Odio - Amor / Una historia de CanEm

Parte 43 - Identidad

EspañolSanem POV

Sanem, tú te duchas hasta que yo prepare el desayuno, debes tener hambre. Después de comer tomaremos una siesta, tamam; Can habló después de nuestro beso, apoyando su cabeza en la mía.

Tamam; digo mientras nos separamos

10 minutos después, me preparé, mientras que Can ya tenía toda la comida puesta en la mesa.

¿No te vas a duchar? Le pregunto

Yok, tengo demasiada hambre para esperar, me ducharé después de la siesta; él responde y yo asiento.

Mientras masticamos nuestra comida, le pregunto a Can; Dijiste que no había ninguna denuncia en tu contra, entonces ¿por qué estaban empeñados en preguntar por mi cómplice?

Según la información de Kadir, cuando Bora vino a reunirse conmigo, Murat se retractó de la denuncia contra mí e incluso ese hombre con el que defendimos al pequeño Can, solo te estaba echando la culpa a ti. Hice que Emre consiguiera que Murat se retractara de todas las acusaciones contra ti también, pero desapareció. Bueno, entonces el resto es historia; Can me lo dice mientras yo asimilo la información.

Por cierto, ¿por qué fuiste al hotel, Sanem?; preguntó Can

Olvidé el teléfono de Leyla en la recepción, cuando estábamos recogiendo los papeles, así que pensé en volver a buscar el teléfono; le dije

¡Bravo Sanem! ¡Fuiste allí por tu cuenta y riesgo a buscar un teléfono! Podrías haber traído otro para ella; Can me regañó

Can, ¿crees que no pensé en eso? El teléfono se lo dio su padre, así que no es solo un simple teléfono, hay sentimientos asociados a él; le digo

¡Sanem, el teléfono no era más importante que tú! Can me espeta

Si hubiera sabido que me iban a arrestar, no habría ido, tal vez habría enviado a otra persona; digo

La próxima vez dímelo antes de ir a algún lado, te llevaré; anuncia Can

¡Vaya, Can! Por favor, ni siquiera pienses que voy a estar de acuerdo con eso; Digo mordisqueando mi queso

Cariño, yo no pregunté, ¡yo decreté! Can sonrió con sorna

¡Me opongo! Declaro

Tamam, Canim, objeten todo lo que quieran, pero soy yo quien tiene la última palabra en nuestra casa; dice Can mientras sorbe su té

¿Quién dice que solo tú tienes la última palabra en esta casa? Pregunto ahora molesto

¡Yo, cariño! ¡Soy el jefe de nuestra casa y tu rey! Can se jactó

¿Entonces soy yo la cola, mi rey?
Pregunto sarcásticamente

No, no la cola, sino mi reina, reinando conmigo y a mi lado; dijo Can con orgullo

Entonces, ¡no le des órdenes a tu reina, Can! ¡Haré lo que me plazca! Digo; Can, pásame la sal, por favor.

¿Te atreves a decirme, Sanem, que pongo menos sal, mi sal siempre es correcta?; se quejó; Y por cierto, no estoy ordenando, ¡estoy siendo protector!

Tu comida es perfecta, es solo que quiero más sal; Le digo; De todos modos, no hay necesidad de ser protectora, ¡puedo protegerme sola!

¡Demasiada sal no es buena junto con demasiada resistencia a la orden de tu marido! Él gruñe esta vez.

¡Solo pásame ese maldito salero!; frunzo el ceño

¡Sobre mi cadáver!, ladra; Sanem, ¡no te irás a ningún lado sin decírmelo!