8-Las escaleras de la divinidad

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El velero, ahora dorado, se acercaba al lugar más temido por todos: La soledad del vacío.
   Después de tanto recorrer los mares se encontró con su peor temor, estábamos en medio de la nada.

Habíamos visto los cambios de su mejor amigo durante el viaje, ese q primero fue de piedra, luego de cobre y posteriormente de plata y oro por el camino del destino. Pero el velero no era el único q se había transformado, su único tripulante, a quien ya conocemos, tambien había evolucionado. Ahora era un hombre distinto a ese q pasaba la prueba de la confianza en el inicio del camino.

Se había convertido en alguien confiado, valiente, fuerte, leal, humano, pero sobre todo enamorado. El amor había hecho q el hombre libre le entregara su alma a esa bella mujer q lo esperó durante siglos y q todavía lo estaba esperando.

La codicia nunca estuvo en su alma. Ni siquiera creía q ese destino le pertenecía a él, eso el mar lo sabía. Él era un hombre noble, pensar así no estaba en sus principios. Un hombre como él era lo q necesitaba el mundo para evolucionar al paraíso. El ejemplo de hombre perfecto le pertenecía ante todos los demás.

Pero ese hombre convertido en capitán y en el verdadero ser humano q necesitaba el mundo, después de recorrer las aguas turbias y los retos del camino se encontró ahora con simplemente nada, un mar en calma y un cielo despejado q reflejaba simplemente eso, la nada. ¿Era este el final de nuestro camino? ¿La búsqueda del faro concluía en la desilusión de no encontrar absolutamente nada? Eso c convertía en la nueva preocupación de nuestro tripulante.

¿Qué es lo q sentimos cuando no logramos lo q queríamos conseguir? Y ¿qué es aquello q nos genera esa desilusión? Nos sentimos tristes y abandonamos nuestros sueños cuando sentimos q no lo hemos logrado, pero es ahí donde más cerca estamos de cumplir nuestro objetivo, sólo nos hace falta la fe, q significa ese empujón q lleva a la victoria.

El marinero debería haber sentido eso, un sueño roto acabado en nada. Pero en lugar de desesperación y tristeza, sintió felicidad, pues había llegado a su destino, había cumplido su meta y encontrado el final de su camino.

La nada; eso no le generó impotencia, sólo sintió ese remordimiento de una desilusión rota q llegaría a sus hermanos. Un dios q no aparecería, ya no encontrarían a quien aferrarse, pues desde el comienzo él sólo buscaba satisfacer las necesidades de la humanidad, esas q eran encontrar a ese dios q los ayudaría a descubrir el buen camino para vivir.

Cada recuerdo del viaje q pasaba por su cabeza se rompía en el momento q observaba la asombrosa vista de un mar en soledad y sentía q el cielo lo acarisiaba con la brisa suave q secaba sus poros.

El faro dorado invisible q parecía ser solamente la persona en q se había convertido, el final del camino q era el comienzo de una nueva humanidad y q sólo es el vacío de saber q nunca cambiaremos, el dios q existiría y q c desapareció con el tiempo y ese velero de oro q ahora era el barco más fuerte y leal de todo el universo, eran ahora una ilusión en la mente de los hombres.

El marinero se echó una carcajada en lugar de sentirse un tonto. Él sabía q existía la posibilidad de no encontrar nada al final del viaje, pero aun así, mirando el océano dormido no dejaba de tener fe y no perdía sus esperanzas en el cambio de la humanidad.

Se dio cuenta de q c había convertido en dios, verdaderamente lo había logrado. No era lo q él esperaba, ni el faro dorado se encontraba al final del camino; pero la luz q buscaba y el destino divino al q tanto se aferraba eran sencillamente esas cualidades q había conseguido durante el viaje.

Ahora solo le quedaba ese velero de oro q desde el principio estuvo con él, su mejor amigo, ese q se volvió fuerte a su lado y q vivió sus buenos y malos momentos junto a él.

Pero estaba feliz, se sentía bien sólo con eso. Y la razón era q solamente eso bastaba para hacerlo feliz.

No pensó en que sería otra prueba, la profesía estaba escrita por los dioses, los humanos sólo la habían encontrado. Decía q serían seis pruebas dibujadas en el mapa q llevaría a la felicidad; el faro dorado estaría a sólo un paso de él y no estaba.

Había pasado por mucho, las pruebas hicieron  q se convirtiera en otro hombre. Él se sentía dios y estaba dispuesto a luchar por su destino. Tenía merecido el lugar q le otorgaría el faro, pero como bien dicen por ahí, el destino q te espera será mejor de lo q esperabas encontrar.

Siempre estamos buscando ese "algo" q creemos q nos hace falta para tener la felicidad completa, puede ser amor, triunfo, compañía, resurrección, pero es el tiempo quien se encarga de ponerlo todo en nuestra mano. No se trata de buscar o esperar, se trata de ser felices con lo q poco a poco va llegando a nuestra vida durante nuestro camino.

El faro era invisible a los ojos del mortal, pero estaba allí, realmente lo estaba viendo. La luz del faro era la misma q iluminaba el alma de ese q no lo podía ver. Él sabía q no estaba solo y a pesar de no poder verlo no perdió la fe en aquello q sería un cambio para el mundo.

Sentía q se había convertido en dios (x2), no tenía poder, pero tenía confianza; no era inmortal, pero era valiente; no obtuvo fama, pero sí era leal. No era un dios, pero pudo llegar a ser un verdadero humano capaz de ver la verdadera cara de la humanidad, eso para el era la total escalera a la divinidad.

LAS ESCALERAS DE LA DIVINIDAD, aquello q lo fue cambiando hasta llegar a ser quien el mundo quería q fuera. Estaba convencido de q algo tenía q cambiar, pero no era el mundo quien debía hacerlo, sino el pensamiento de toda la humanidad.

Él había logrado cambiar y había sido perdonado por las aguas divinas del camino del perdón, pero sus hermanos no lo habían hecho y tal vez era porque en sus pensamientos aun no existía el arrepentimiento.

Creían q solamente un humano sería capaz de atravesar aquellas pruebas, pero no era cierto. Cada uno de ellos tenía la audacia suficiente como para llegar hasta allí., solamente les hacía falta tener y aceptar las cualidades necesarias para hacerlo. Y es q todos tarde o temprano tendrán q pasar por allí, la única manera de salvar al mundo es dejar atrás la codicia y comenzar a corregir nuestros errores.

El marinero tuvo el privilegio de ser el primero en ver cuál era la verdadera cara del hombre, y por ello fue premiado, pudo encontrar al amor de su vida y con eso fue capas de entregar su alma.

La humanidad no necesitaba un dios para cambiar el mundo,  ni aquello q una vez nombré como un deseo q nos ayudaría a comenzar de cero, sino un cambio a través de la razón, aquello q haría  dejáramos de comportarnos tan estúpidamente con la naturaleza.

El Faro DoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora