Nos encontrábamos en una guerra por el poder del beso.
Una guerra la cual claramente Heeseung ganó.
Sus labios eran suaves y cálidos, lo que hacía que contrastaran perfectamente con los míos. Nuestro alrededor desapareció, parecía que en ese momento sólo existíamos nosotros dos en la habitación.
Nuestros cuerpos se friccionaban el uno con el otro en cada movimiento que hacíamos, haciendo que todo sea aún más excitante y placentero.La temperatura de la habitación empezaba a subir.
— Por favor... — Decía entre el beso. — Por favor, Hees... — Yo suplicaba.
Heeseung se acercó al lóbulo de mi oreja y me susurró con su voz más suave: — ¿Qué pasa, bonito?
— Por favor...
Esas tres palabras eran lo único en lo cual mi mente podía pensar y lo único que mi boca podía pronunciar.
— Dime lo que necesitas y te lo daré, hermoso.
— Fóllame.
Vi como la mirada de Heeseung se oscureció y su mandíbula se tensó.
Sólo se veía aún más jodidamente caliente y atractivo.Heeseung mostró sus hoyuelos con una sonrisa maliciosa y me dijo con toda la dulzura del mundo: — Pero primero me vas a montar.
Mi mente quedó en blanco por unos segundos, yo no procesaba ni entendía a lo que él se refería y él tampoco se tomó el tiempo de explicarlo. Él simplemente envolvió sus brazos en mi cintura y me puso sobre su regazo, luego él se dejó caer en el colchón de la cama, ahora dejándome sentado sobre sus muslos.
Desde esta altura podía ver y apreciar cuán hermoso era él; su piel era resplandeciente, sus ojos brillaban como dos luceros y sus labios estaban pintados de un rojo intenso. Sus hoyuelos sólo se burlaban de mi. Pero yo no parecía quedarme atrás, mi cabello estaba hecho un lío y mis labios aún sentían lo caliente de su aliento.Él parecía sereno, como si hace rato no hubiera estado comiendo mi alma. En cambio yo quería morder su piel y pasar mi lengua por toda su mandíbula.
Pero a pesar de que Heeseung seguía exudando poder, se veía como si el diablo se haya disfrazado de ángel.— Fóllate. — Nuestras miradas se conectaron. — Móntame, bonito.
A pesar de que Heeseung se veía tranquilo, él aún estaba recuperando el aliento, así que eso me hizo sentir menos avergonzado de mi respiración irregular y de lo acelerado que latía mi corazón.
Mis labios estaban hinchados. Mis labios temblaban de emoción.
Con dedos temblorosos, me acerqué a su entrepierna, arrastrándome sobre su cuerpo y sentándome a horcajadas sobre él. Heeseung acarició mis costados con sus manos, sus grandes manos hacían que mi cintura se vea aún más pequeña. Pero él no se detuvo justo ahí, él fue más allá. Llegó a mis glúteos y los amasó a su antojo.
E inesperadamente metió dos dedos a mi entrada y yo me estremecí. — Sigues apretado. — Heeseung suspiró y retiró sus dedos.
Me acomodé y me puse sobre mis rodillas, una a cada lado de su cadera; con confianza agarré su pene y sentí el grosor calentar mi mano. Dejé que todo pensamiento que rondaba por mi mente se desvaneciera, sólo me concentraba en él.
En Heeseung. En empezar a caer perdidamente por la parte humana de Venom.
Lentamente acerqué la punta de su pene a mi entrada, pensando si iba a poder lograr tomar todo. Tanteando terreno. Respiré hondo y empecé a descender lentamente, sentía como abría paso dentro de mi abusada entrada, dejando un ardor en el proceso.