La tormenta de ideas

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La cena terminó con un alboroto de risas y propuestas absurdas sobre lo que debería incluir el cómic de Lincoln. Mientras sus hermanas seguían discutiendo ideas, él se quedó en su silla, observando la escena con una mezcla de diversión y resignación.

—¿Sabes? Esto se siente un poco como una junta de planificación de una película —comentó Lori, alzando un trozo de pizza como si fuera un micrófono—. ¡Vamos a hacer de esto un éxito!

—¡Oye, yo quiero ser la primera en salir! —gritó Lynn—. ¡Necesitamos acción y emoción!

—Claro, Lynn, pero la violencia no es la única cosa que vende —respondió Lori, rodando los ojos—. La historia también es importante.

—¡Y los trajes! —intervino Leni, con entusiasmo—. Necesitamos un vestuario fabuloso. Yo puedo diseñar algunos.

—No tengo tiempo para un desfile de modas —murmuró Lincoln, sintiéndose cada vez más abrumado por la energía de sus hermanas.

—¡Pero eso es lo que lo hará único! —Lana apuntó, imaginándose a sí misma como una heroína en el cómic—. Imagínate, una superheroína con un lanzallamas y un traje de cuero. ¡Sería épico!

—Oh, y no olvidemos a la villana —dijo Luan, sonriendo maliciosamente—. Podría ser una comediante que lanza chistes mortales.

—¡Eso suena increíble! —exclamó Lori—. Lincoln, ¡tienes que incluir eso!

—Esto se está saliendo de control... —murmuró Lincoln, tratando de encontrar un respiro en medio de la tormenta de ideas.

De repente, Lucy levantó la mano, interrumpiendo el caos.

—Necesitamos un giro oscuro —dijo con seriedad—. Tal vez el héroe enfrenta un dilema moral que cambia todo.

Lincoln se detuvo y miró a su hermana.

—¿Desde cuándo tú quieres que algo tenga un “giro oscuro”? —preguntó, sorprendido.

—Desde que vi esa serie de películas que tanto te gusta —respondió Lucy, alzando una ceja—. Solo digo que a veces la luz necesita un poco de sombra.

Las hermanas intercambiaron miradas. Lincoln se dio cuenta de que, a pesar de lo locas que eran, cada una de ellas estaba aportando algo único a su idea. Quizás, solo quizás, podría hacer algo grandioso con su cómic.

—Está bien, está bien... —dijo finalmente, levantando las manos en señal de rendición—. ¡Haré lo que puedan imaginar!

Un coro de vítores estalló en la mesa. Lincoln se rió, sintiéndose más ligero. Había una chispa de emoción en el aire, y, aunque todo parecía caótico, sabía que tenía el apoyo de sus hermanas.

—Pero hay una regla —añadió, levantando un dedo—. Este cómic es mío. ¡Nadie se queda con los créditos!

—¡Trato hecho! —gritaron al unísono, mientras él comenzaba a sonreír de verdad por primera vez en la noche.

La cena se convirtió en una tormenta de ideas, pero esta vez Lincoln se unió a la diversión. Con sus hermanas a su lado, comenzó a vislumbrar el cómic que siempre había querido crear. Y aunque podía ser un desafío, ahora sabía que no estaba solo en esto.

¡EL talento de Lincoln laúd!"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora