Cap 21

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Omniconsciente

En el corazón de un oscuro bosque, donde la luz de la luna apenas alcanzaba a filtrarse entre las ramas retorcidas y los matorrales espinosos, la atmósfera era densa con un aire de anticipación. El viento susurraba secretos antiguos mientras las sombras danzaban con una vida propia. Los árboles, como guardianes silenciosos, se inclinaban hacia adelante, como si quisieran escuchar lo que estaba a punto de suceder.

En este lugar, donde la realidad y el más allá se entrelazaban, Dalia se encontraba frente a una decisión que cambiaría su vida para siempre.

Asmodeo, el demonio de la seducción y la posesión, había sido quien la había atraído hasta aquí. Sus palabras seductoras habían prometido poder y conocimiento, un camino hacia lo desconocido que iluminaba su curiosidad. Pero bajo esa promesa brillaba una sombra oscura: para obtener lo que deseaba, debía sacrificar su propia vida.

Era un precio alto, y Dalia sabía que no había vuelta atrás.  Cerca de ella, ocultos entre los árboles, aguardaban los seis príncipes del infierno. Cada uno representaba una faceta del caos y la oscuridad; sus miradas eran gélidas como el acero y llenas de ansias de poder.

Abaddon, el rey del abismo, se encontraba en el centro del grupo. Su presencia era imponente; su figura se alzaba como un monolito entre las sombras. Era conocido por su astucia y su dominio sobre las almas perdidas. Su mirada penetrante seguía cada movimiento de Dalia con un interés voraz.

Dalia respiró hondo mientras sentía el peso de sus decisiones aplastando su pecho. A su alrededor, las risas apagadas de los príncipes resonaban en el aire como ecos lejanos. Se sentía atrapada entre dos mundos: la vida que conocía y el abismo infinito que se le ofrecía. La idea de morir le causaba terror; sin embargo, la posibilidad de adquirir poderes inimaginables era una tentación difícil de resistir.

Asmodeo se acercó a ella con un aire de confianza inquebrantable. Su voz suave era como miel en los oídos de Dalia:

—Todo lo que deseas está al alcance de tu mano. Solo necesitas dar un paso adelante—.Las palabras parecían envolverse en un halo dorado que iluminaba su mente con visiones de grandeza y dominio. 

—¿Y si no quiero morir?—Dalia preguntó con una mezcla de desafío y miedo. Su voz tembló ligeramente; no estaba segura si estaba lista para renunciar a todo lo que había sido.

—Morir es solo una transición—, respondió Asmodeo con una sonrisa arrogante. —La muerte es un velo que cubre la verdad; más allá de él hay poder infinito, Dalia—. Mientras hablaba, gesticulaba con elegancia, como si estuviera pintando un cuadro vibrante ante sus ojos.

Abaddon observó en silencio desde las sombras; sus labios curvados en una sutil sonrisa al ver cómo Dalia luchaba internamente con su decisión. Sabía que muchos habían caído ante la seducción del poder y la ambición. Este momento era crucial: solo necesitaba el empujón adecuado.

Dalia cerró los ojos por un instante, intentando calmar su mente agitada. Imágenes de su vida pasaron ante ella: risas compartidas con su amiga y Elena, amaneceres tranquilos en su casa y noches estrelladas llenas de sueños e ilusiones, pero también con pesadillas. Todo eso podría perderse en un instante. Pero también recordó las cadenas que sentía atar su espíritu: la rutina monótona y las expectativas ajenas que nunca había logrado cumplir por sí misma.

—¿Qué hay más allá?—preguntó finalmente, abriendo los ojos para enfrentar a Asmodeo con determinación renovada.

—Todo lo que sueñas—respondió él sin dudarlo—. Conocimiento ilimitado, habilidades sobrenaturales… Puedes ser más grande de lo que jamás imaginaste.

La promesa resonó en sus oídos como una melodía hipnótica.  Dalia miró hacia los árboles, sintiendo una presencia que era poderosa e intimidante al mismo tiempo.

—¿Y tú? ¿Qué deseas?—preguntó directamente a él.  El demonio inclinó ligeramente la cabeza, admirando su valentía.

—Deseo almas fuertes—,contestó con voz grave y resonante. —Almas dispuestas a cruzar fronteras por poder.

Su mirada penetrante atravesó el alma de Dalia; podía sentir cómo cada palabra se incrustaba profundamente en su ser. La lucha interna se intensificaba: quería conocer ese mundo oculto detrás del velo de la muerte pero temía perderse a sí misma en el proceso.

Con cada segundo que pasaba, las expectativas crecían entre los príncipes del infierno; cada uno aguardaba ansiosamente su decisión final. La presión aumentaba como un tamborileo constante en sus oídos.  Finalmente, algo dentro de Dalia hizo clic; recordó cómo siempre había anhelado ser más valiente y audaz en su vida diaria. La idea de renunciar a todo lo conocido para abrazar algo tan extraordinario comenzó a sonar menos aterradora y más emocionante. "Tal vez debía aceptar su linaje..." Pensó.

—Lo haré—,dijo Dalia finalmente, sintiendo cómo cada palabra resonaba con fuerza en aquel oscuro bosque. 

Asmodeo sonrió ampliamente; sus ojos destellaron con satisfacción mientras daba un paso hacia ella.

—Bienvenida al lado oscuro—,murmuró mientras extendía una mano hacia ella.  Pero antes de que pudiera tocarla, levanto  una mano para detenerlo momentáneamente, insegura.

—Recuerda esto—dijo Asmodeo con voz profunda e inquietante—.Una vez cruzas este umbral, no hay vuelta atrás—Sus palabras eran una advertencia envuelta en sabiduría antigua. 

Dalia asintió lentamente; sabía que estaba tomando una decisión irrevocable pero sentía que era lo correcto para ella en ese momento.  Con valentía renovada, dio un paso adelante hacia Asmodeo mientras los príncipes del infierno contenían la respiración colectiva ante lo inevitable. En ese instante crucial entre la luz y la oscuridad, donde todos los posibles futuros colisionaban unos contra otros, Dalia sintió cómo el poder comenzaba a fluir dentro de ella como ríos desbordantes. 

El deseo ardiente en su pecho luchaba contra los miedos ancestrales que había llevado consigo toda su vida. ¿Era realmente capaz? ¿Podría enfrentar las consecuencias?  Las visiones comenzaron a fluir en su mente: imágenes de poder incontrolable, de habilidades sobrenaturales que desafiaban toda lógica; también vislumbró soledad y sufrimiento en medio del poder absoluto.

  —Deja atrás tus miedos y abraza lo que está por venir. 

Con un movimiento decidido, Dalia tomó la mano extendida del demonio mientras una energía indescriptible comenzaba a fluir entre ellos; era como si todo el bosque cobrara vida a su alrededor. Los príncipes del infierno comenzaron a murmurar entre ellos mientras el aire vibraba con poder creciente. 

La transformación fue instantánea pero dolorosa; sentía cómo cada fibra de su ser crujía bajo la presión del cambio inminente. Recuerdos viejos comenzaron a desvanecerse como sombras al amanecer: risas perdidas, sueños olvidados y amores marchitos se desvanecían ante la llegada de algo nuevo y aterrador.

Abaddon observaba con satisfacción mientras Dalia luchaba contra sus propios límites internos; sabía que estaba cruzando un umbral irreversible hacia lo desconocido.  Finalmente, cuando Dalia sintió que iba a quebrarse bajo la presión abrumadora del destino elegido, algo dentro de ella estalló: una chispa brillante surgió desde lo más profundo de su ser y comenzó a expandirse por todo su cuerpo como fuego divino. 

Los príncipes del infierno elevaron sus voces en una cacofonía celebratoria mientras Dalia se transformaba ante sus ojos atónitos; ya no era solo una mortal ansiosa por poder; se había convertido en algo mucho más grande: una fuerza incontrolable destinada a cambiar no solo su vida sino también el equilibrio mismo entre los mundos. 

Con ese último paso hacia adelante y aquel grito ahogado lleno tanto de terror como de liberación, Dalia abrazó lo desconocido y reclamó su lugar entre los elegidos del infierno... sin saber aún las repercusiones que esto traería para ella ni para aquellos que habitaban tanto en este mundo como en el otro lado del velo. 

Las sombras danzaron alrededor mientras los príncipes sonreían satisfechos; sabían que habían ganado otra alma poderosa para sus filas... Pero no contaron con que el verdadero rey del infierno llegara más rápido de lo esperado.

Ahora todo era caminos inciertos entrelazados con lo divino y lo infernal.

Bajo el velo de la oscuridad © [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora