O1.

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La ventisca matutina despeina con descaro al azabache que corre como si su vida dependiera de ello. Esta no ha sido la mañana favorita de Kim Seonwoo, ninguna en realidad, mucho menos cuando iba con minutos de retardo hacia sus clases. Los finales del verano no parecen especialmente benevolentes con aquel azabache que corre con destino a su primer día de clases, sí, Kim Seonwoo llegará tarde en su primer día.

Bien hecho, Kim se autorecrimina.

Sunoo está yendo tras su último curso de la escuela media, a sus 14 años no puede ni siquiera colocar una alarma pero sus padres comienzan a presionar acerca de sus planes futuros.

¿Cómo presionas a un puberto que está corriendo hacia el colegio por despertar tarde en su primer día de clases?

Simplemente no hay motivo.

Sunoo corre a toda velocidad, con la convicción de cruzar la puerta de su aula justo a tiempo. Su cabello está hecho un desastre, y cerca de la tercer cuadra que comenzó a sudar, pero no se rinde. Nunca lo hace.

Está tan cerca.

¿Podrá lograrlo? ¡Sí!

Siempre odió ser el centro de atención, pero por algún motivo siempre conseguía hacerse notar. Mejor dicho, avergonzarse así mismo. Todas las miradas se posan en él cuando ingresa en el aula con una sonrisa triunfal y sus brazos extendidos en señal de victoria.

Mierda.

Enseguida guarda la compostura y camina silencioso hasta su pupitre, preguntándose la razón de su desdicha diaria. Bien, estaba siendo dramático. Sin prestar demasiada atención a sus actos, tomó asiento al frente de la última hilera de butacas oxidadas. Fue hasta que soltó todo el aire retenido debido a la vergüenza, que alzó la mirada, una reluciente bolsa de celofán atada con un moño lila llena de ositos de goma formando un arcoiris reposaba sobre su pupitre. La mirada del azabache se iluminó tan sólo de verla, no seguiría viviendo de no ser por las golosinas, en especial las gominolas.

Ladeó la cabeza confundido. ¿Eran para él? Bueno, estaban en su pupitre pero podría haberlas olvidado alguien.

Miró a sus lados, pero todos estaban ocupados hablando entre sí. El azabache nunca fue bienvenido a esa burbuja social.

—Psst~ psst~—intentó llamar la atención de su compañero del costado, Jihoon.

El chico estaba buscando dentro de su mochila, alzando la mirada hasta dar con el azabache quien pedía su atención.

—¿Viste quién dejó esto aquí? ¿O tal vez las olvidó alguien?—preguntó señalando el obsequio sobre su banca, pensó que podría ser una confusión pero él había usado esa banca desde años atrás.

Park Jihoon analizó el objeto en cuestión, regresando la mirada hacia el menor de su clase.

—¿Por qué no lees la nota?—cuestionó inexpresivo, sin ser del todo grosero—Y no, no vi nada. Cuando llegué, ya estaban ahí.

—¿Huh? ¿Nota?—fue hasta ese momento que el azabache se permitió mirar a detalle el regalo, dando con un post-it rosa pastel. El cual tomó entre sus pálidas manos y leyó atentamente.

❝ Amar puede ser mágico.
Pero lo mágico siempre es una ilusión.
¿Puedes dejar de ser como un sueño para mí? ❞
OO2.

Sunoo frunció el ceño, sin sentir que entendía las palabras de forma adecuada, creyendo que podían tener más significado del que su cerebro alcanzó a procesar en primera instancia. Aquellas palabras contenían más de lo que se podía leer a simple vista, como si escondiesen un profundo secreto, no sólo una simple identidad persiguiendo el anonimato. No, Sunoo sentía que escondían muchísimo más.

¿Puedes dejar de ser como un sueño para mí? ¿Era eso un tipo de confesión? ¿Un halago? ¿Un reclamo?

El azabache no lo sabía, prefirió no indagar. Solamente sonrió por lo bajo, sintiendo sus mejillas teñirse de un tenue rosado. Nadie le había dicho algo lindo en su vida, mucho menos le habían regalado golosinas.

¿Tenía un admirador?

Love Gummy | SS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora