O2.

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La cafetería del colegio se encuentra en su barullo habitual; al fondo, en la mesa más alejada de la sala, se ubica un dúo singular de amigos. Un rubio platinado y un azabache natural, quienes son marginados de lo que sea que esté ocurriendo en ese lugar. Enormes paredes que contienen herméticamente secretos, confesiones y chismes adolescentes. Incluso Sunoo aporta leña al cotilleo del almuerzo. Su único amigo, el cual ha estado comiendo sus papas fritas mientras le escucha, no parece tan interesado en saber quién o qué le regalaron a su amigo. Park Jongseong era un chico de 17 años, que por desfortunios de la vida había tenido que repetir cursos completos debido a su personalidad problemática y altanera. Personalidad que se apaciguo cuando conoció al azabache frente a él, quien se volvió su amigo de una peculiar forma.

Aunque esa es otra historia.

—Te lo juro, hyung—trataba de hacerle entender el azabache, mientra hacía exagerados ademanes con el propósito de ser escuchado—Nadie vió, está es la segunda semana donde las gomitas aparecen. A veces con notas, a veces sólo la bolsita bien adornada... es extraño—musitó desgastado, porque cada vez que lo contaba nuevamente, se desanimaba más. Sunoo quería saber la identidad de aquella persona quien le arrancaba sonrisas cada mañana.

—¿Extraño? Es estúpidamente cliché—le señaló con una de sus papas bañada en salsa de tomate, haciendo notar su inconformidad—No importa de quien se trate, seguramente debe ser un romántico empedernido de esos ñoños que escriben poemas en sus libretas y se pajean viendo a la profesora de cálculo, porque son más vírgenes que el aceite de oliva. Debes ser su capricho o fetiche, ya se le pasará—explicó con diversión, viendo la expresión de su amigo deformarse por el disgusto. No lo decía totalmente en serio, aunque siempre podía haber algo de verdad en sus palabras ¿no?

Sunoo suspiró rendido, pensando en la enorme posibilidad de que Jongseong tuviera razón. Es decir, sonaba lógico. Había idealizado a su admirador para su conveniencia, pensando en un príncipe azul de ensueño, porque sí, Sunoo supo desde el inicio que no quería salvar a la tonta princesa. Él quería ir a caballo con otro príncipe. Y ahora no estaba seguro de querer quitarle el anonimato, por miedo de quebrar sus propias expectativas. La burbuja explotó frente a su rostro, y ahora el jabón ardía en sus ojos.

Finalmente para distraerse del pensamiento, decide salir de la mesa que había estado compartiendo con su amigo para ir a dejar su basura del almuerzo. Sin embargo, su mente sigue trabajando en el dilema bajo el seudónimo "002".

¿Y si el rubio tenía razon con el fatídico escenario que planteó? ¿Y si se equivocaba? ¿Y si era una chica? Incluso, podría ser un chico caballeroso.

Y si... Y si... Y si...

Sunoo decidió que realmente no le importaba, mientras fuera una persona amable y con un gran carisma.

—Fíjate, idiota—es hasta ese momento que su reflexión se hace añicos sobre él, y un pelirrojo brillante aparece en su vista panorámica.

—Fue un accidente, Park—balbucea el azabache, sin intenciones de iniciar una discusión. No se siente apto para pensar en insultos justo ahora.

—Fii in iccidinti—le arremeda con burla, peinando sus hebras carmesí. Lazándole segundos más tarde una evidente mirada de arrogancia y mofa—Siempre tan inútil—canturrea el pelirrojo con claras intenciones de molestarlo.

Sunoo entorna los ojos con fastidio, tampoco le parece algo nuevo. El chico frente a él ha tratado de hacerle la vida imposible desde el sexto grado, de hecho, ya se había tardado en sacarle de quicio.

—Y tú siempre tan imbécil—gruñe el menor, sin intenciones de armar una riña con su también compañero de clase.

—¿Qué dijiste? —pero al parecer su rival le escucha, por lo que ahora espera una justificación a su ofensa, mientras enarca una ceja y se cruza de brazos.

No planeaba enfrentarse con él, estaba cansado de esa rutina. De hecho, esperaba que el pelirrojo madurara y dejaran eso en el olvido. Sin embargo no parece poner de su parte, así que gira sobre sus talones y decide enfrentarlo.

—He dicho que eres un gran compañero de clases, ¡imbécil!—sólo algunos transeúntes alcanzan a escuchar su penosa discusión, al azabache no le importa ni un poco cuando le muestra su lengua de forma infantil. Haciendo sonreír de medio lado al pelirrojo.

—¡Estúpido feto!—exclama con el único propósito de fastidiarle aún más.

—¡Vagabundo!

—¡Rata!

—¡Indigente!

—¡Eres insoportable, idiota!—exclamaron sintonizados, llamando la atención a más de un estudiante. Aquello dió fin al encuentro, siempre terminaba ahí antes de que ambos dieran media vuelta y siguieran con sus labores.

—Mocoso—murmuró Park en modo de despedida, antes de pasar junto a él chocando su hombro con indiferencia.

Sunoo resopló con suma indignación, regresando hasta su sitio frente a Jongseong. Park Sunghoon era la definición de "odioso", ansiaba tanto terminar curso para no tener que verle nuevamente.

—¿Otra discusión absurda con Park?—intuyó el rubio cuando le vió llegar bufando y lanzando maldiciones en voz baja.

—Es un odioso, no lo tolero—vociferó, quitándole su última papa frita mientras masticaba con sumo desdén. Jongseong prefirió no quejarse, su amigo enojado no era alguien con quien deseara discutir—Me molesta desde el sexto grado, simplemente me odia—se quejaba, viendo la cabellera pelirroja salir de la cafetería como si nada hubiera pasado minutos atrás.

—Ve el lado amable—el rubio palmeo su hombro, amigable.

—¿Cuál? —lanzó un cansado suspiro, prestándole su atención.

—El sentimiento de desagrado es mutuo—comentó en tono confidencial, como si su odio fuese un secreto. Toda su aula lo sabía, así también como todos aquellos quienes les hayan visto discutir.

Sí, el sentimiento era totalmente mutuo, pero ¿Por qué le detestaba tanto? No recordaba haberle hecho algo lo suficientemente malo para ello, y en su lugar se ganaba apodos y burlas ¿Acaso no se cansaba?

Sólo podía pensar que pronto saldría de esa pesadilla, y estaría en un bachillerato a kilómetros de distancia de Park Sunghoon a.k.a Idiota Park.

Love Gummy | SS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora