Los gritos desgarradores resonaban contra las paredes de aquella sucias habitación, donde el papel tapiz qué cubría las paredes y las tablas del piso estaban bañadas en sangre espesa y reciénte. Mis manos engomadas también estaban mojadas con ese liquido y mi traje... bueno, mi costoso traje al igual que mi máscara estaban manchados de sangre completamente.
El olor que desprende este lugar es nauseabundo y la escena que lo adornaba es sadica y despiadada. Ya qué, por donde quiera que mires encontraras más de alguna parte del cuerpo o intestinos perteneciente a mis cuatro juguetes ya fallecidos.
Las manecias del reloj giran y giran marcando hora tras hora pero para mi, el tiempo se ha detenido y cada segundo que pasa es un bucle en el tiempo que se repite y se repite, permitiéndome gozar de mis nuevas inquisiciones, las cuales destrozo dolorosamente lento y tortuoso.
El sabor, olor y color de la sangre me provoca un extasis qué alimenta mi apetito, lo cual no es nada bueno para esos pobres infelices pues prácticamente los estoy cortando de a poco para beber de su sangre fresca y exquisita.
Además, no es de todos los días el permitirme saciar a mi bestia interior, quien tiene un gusto peculiar por beber el alma de los humanos y alimentarse de frescos, calientes y aun palpitantes corazones que debo extraer con mis propias manos con sumo cuidado de no reventar el órgano.
Suena asquerosamente inhumano lo se pero sin duda es un gusto que para mí es exquisito y que no tiene comparación alguna. Claro está que no voy por la vida arrancando corazones y chupando almas como se imaginan, no, yo lo hago con las personas que realmente son una basura en la sociedad y que realmente se han metido con lo que es mío.
Tales como estos insectos que actualmente estoy destrozando. Los muy hijos de la mierda se atrevieron a traicionarme y jugar conmigo pero vaya cara les salio su bromita.
-GIÀ! PER FAVORE TI PREGO! FINITEMI PER UN BEL TEMPO!! (¡YA! ¡POR FAVOR TE LO SUPLICO! ¡!ACABA CONMIGO DE UNA BUENA VEZ!!)- me implora mi actual juguete, el cual ya no tiene sus orejas, su diminuta polla, sus testículos, sus piernas y sus dos brazos; pero sus lamentos no me conmueven y solo me insitan a seguir cortando su piel y separando más partes de su cuerpo.
Mis dagas afiladas en forma de espadas pequeñas con hojas delgadas y puntiagudas trazan cortes limpios y profundos por donde quiera que los rozo sobre la piel del sujeto, quien chilla como cerdo en el matadero, lo cual me molesta un poco y mejor opto por callarlo, cortando su boca de un solo movimiento y separando su lengua de su cabidad.
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La sangre sale disparada en bitoques y sus lágrimas en cascadas se pierden en las heridas recientes que he hecho en sus mejillas. De su pecho nacen sonidos dolorosamente agonizantes pero a comparación de su griterio anterior, estos están mucho mejor.
