Desde pequeña mentir era la forma en librarse de problemas para ella, mentir era no mostrar debilidad, mentir era ser perfecta, mentir era todo para ella. Unas palabras de falsedad no le importaba, mientras llegara hasta donde quería. Nadie sospecha...
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—Ahora dime la verdad, ¿quién eres realmente? —dijo Mikey, su tono firme, sin perder tiempo en rodeos.
Dai esperaba que él la buscara de esa manera, y mucho menos que fuera tan directo. Durante un segundo, su mente comenzó a girar buscando una salida, algo que le permitiera seguir manteniendo sus mentiras en pie sin que él se diera cuenta.
—¿Eh? No entiendo de qué hablas —respondió, intentando sonar despreocupada, aunque por dentro estaba preocupada.
Mikey la observó fijamente, sus ojos escrutando cada pequeño gesto, buscando alguna señal de que estaba mintiendo. Había algo en ella que le parecía extraño, como si llevara una máscara que nadie más lograba ver.
—Vi tu pelea anoche —dijo, y se cruzó de brazos, como si estuviera esperando que ella confirmara lo que él ya sospechaba—. Sé que usas otro nombre. Te llaman Lily, ¿cierto?
Dai se tensó. Por un instante, casi pierde la compostura, pero se obligó a mantener la calma. No podía dejar que Mikey descubriera quién era realmente, así que se aferró a la mentira que había construido.
— Soy Dai —dijo, con una firmeza que intentaba sonar convincente— Lily es solo un apodo que uso.
Mikey dejó escapar una risa, pero no era una risa de diversión; era la risa de alguien que sabía que le estaban ocultando algo. Dio un paso hacia ella, reduciendo la distancia entre ambos.
—Entonces, ¿Dai es tu verdadero nombre? —preguntó, su tono más suave, pero aún así insistente—. Porque tengo la sensación de que hay más detrás de esa historia.
Dai sabía que si seguía negándolo, solo levantaría más sospechas. Pero tampoco podía decirle la verdad, al menos no toda. Así que optó por una mentira a medias.
—Sí, es mi nombre... el nombre que prefiero usar. —respondió, mirando a Mikey a los ojos, desafiándolo a seguir preguntando.
Mikey no estaba satisfecho, pero decidió dejarlo pasar por ahora. Había algo en "Dai" que le intrigaba, una fuerza y determinación que no había visto en otros. Pero también sabía que las mentiras no eran algo que pudiera dejar de lado tan fácilmente.
—Si vas a seguir peleando, necesitas mejorar —dijo finalmente, cambiando el tema bruscamente.
—¿Y tú quién eres para decirme eso? —respondió Dai, alzando una ceja. Se notaba que no estaba acostumbrada a que alguien le hablara con tanta confianza.
Mikey sonrió, pero no era una sonrisa amable. Era una sonrisa que decía "sé lo que hago."
—Vi tu pelea. Eres buena, pero ese estilo tuyo es... diferente. No te daría ventaja si te encuentras con alguien que sepa cómo contrarrestarlo. —dijo, refiriéndose a los movimientos fluidos y ágiles de capoeira que había visto en ella. Mikey, por otro lado, tenía un estilo mucho más directo y fuerte, basado en su entrenamiento de karate.
