Capitulo 4

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Despertó, él, alto y encorvado como siempre. Café jugo todo igual, lo único que había cambiado es la casa. Esa no era su casa, era mas moderna y con artiligios extraños, puertas de roble pintado y altos techos de madera que acogían cómodamente insectos despreocupados.
Elias se desespero. ¿Como podía ser que no este en su casa? Busco un teléfono, miro por la ventana, todo estaba igual afuera como si hubieran intercambiado su casa anterior sin que el se de por enterado. Se vistió asustado y mirando a todos lados y salio al colegio apurado trantando de entender por el camino que estaba pasando. Llamó a su tía, mientras cruzaba por el empedrado, una mujer histérica y de rojizo y despeinado cabello. Ella no entendía de que hablaba su sobrino, casas que cambian, maquinas, definitivamente se estaba volviendo loco y por esa razón corto el teléfono sin darle demasiada importancia.
Elias llego de mañana al colegio casi corriendo y tomo del brazo a Pía tan abruptamente que ella pego un chillido agudo.
Lo raro de todo esto, dijo, es que no había nadie en mi "nueva" casa Pia ni Luchas estaba.
Ella reía vagamente pero al ver la cara pálida de susto de Elias lo abrazo tan fuerte que él por un momento olvido todo lo demás.
Ambos, sin entrar al colegio fueron hacia la casa de él, la moderna y marrón casa nueva. Abrieron la puerta y sus caras llenaban la habitación de intriga. Todo estaba igual. Pía medio enojada le dijo a Elias que esos chistes no eran graciosos y se fue cerrando a su paso la puerta de golpe. Lo que ella no sabia era que en realidad Elias seguía viendo la casa tal como en la mañana, alta y fría.
Piedra se miro los muslos ya que le venían doliendo desde que empezó a correr hacia el colegio y se impacto de terrible sorpresa, sangraban, todas sus cicatrices abiertas como si la misma sangre hubiera explotando en su interior. Tomó una servilleta y se envolvió lo mejor que pudo en aquel momento, sin dudarlo trato de llamar a Lucas pero no contestaba, mierda, pensaba.
Volvió al colegio ya casi amaneciendo y otra vez. Otra vez todo había cambiado, puertas altas de roble pintando igual que en "su casa" y techos de madera, artefactos automáticos, ascensores y luces. Corrió sin ninguna dirección al interior del edificio hasta su aula, bancos y sillas de metal todo demasiado cuidado y nuevo. Parecía como si solo él viera estas cosas, los demás actuaban con naturalidad como si fuese una especie de chiste... Un chiste, claro, eso tiene que ser jajaja. Muy bueno realmente, pero no quería arruinar la sorpresa así que seguí con una vaga actuación haciendo como que enloquecía para complacer a mis dormidos amigos. Gracias a dios que es un chiste.

No saben si existeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora