La mañana siguiente amaneció gris y nublada, como si el cielo reflejara mi estado de ánimo. Desperté en mi habitación, sintiendo que el peso de la noche anterior aún se sostenía sobre mí. La presión en el pecho persistía, como un recordatorio constante de mi vulnerabilidad. Me incorporé lentamente, el mareo aún presente, pero menos intenso que el día anterior. La sensación de estar atrapada en un ciclo de preocupaciones y temores me oprimía el pecho.
—¡Leila! —gritó Moha desde la sala, interrumpiendo mis pensamientos. Su voz resonó por todo el apartamento, llena de energía, como si no supiera lo que había ocurrido el día anterior.
—¡Ya voy! —respondí, aunque el eco de mi propia voz sonó apagado en mis oídos. Aún me costaba levantarme de la cama, pero sabía que los chicos me estaban esperando, y no quería darles más motivos para preocuparse.Al salir de mi habitación, encontré a Dela y a Central riendo en la cocina, mientras Morad preparaba café. La luz tenue de la mañana entraba a raudales por la ventana, pero no lograba iluminar el oscuro nubarrón que sentía en mi interior.
—Buenos días, enana! —dijo Dela, con esa chispa que siempre la caracterizaba.
—Buenos días —respondí, tratando de forzar una sonrisa. Aunque el resfriado me seguía molestando, el dolor en el pecho parecía un poco más manejable esta mañana.
Morad se volvió hacia mí, su mirada llena de preocupación.
—¿Cómo te sientes hoy? —preguntó, su tono suave pero directo.
—Un poco mejor, creo —dije, buscando convencerme a mí misma más que a él.
Beny apareció en la puerta, con su mirada fija en mí, como si pudiera ver más allá de mis palabras. El momento se volvió incómodo, y decidí cambiar de tema.
—¿Qué hay para desayunar? —pregunté, intentando distraerme.
—Tostadas y café, hoy se ha despertado dela a hacernos el desayuno —dijo Morad, sirviendo una taza—.
- pues nada morad criticas mi desayuno otra vez y para la próxima vez te lo haces tu- dijo dela
- oye pues a mi me gusta tu desayuno ehhh enserio - el rio por mi comentario- no enserio lo digo
Me senté a la mesa, tomando un sorbo de café caliente, intentando recordar el sabor reconfortante que me solía ofrecer. Sin embargo, la comida me parecía insípida, y mi apetito se había desvanecido por completo.
Después de desayunar, los chicos decidieron salir a dar una vuelta por el barrio. La idea de pasar tiempo al aire libre sonaba agradable, pero también me aterraba. Sabía que no podía permitir que el miedo dominara mis decisiones, pero las ultimas veces q salí acabaron mal y no quiero ser una molestia pero dicen q si no voy ellos tampoco van, así que, con un profundo suspiro, acepté acompañarlos.
El aire fresco me recibió cuando salimos de casa. El cielo seguía nublado, pero el barrio tenía un brillo especial, lleno de vida. Dela comenzó a hablar sobre un nuevo proyecto artístico que tenía en mente, y sus palabras eran como una melodía que intentaba levantarme el ánimo.
Mientras caminábamos, la presión en su pecho iba y venía. Leila trataba de ignorarla, enfocándose en las conversaciones y las risas del grupo, pero algo no estaba bien. Lo sabía desde el principio, lo vi en su cara.
—¿Leila? —le pregunté, sin poder evitar que la preocupación se notara en mi voz—. ¿De verdad estás bien?
—Sí, solo... solo un poco cansada —dijo, pero no me lo creí. Su tono no era convincente y, aunque el ambiente se volvía más animado con las risas de los demás, yo no podía quitarme esa sensación de encima. Había algo en la forma en que caminaba, en cómo sus ojos parecían perderse de vez en cuando.
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¿Que dirá?
FanfictionLeila la hermana pequeña de morad y Aiman q vive en Madrid con su padre ya q su madre esta en marruecos cuidando de su abuela. una vez una apuesta de su padre fue mal...