Clima húmedo, las hojas secas de los árboles acompañaban al viento que chocaba contra el suelo y el rostro de las personas.
El atardecer era de colores cálidos y la brisa empujaba su largo cabello hacia atrás. La piedra que Tomura llevaba pateando desde hace un buen rato había tocado la entrada de la casa de los Todoroki.
Había pasado una semana desde que Dabi no iba a sus consultas, exactamente justo después de que a su consultorio llegara una caja de zapatos forrada torpemente con periódico, que contenía un corazón humano. No hay que ser un genio para saber de qué el corazón en la caja era del mismo hombre que Tomura había mandado a casa de Dabi.
A Tomura le pareció peculiarmente tierno. No había pasado una hora cuando el corazón ya había sido atesorado en un frasco de vidrio en un anaquel de su oscura habitación.
<<"En realidad tenía curiosidad. Ya sabes... él... tú...">>
Las palabras de Kathy no lo habían dejado en paz desde que salieron de la imprudente boca de la pequeña. Se había reunido con ella como se había acordado, pero lo único que obtuvo fueron excusas, y de las más baratas. Ella ya había entregado el dinero de la mercancía.
Tomura alzo la mirada, no había un auto lujoso en el estacionamiento, por lo que asumió, el padre no estaba en casa. Tomo la pequeña piedra del suelo y la dejo justo en la entrada de la casa.
Exploro con sigilo el exterior de la casa, encontrando una base perfecta para treparse hasta el tejado. Sentando, perdiendo su mirada en el atardecer, creo que era uno lindo, pero solo era un punto fijo donde mirar mientras su mente seguía dándole vuelta a las palabras de Kathy <<"Ahora tendrás que ir a verlo" "Ya sabes... él... tú..." >>. De pensarlo se le revolvía el estómago. Paso su mano sobre su rostro cansado y suspiro. Últimamente había suspirado mucho, en serio, demasiado.
El viento seguía soplando, comenzaba a traspasar la tela de su sudadera. Tomura prendió un cigarro para calentarse, calo un poco y conservo el humo en su boca por un rato, soltó poco a poco el humo del cigarro. Pensó que ya estaba ahí, solo debería entrar y reclamar su dinero, pero no quería hacerlo.
—Nunca había pensado tanto algo
Susurro y se recostó en el tejado con los brazos extendidos.
Escucho el rechinar de una ventana y solo frunció el ceño y cerro los ojos, sabía la cara de quién iba a ver.
Sintió como le arrebataban el cigarro de los dedos y escucho el disturbio de las tejas a un lado de él indicándole que se había sentado.
—¿Qué haces aquí?
Resonó con delicadeza una voz conocida. Tomura abrió los ojos y vio a Dabi calar del cigarro.
—No has ido a tus consultas, vine a avisarle a tu papi
Soltó con presa Tomura. Dabi lo miro con una sonrisa que Tomura correspondió. Era demasiado, así que Tomura miro al cielo. Hubo un silencio compartido por un rato.
—Devuélveme mi dinero
Tomura se levantó y se estiró un poco, Dabi aún tenía el cigarro en su mano, así que se lo paso a Tomura, quien lo recibió dándole otra calada.
Se agachó nuevamente solo para dejar salir el humo en la cara de Dabi, quien pudo sentir el ardor en sus ojos, pero no se movió.
—¿Qué me vas a hacer?
Cuestiono Dabi, casi retándolo. Tomura frunció su entrecejo, y saco de su bolsillo una pequeña daga: —Lanzarte esto que no le pude lanzar a ella
Ambos rieron. Ya estaba anocheciendo, y Tomura no pudo distinguir cuando es que ese cálido color naranja se difuminó en un pacífico azul oscuro.
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