- Tuberculosis pulmonar.- Anunció el doctor, cerrando sus ojos con cansancio alejándose de la chica postrada en la cama. Tomó el estetoscopio y lo puso alrededor de su cuello.
Era bastante joven, su cabello castaño estaba desordenado, en su barbilla comenzaba a crecer barba y bajo sus ojos descansaban unas notorias y oscuras ojeras.- ¿Cómo llegó a padecerlo?- Preguntó el conde. La intranquilidad y la duda lo hacían temblar, observando el perfil somnoliento de la chica. Estaba pálida, debajo de sus ojos se destacaban ojeras, sudaba, y se veía inquieta entre sueños.
- Bueno, la tuberculosis primaria debería haberla afectado cuando más joven. ¿Conoce si alguien más lo padecía?- Recordó la mención de uno de los niños de los cuales vivieron en la casa años atrás. Y uno de ellos había muerto de tos.
- Si. Alguien más lo tenía.-
- Entonces, puede que haya presentado la tuberculosis primaria hace tiempo atrás, y ahora se a vuelto a activar con la tuberculosis pulmonar. Algo más fuerte.- Abrió el maletín que había depositado en la mesita de noche junto a la cama cuando había llegado. De ahí, extrajo unos frascos de medicinas, como antibióticos, y otros para calmar el dolor y las alucinaciones.
- ¿Podrá curarse?- Soltó nervioso. Temía una mala respuesta.
- No es fácil de curar. Pero, siguiendo los tratamientos al pie de la letra, podrá recuperarse de a poco.- Escribió un par de cosas en una libreta que, cuando guardó todos sus utensilios en el mismo maletín, entregó a Sebastian.- Es bueno que la dejen reposar. Nada de trabajos ni esfuerzos. Deben de dejarla aislada en una habitación hasta la próxima revisión. Si luego aviso que ya no es contagiosa, podrá entrar en contacto con las demás personas, por ahora, debe permanecer sola.- Se acercó a la puerta, en la cual esperaban los sirvientes, nerviosos por entrar y escuchar las noticias que se presentaran.- A cualquier ataque, llámenme.- Finalizó. Saliendo por el pasillo y bajando las escaleras para retirarse en el carruaje que le esperaba fuera.
Soltó todo el aire que habían aprisionado sus pulmones. Le hizo una seña a Sebastian para que se retirara, he informara a Finny, Mei-rin, Tanaka y Bard. Se acercó a ella extendiendo su mano, posándola en su mejilla para acariciarla con delicadeza. Susurró un te quiero, y se dispuso a salir por la puerta.
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Casi dos semanas de completo aburrimiento, fue lo que tuvo que soportar la pobre detective. Los jarabes y pastillas que ingería todos los días eran asquerosas y amargas. No lo hubiera soportado si no hubiera tenido solo un poco de diversión. Ciel la visitaba, al igual que todos los de la mansión. Después de tres sesiones con el médico, él indicó que la enfermedad ya no era contagiosa y tenía la posibilidad de interactuar con los demás, aún así, no pudo levantarse de la cama, hasta que llegó el verano. Algo alejado.
Por un momento, pudo esperanzarse de que Lizzy la visitaría, le pediría disculpas y pasaría un tiempo con ella, hablando de cualquier cosa como antes.
Fue un error de su parte esperarla, o pensar que eso siquiera pasaría.El invierno se estaba haciendo demasiado largo. Los días de nieve no cesaban, dejando una bella capa blanca sobre el pavimento y césped del exterior, inquietándola por hacer muñecos de nieve he ir a jugar con un trineo.
Su correspondencia estaba abarrotada de extensas cartas interminables enviadas desde el escritorio de La reina. Le preguntaba por su salud, le aconsejaba con los problemas que le contaba a través de cartas, y le pedía ayuda en los casos de las que le informaba. Para ella, era una ancianita de buen corazón. Lo más parecido a una madre que sintió, demasiado preocupada, y aunque no muchas veces, sonriente. La regañaba mucho, cuando la había llevado al castillo de pequeña, destrozaba todo y ahuyentaba a todos los que intentaban cuidarla, a excepción de Victoria, su madre adoptiva.
El cariño que se demostraban era algo lejano, pero ambas se conformaban con eso. Lo que le inquietaba de la mujer, era lo imposible que se había hecho para ella la pérdida de su esposo, implicándole más trabajo a (T/n).
Las noches para ella eran un infierno. La fiebre le quemaba la cabeza, sintiendo como si explotara. Sudaba demasiado, tenía fatiga, y la excesiva perdida de peso fue inevitable. Le dolía el pecho y casi no podía respirar. En ocasiones, el poco aire que tenía se esfumaba, haciéndola suplicar por más, aunque le doliera respirar.
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Wandering Soul- Kuroshitsuji. (Ciel y Tu)
FanficCiel Phantomhive lo ha perdido todo y ahora que ha hecho un contrato con un demonio, perderá su alma también a cambio de venganza. (T/N) Walker, después de ser rechazada por todo el mundo, ha perdido la confianza y con ella, su corazón. Y al llevar...