Cassandra Dimitrescu, la más temible de las tres hijas de Lady Dimitrescu, una sádica despiadada que infligía torturas inimaginables a pobres almas sin ningún remordimiento, una cazadora cuya presa nunca escapaba ilesa, un monstruo cruel y brutal cuyo subgénero era un misterio.
Algunos decían que ella era una Alfa, un ejemplo de porque no era natural que una mujer tuviera este subgénero, terminaron locos así que fue una misericordia que murieran durante la presentación.
Otros decían que era una Beta, una mujer dañada que simplemente tuvo la fortuna de ser elegida por el Dios Oscuro.
Las que trabajaban en el castillo y vivían allí decían que Lady Cassandra era una Omega, quien oía tremenda idiotez reía a carcajadas. El hecho de que alguien como ella tuviera el más dulce y sumiso de los subgéneros era algo imposible, hilarante incluso de pensarlo; era la teoría que se dijo en un bar a modo de mera broma.
Pero era la pura verdad. Cassandra no oculta su subgénero, la gente simplemente no lo cree.
Las nuevas sirvientas dudaron, tomándolo como una broma que les contaban a las novatas, pero era innegable que debajo del aroma de sangre estaba el aroma a chocolate, rosas y el distintivo toque universal que identificaba a los Omegas.
A pesar de las evidentes evidencias, no faltaron las excusas, decían que el olor a chocolate se debía al gusto por los dulces de la menor, que solía abrazar a sus hermanas, y que el olor a rosas era la marca de protección de la matriarca.
Sólo cuando llegó la semana de calor aceptaron la verdad.
Si llegaran.
El periodo de celo de Cassandra era una vez cada tres meses y duraba una semana entera, la morena era muy fácil de hacer enojar pero los días previos a su celo eran mucho peores, por el más mínimo error una sirvienta recibía un castigo corporal y si Daniela o Bela le daban la más mínima queja Cassandra con gusto haría un ejemplo de lo sucedido si se metían con su familia.
La semana de calor fue la calma antes de la tormenta, toda la familia dormía en la habitación de la morena, con la jefa de limpieza entregando personalmente la comida.
Cuando todo terminó fue cuando el personal tuvo que tener cuidado porque la sádica hija pasó de azotes, moretones y cortes superficiales a fracturas de huesos, desmembramientos y cualquier tortura que quisiera.
Una pesadilla.
Las únicas que estaban a salvo eran las sirvientas Omega encargadas de limpiar la habitación. Las Omegas en el castillo eran pocas, una docena como máximo que habían decidido ir a trabajar al castillo irónicamente para protegerse, en su mayoría adultas o cercanas a la vejez.
Cassandra no las asustaba ni molestaba cuando trabajaban, a lo sumo rodaba los ojos cuando la miraban sin ocultar la compasión y lastima en sus ojos, incluso cuando tenían el descaro de liberar sus feromonas la morena solo les gruñía y se alejaba.
Sin gritos ni amenazas.
Ella simplemente se va.
Debido a esto, las sirvientas Beta y Omega tendían a estar en malos términos.
La mayoría de las Betas no entendieron o se negaron a comprender un hecho universal:
-El período de celo de un Omega era una bendición con compañía y una maldición sin ella-
Era horrible; era gritar por cariño y amor, era quedar atrapado en una contradicción porque buscabas el calor que te salvara del abominable invierno que había dentro de tu pecho al mismo tiempo que querías caricias que calmaran el infierno que ardía en tu piel; tus emociones se amplificaban transformando una sola lágrima en un grito que destrozaba tu garganta.
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Dulce Alfa, Peligrosa Omega || Cassandra Dimitrescu
FanfictionMientras vivas en la aldea, la muerte y la miseria serán tu compañía. Nadie te quiere, nadie te ama. Eres una alfa patética. Eres un monstruo. No eres nada. Deja de esperar más. _______________________ Esta es una TRADUCCIÓN. La obra original le per...