung. Jamás permitas que tu alfa llegue tarde por las noches.

— Pero yo no tengo alfa, soy pequeño aún...

-— Eso ya lo sé. —rodando los ojos, la mujer resoplo— Te digo esto para que te sirva en tu futuro. Los omegas no somos tontos ¿Entendiste?

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⏰ Última actualización: Oct 29 ⏰

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