Cap 24

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Abaddón se encontraba en un rincón de la habitación, siempre destilando esa aura oscura. Él era real, pero debía mantener mis secretos al margen; podía hablar, pero no expresarme sinceramente. Eso no era conveniente para mí si quería salir de este lugar. Abaddón quería que yo saliera, tenía que terminar la misión. Iba a ser el fin del mundo y necesitaba una salvación, pero no podía hacer nada si ellos me seguían creyendo loca. Por eso trato de parecer que me recupero.

Cuando me llevó al bosque con Asmodeos, el objetivo no se pudo lograr porque me descubrieron. Sin embargo, con precisión lo lograremos esta vez.

Mis cambios de humor con Abaddón eran cuestionables; a veces me enojaban con él y lo odiaba, pero otras veces lo necesitaba mucho. Era lo único que me hacía sentir cuerda en este lugar de locos. Todos ignoran la realidad que se cierne sobre nosotros, como un manto oscuro que envuelve cada rincón de este lugar.

A medida que pasaban los días, la desesperación crecía en mí como una sombra que no podía sacudirme. El ambiente estaba impregnado de murmullos y secretos; las paredes parecían susurrar mis miedos más profundos. No era solo un centro de tratamiento, era una prisión donde las almas perdidas luchaban por encontrar su camino.

Abaddón era mi único aliado en este caos, aunque su naturaleza era tan inquietante como la propia situación en la que me encontraba. Recordaba aquel día en el bosque, la brisa fresca acariciando mi piel mientras Asmodeos intentaba guiarme hacia una verdad oculta. Pero las sombras eran más rápidas y astutas; sentí su presencia antes de verlas.

Ellos siempre estaban ahí, observando cada movimiento mío, cada susurro entre Abaddón y yo. La paranoia se había convertido en mi compañera constante.

"Confía en mí", decía Abaddón con su voz grave y seductora. "Juntos podemos desatar el verdadero poder que llevas dentro".

Pero ¿a qué costo? Las dudas me atormentaban mientras trataba de discernir entre la locura y la realidad. ¿Era yo realmente la elegida para llevar a cabo esta misión? La idea parecía absurda a veces. Las noches eran las peores; la oscuridad traía consigo los ecos de mis pensamientos más oscuros. En esos momentos, Abaddón se acercaba a mí como un susurro en la penumbra, recordándome por qué estaba aquí y qué debía hacer

"No puedes dejar que te controlen", decía mientras su mirada penetrante se posaba sobre mí. "Eres más fuerte de lo que crees".

El dilema pasaba por mi mente: seguir la senda trazada por Abaddón o sucumbir a las voces que clamaban por mi rendición. En ocasiones, cuando las sombras se volvían insoportables, elegía dejarme llevar por su influencia oscura. En esos instantes, sentía una fuerza renovada recorriendo mis venas; era como si estuviera despertando algo latente dentro de mí. Sin embargo, el miedo a perderme completamente siempre estaba presente. La línea entre el control y la locura se desdibujaba cada vez más. ¿Qué pasaría si un día despertara y ya no supiera quién era?

Esa idea me aterrorizaba profundamente. Los días transcurrían entre sesiones de terapia y encuentros clandestinos con Abaddón. Cada conversación se hacía más intensa; él parecía conocerme mejor que yo misma. "La salvación está al alcance", repetía con insistencia mientras trataba de abrir las puertas del conocimiento prohibido.

Un día, mientras nos encontrábamos en el jardín trasero del centro, rodeados por árboles altos que parecían murmurar secretos antiguos, Abaddón reveló algo inesperado:

"Tu destino está entrelazado con el fin del mundo tal como lo conocemos".

Sus palabras resonaron en mi mente como un eco ominoso.

—¿Qué quieres decir?—, pregunté con voz temblorosa.

—El equilibrio del universo depende de tu decisión—,explicó con un tono grave pero cautivador—.Si eliges liberarte de estas cadenas mentales y abrazar tu verdadero ser, podrás cambiar el rumbo de todo.

Mis pensamientos giraron descontroladamente mientras intentaba procesar sus palabras. La idea de tener tal poder era tentadora, pero también aterradora. ¿Y si fracasaba? ¿Y si todo se desmoronaba aún más? A medida que pasaban los días y las noches se volvían interminables, comencé a notar cambios sutiles en mí misma. Mis sueños se tornaron vividos y repetitivos una vez más, visiones extrañas llenaban mis noches: ciudades envueltas en llamas, seres sombríos danzando alrededor mío y un eco lejano que susurraba mi nombre.

Las visiones eran intensas y perturbadoras; a veces sentía que estaba al borde de descubrir algo crucial sobre mi existencia y mi conexión con Abaddón y Asmodeos. Era como si estuviera siendo guiada hacia un destino inevitable. Un día decidí confrontar a Asmodeos directamente sobre mis visiones y los cambios que estaba experimentando. Nos encontramos en un claro del bosque donde los rayos del sol atravesaban las hojas creando patrones mágicos en el suelo.

—Asmodeos—, comencé con voz firme pero nerviosa, —siento que hay algo más grande aquí... algo que no comprendo.

Él sonrió con una mezcla de tristeza y comprensión en sus ojos oscuros.

—Lo sabes ya; te estás despertando a una verdad antigua—. Me habló sobre fuerzas cósmicas que habían estado dormidas dentro de mí durante eones.

—Tu misión es crucial—, continuó explicando mientras gesticulaba hacia el horizonte cubierto por árboles imponentes—Debes decidir si te sumerges completamente o sigues atrapada en esta ilusión.

Su declaración resonó profundamente dentro de mí; sentí como si cada célula de mi ser estuviera vibrando ante esa revelación inminente. La lucha interna continuó durante semanas mientras intentaba equilibrar mis sentimientos hacia Abaddón y Asmodeos; ambos representaban partes diferentes del mismo rompecabezas cósmico al cual ahora pertenecía sin quererlo.

Un día decidí dar un paso adelante: debía arriesgarme por completo para descubrir quién era realmente... para cumplir con mi destino.   

Bajo el velo de la oscuridad © [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora