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Félix se removió inquieto entre las sábanas, luchando por liberarse del enredo de tela que lo envolvía. Un suspiro frustrado escapó de sus labios al oír el agudo sonido del despertador.
Con desgana, estiró el brazo hasta alcanzarlo, y una sonrisa de triunfo suavizó su expresión cuando el molesto ruido se desvaneció. Eran las seis de la mañana, una hora que Félix detestaba con todo su ser.No soportaba madrugar, pero lo que más odiaba era tener que ir al instituto. En realidad, odiaba cualquier cosa que tuviera que ver con los estudios.
Félix se deslizó fuera de las sábanas, estremeciéndose al sentir el frío mordaz del suelo bajo sus pies. Su piel se erizó de inmediato; el día había amanecido absurdamente helado, y el contraste con el calor de su cuerpo aún envuelto en sueño lo sacudió. Se abrazó a sí mismo, intentando conservar el poco calor que le quedaba, mientras caminaba rápidamente hacia el baño, deseando desesperadamente el alivio de una ducha caliente.
Y así fue. Félix se despojó de la ropa mientras el agua en la ducha comenzaba a calentarse. En cuestión de minutos, el vapor llenó el baño y el agua caliente envolvió su cuerpo, relajando sus músculos tensos por el frío. Al salir, se secó con cuidado y se vistió con algo cómodo y cálido. Luego, se peinó y cepilló su largo cabello, que caía suavemente sobre sus hombros.
Finalmente, se detuvo frente al espejo y tomó las pastillas del día. Sabía que, si quería llegar al final del año, no tenía otra opción. El cáncer no daba tregua. Y la quimio no parecía ser una opción, después de todo no había nada que perder.
Al salir de su casa, su camino fue inmediato hasta el instituto, todo fue igual a como siempre solía serlo. Un camino silencioso, sin nada diferente. Aunque hoy si era diferente, hoy sí era un día especial. Y entre sus pocas ganas de madrugar casi lo olvidaba.
Halloween, su época favorita del año. Y la neblina era un hecho de eso. Una sonrisa se dibujó en su rostro.
Al llegar, caminó de inmediato a la biblioteca; aún faltaban unos cuantos minutos para la primera clase. Felix se dejó caer sobre el asiento y sonrió con tranquilidad.
— ¿Sabes qué día es hoy, no? —Una voz habló a sus espaldas. Felix se volteó y giró los ojos.
—Lo sé, estoy de buen humor —le dio una sonrisa ladeada— ¿Ya te llegó el mensaje?
Jeongin lo observó y negó.
—No, debería llegar la invitación ya —dejó salir un suspiro— No lo entiendo.
La invitación de este año a la aclamada casa del terror. Se suponía que el mensaje debía llegar a primera hora.
—A mí sí —un chico delgado se sentó a su lado y sonrió, enseñando la pantalla de su móvil— Ya tengo la mía —Han sonrió con victoria.
Felix lo observó y luego se pasó la lengua por los labios —Te odio —dijo con burla, mientras sacaba su celular y fijaba la vista en la pantalla. Nada.
No había nada.
—Entonces parece que no van —dijo una voz fuerte y masculina. Felix observó a Minho, quien se sentó a su lado y pasó su brazo alrededor de su cuello, dejando escapar una risa— Igual podríamos hacer algo tú y yo.
—No, gracias —respondió Felix, apartándose, aunque Minho lo rodeó por la cintura, tirando de él con más fuerza. Felix soltó un jadeo— ¿Qué mierda quieres?
Minho sonrió, apretando aún más las caderas de Felix.
—Que me perdones —dijo en tono suplicante—. Ella no significaba nada para mí. Solo te quiero a ti. Fui un idiota, lo sé, pero... —Minho tomó las manos de Felix entre las suyas— En mi corazón, siempre has estado tú.
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Terror Day
FanfictionFélix solo quería disfrutar su época favorita del año. El Halloween, sin saber que el poner un pie en esa casa del terror y encontrarse con ese chico disfrazado, estaría a punto de desatar su propia pesadilla. "El terror no es lo mismo sin un poco...