02. Padre perdonenos por nuestros pecados...

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SAMANTHA DOYLE, 26 AÑOS.

SAM.

Camino hacia él.

No hay nadie llevándome al altar, y ese pensamiento me duele en el corazón. Recuerdo sus ojos amables cuando decía mi nombre con tanto amor, como su lenguaje de amor era consentirme como la princesa que solia ser.

Un día serás mi muerte pequeña. Te amo demasiado.

Suspiro profundamente y alejó ese pensamiento, no es el momento de traer el pasado a mi presente. Me he esforzado por borrar todo lo que fui, todo lo que hice para llegar a ser solo Sam, la prometida del hombre más bueno que jamás he conocido.

Mentirosa mentirosa mentirosa.

No le hago caso a esa voz molesta, y me concentro en el hombre de metro ochenta, blanco como la nieve con su cabello rubio tan claro como la luz del sol. Sos ojos verdes me deberán y siento como mis piernas son dos gelatinas lamentables.

La música es sutil como la pedí, los invitados ni siquiera llenan un lado de las bancas. Todos invitados de él, todos odiándome por arrebatarles a su chico dorado.

Llego hasta él. Y veo como sus ojos brillan con lagrimas no derramadas, eso me hace a mi querer llorar pero lo contento, hace tiempo dejé de llorar, tuve que obligarme.

- ¡Wow! Eres tan hermosa cariño, soy tan afortunado por que me eligieras- dice cuando toma mi mano, mi sonrisa es de oreja a oreja, dudo que note que es falsa. No se me da bien los cumplidos, no cuando son todo lo que me recuerda a él.

- Te amo-. Me dice y deposita un beso en mi mejilla. El padre nos interrumpe con una mirada exasperada, le sonrío y luego veo a mi hombre.

- Yo más -. Contesto por instinto. Se me da terrible decirle que lo amo, no puedo decírselo a alguien tan fácil como salía salir de mi boca antes, incluso hoy, solo hay un hombre al que mi corazón ha pertenecido durante...

- Estamos aquí, para presenciar la unión en matrimonio de dos personas enamoradas- el padre corta mis pensamientos.

Es un alivio.

La iglesia cae en un silencio eterno. Escucho los latidos de mi corazón y me siento ansiosa y nerviosa. Fredd entrelaza nuestras manos sintiéndome más segura. El se inclina a mi odio y susurra.

- Tranquila. Estoy aquí, te amo-. Y con esas palabras mi ansiedad merma mucho. Fredd siempre sabe que decirme cuando estoy en un episodio malo, el siempre intuye mis deficiencias a tiempo me hace sentir amada.

Le sonrío esperando que vea mi seguridad ante la boda. Al principio, no quería casarme su familia me odia y la empresa en la que el es el jefe y yo recepcionista, también me odia. Me odian todos por haberme robado al bueno y maravilloso de Fredderick Mcguill.

El padre continua su liturgia con lentitud, y solo quiero gritar ¡Si acepto! Y mudarme con Fredd. Empezar esa nueva vida que tanto anhelo, ese momento donde al fin podamos estar juntos los...

Un estruendo espantoso me hace gritar en sorpresa y Fredd se tensa a mi lado. Todo pasa en cámaras lenta y a la vez tan rápido. No tengo tiempo de volver a ver que pasa cuando dos grandes manos fuertes me sujetan por detrás y grito en sorpresa.

LA VENGANZA DE EL CAPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora