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— ¡Levántate, tía! —gritó Moha desde la sala, como todas las mañanas, su voz resonando por todo el apartamento.
Abrí los ojos con esfuerzo, pero esta vez no fue solo el dolor habitual en el pecho lo que me molestaba, sino que sentía la nariz congestionada y la cabeza embotada. Respirar por la boca me hacía sentir aún más agotada, y el peso en mi pecho era más intenso de lo que recordaba. Suspiré, colocando mi mano sobre el pecho como un reflejo. Sentía cómo cada latido retumbaba bajo mis dedos. El dolor era constante, y con el resfriado, parecía amplificarse.
— ¿Te vas a levantar o te hago el desayuno en la cama? —bromeó Dela desde el pasillo, su voz llena de energía, mientras yo intentaba mantenerme en pie.
— Ya voy... —respondí con voz ronca, llevándome de nuevo la mano al pecho, intentando aliviar el dolor, aunque sabía que no servía de mucho. Estaba acostumbrada a esa presión, pero hoy se sentía más pesada de lo normal. Me tomé un momento antes de salir de la habitación, esperando que el mareo desapareciera, pero la sensación no mejoraba.
Al salir, me encontré con Morad, que ya estaba esperándome en la puerta.
— ¿Qué pasa, Leila? —preguntó, observándome con esos ojos atentos que siempre tenía cuando algo iba mal.
— Solo es un resfriado... —intenté sonar despreocupada, pero él ya había notado mi mano en el pecho. Su mirada se desvió hacia mis dedos, que instintivamente presionaban el área sobre mi corazón.
— No es solo el resfriado, ¿verdad? —dijo en tono bajo, sin quitarme los ojos de encima.
— Tranquilo, Morad. Estoy bien. — Intenté sonreír, aunque sabía que no lo convencería. Mi mano seguía allí, apretando levemente como si eso pudiera reducir el dolor.
— Vigílate, no quiero que te pase nada —respondió antes de irse hacia la cocina, pero no dejaba de mirarme de reojo.
Llegué a la cocina despacio, sintiendo cómo cada paso hacía que el dolor aumentara ligeramente. El olor del café me despertó un poco, pero la presión en mi pecho no se iba. Me senté con cuidado, tomando aire como podía a través de la congestión.
— Pareces fatal —dijo Beny desde la esquina, observándome mientras yo llevaba de nuevo la mano al pecho, esta vez sin disimular. Sabía que él lo había notado. — ¿Segura que deberías salir hoy?
— Estoy bien... —mentí, bajando la mano lentamente, aunque el dolor no cesaba. Beny sabía que algo no andaba bien, pero no me presionó, solo me miró con esa expresión preocupada que siempre intentaba disimular.
— Hoy salimos, ¿no? —preguntó Central desde el fondo de la cocina, sin notar lo que estaba pasando.
— ¡Claro! —respondió Dela, ignorando también mi estado. — Aunque Leila tiene cara de que se va a desmayar solo de salir por la puerta.
— Yo puedo con esto —dije, intentando sonar convincente, pero apenas había terminado la frase cuando tuve que apoyarme en la mesa. Mi mano, casi de manera automática, volvió a presionar mi pecho, como si eso pudiera controlar el dolor que se intensificaba a ratos.
Morad, que estaba junto a la cafetera, me observaba sin decir nada, pero sabía que estaba evaluando cada uno de mis movimientos.
Salimos de casa como siempre, el grupo caminando juntos por el barrio, hablando de tonterías y saludando a la gente. Pero yo iba más despacio. El aire fresco debería haberme ayudado, pero solo me hacía sentir más débil. Mi respiración se hacía más pesada con cada paso, y la presión en mi pecho se volvía casi insoportable. Me llevé la mano al pecho de nuevo, como si eso pudiera protegerme del dolor que se intensificaba.
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¿Que dirá?
FanfictionLeila la hermana pequeña de morad y Aiman q vive en Madrid con su padre ya q su madre esta en marruecos cuidando de su abuela. una vez una apuesta de su padre fue mal...