Capítulo primero: La sucesión

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Hoy era el gran día. Un momento... ¿GRAN DÍA DE QUÉ?
Admito que me daba un poco de miedo la idea de mi mamá. Yo sabía lo que ella quería. Casarme con un chileno.
¡Mamá, por favor! ¡Es mi primer día en el colegio, no conozco a nadie y ni siquiera sé si alguien va a querer hablarme! ¿Tendria que dar una buena impresión? Supuse que al ser el primer día, tenía que optar por un maquillaje que resaltara. Use el mismo de siempre claro, no tenia otro estilo.
Pero... Por un momento lo pensé. Quizás no debería dar las verdadera cara de lo que soy. Debería mantenerme anónima, así, los que quieren acercarse a mí tendrían que aceptar mi falsa cara para poder disfrutar de mi maravilloso yo. ¡No soy engreída! Que quede claro...
Asi que opté por esa opción y me saque el maquillaje completamente. Incluso el de mis labios. Y decidí pintarme como una niña inocente. ¡Otra vez a tus inicios, Wile!
Todo esto era una faceta, obvio. Por su puesto que yo no era inocente, ni una niña. Pronto esperaba dejar de fingir para poder ser yo realmente. Pero eso no iba a pasar dentro del colegio. Ahí si que tenia que fingir. Me convenía, me ganaría a los maestros y tendría comida gratis por ser apapuchable. Oh dios Wile , sos terrible, ¡No sabes cuando parar!
Después de tanta charla y el terrible monólogo, decidí retirarme de mi casa ya que era muy tarde, y la ceremonia de entrada empezaba temprano. Deje mi cama como estaba, horrorosa, agarré mis cosas y salí.
Intentaba no poner esa cara de estúpida que siempre ponía al fastidiarme mientras me encaminaba a la parada del bondi (colectivo, bus, como le digan).
Una vez ahí dentro y ya viajando, me tomé un jugo bien frío para relajarme. Era el único calmante que tenia a esas horas.
Mientras intentaba calmarme, me dispuse a disfrutar el viaje observando el paisaje raro que envolvía la ciudad. Hoy el día estaba distinto a los demás, pero no porque haya otro clima, si no porque el aire había cambiado. Ya no estaba ese smog que recorría mi cuerpo y el camino siempre que salia de casa. Hoy se encontraba tranquilo, el viento soplaba pero con un sol iluminando las bellas hojas de los árboles que rodeaban el barrio cerca del colegio. Un momento.. ¿CERCA DEL COLEGIO?
Casi me distraigo hasta que me di cuenta de que ya había llegado a la parada. Toque el timbre y me baje.
"-¡Ay la puta madre!"
¡Casi me caigo, menos mal que no había nadie cerca! ¡No quería pasar por una controversia el primer día!
Empeze a caminar hasta que una enorme puerta se interpuso en mi camino.
Ahí estaba aquella puerta gigantesca. Por su puesto que no era la primera vez que la veia, ya había ido cuando tuve que inscribirme.
La gente ya había empezado a juntarse. Eran todos estudiantes, por su puesto. No había ningún padre. Eso me hacia sentir cómoda.
Supuse que tendría que entrar cuando todos comenzaron a avanzar. Así que lo hice.
Atravesar esa gran puerta era un logro para mí. No podía estar más feliz (¿Realmente lo estaba?). Esa puerta, por mas insignificante que se viers, seria mi salida del mundo real.
No recuerdo nada más a partir de ahí. Fue como un flash. Mi mente y mi cuerpo se separaron y volvieron a su lugar cuando una campana sonar. ¿Recreo?, No, era la hora de la presentación.

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