Touch

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Estarse saltando las clases para besarse en el laboratorio de química sonaba como un plan glorioso al inicio. Pero cuando los apuntes comenzaron a juntarse les pareció una idea muy mala.

Aún así, de vez en cuando aprovechaban las horas libres para esconderse en algún rincón de la escuela sin tener que arriesgarse tanto. 

Habían aprovechado las dos horas seguidas de sociales para estarse besando sin parar, como un par de tontos. Para luego aparecer como si nada a la hora de salida junto a sus amigos.

—¿En dónde estuvieron?—Les preguntó Stroll.

—Estuvimos jugando fut con los de tercero—Respondió Sergio antes que Max.

Él sabía que ellos lo sabían y si no, por lo menos lo sospechaban.

—Oigan, ¿Quieren ir a mi casa?—Cuestionó Daniel—Compre un nuevo Lego y creo que voy a necesitar ayuda.

Max y Sergio se miraron cómplices, sabiendo de alguna manera que ninguno quería ir.

—Me hubiera gustado ir. Pero mi papá me invitó a comer hoy —Esa mentira no sonó real, pero la dijo igual.

—Yo tampoco puedo. Tengo que acompañar a mi hermana al dentista.

—Max, tú no tienes hermanas—Charles se apresuró a decirlo.

—¿N-no? A-ah bueno, es una larga historia. Es mi prima hermana que es casi lo mismo—el revoltijo de palabras lo hizo darse cuenta que debía parar—Tengo que irme chicos, los veo mañana.

Y cuando se despidieron se les hizo raro que ambos caminarán en la misma dirección, como si fueran al mismo lugar.

—¿Esos dos están actuando muy raro o soy yo?—yuki fue el primero en hablar.

Leclerc asintió de inmediato, era más que obvio—Presiento que el grupo presenciará una nueva pareja este año…

—Dios no, eso es raro—Yuki dijo asqueado.

Luego de estar hablando un rato, Stroll se fue con su novio, Charles igual y afortunadamente para Daniel Yuki no saldría con Pierre.

Siempre es una tortura ser el soltero del grupo.

















Además de los salones, habían descubierto que el cine también era un buen lugar para besarse sin ser vistos. La mayoría de las personas se enfocan en la película, siempre estaban a oscuras y otras parejas aprovechaban la oportunidad igual.

Solo que ellos no eran una pareja.

Max se acomodó en el asiento—¿Cómo va el divorcio de tus padres?

—Horrible, Max—Le dio un par de mordiscos a su nacho—Veo a mi papá una vez a la semana, mi mamá trabaja todo el día y mi hermano está estudiando.

—Bueno, pero al menos no se pelean. Los míos deberían estar divorciados —sorbió el refresco al hablar con sinceridad.

—No quiero hablar de esto—imploró mientras se metía otro nacho a la boca.—No venimos aquí para hablar de nuestros problemas familiares.

Las luces se apagaron y ambos sabían que era cierto, no venían precisamente a ver cómo los jodidos X–Men volvían a salvar al mundo en otra película.

Cuando Sergio le puso la mano en el muslo para llamar su atención, fue una sensación extraña. Max pocas veces tomaba la iniciativa, eso no le gustaba, para alguien que siempre acostumbraba a ser líder no era satisfactorio, aunque Checo parecía ser el que más ansias tenía de experimentar nuevas sensaciones y eso de alguna manera terminaba incitando al rubio.

Para equilibrar sus acciones Max se acercó lento para darle un beso suave y lleno de parsimonia. Ante sus ojos el pelinegro era lindo, con las pecas en sus mejillas regordetas y un cabello sedoso. 

Michael interrumpió sus pensamientos cuándo soltó un gemido que seguramente los más cercanos alcanzaron a escuchar. En medio de la oscuridad, ambos se miraron fijamente con un sonrojo de por medio.

—¿Qué fue eso?

—¿Me mordiste?—Sergio se acarició los labios, lleno de sorpresa—Eso se sintió muy bien. Házlo otra vez.

El rubio lo hizo sin pensarlo dos veces. Está vez sentía una desesperación extraña por besarlo y hacer que su boca repitiera el sonido de hace un rato, era placentero. 

Cuándo volvió a morder su labio inferior soltó un jadeo sobre la boca del otro. Sergio puso su mano en la nuca del contrario para atraerlo aún más al beso. 

Era una nueva sensación, jamás habrían sentido el calor juntándose en su vientre y mucho menos sabían tocar un cuerpo ajeno.

Ambos se dejaron llevar por el calor que se les subía a la cabeza. Max lo había tomado por la cintura y Checo del cuello, pegando sus pechos cálidos con sus corazones retumbando a mil por hora. 

Emilian había visto algo una vez en una película de adolescentes tontos: besos en el cuello.

¿Eso se sentiría bien? 

Separarse por la falta de oxígeno fue una buena idea para hacerlo. Se acercó al cuello de Michael, quién se estremeció con solo sentir el aliento cálido sobre la piel. 

Sergio tampoco quiso quedarse atrás y metió sus manos por debajo de la camisa de Max. Tenía un estómago plano, lleno de lunares, eso le gustaba.

Y todo estaba sucediendo tan rápido, una experiencia demasiado precoz e instantánea.

Michael jamás se dio cuenta cuando fueron hechos los chupetones en su tez pálida ni Emilian se dio cuenta cuando las marcas de dedos se quedaron impregnadas en la piel de su estómago.

—¡Shhhhhhh!—cuando los callaron el ambiente caliente se apagó a su alrededor.

Jadearon con rudeza. ¿Qué había sido todo eso? A decir verdad, si no los hubieras callado ahí no se hubieran detenido hasta llegar a un punto sin retorno.

Tal vez eso es lo que pasaba con las parejas de los parques, se dejaban llevar tanto por lo que sentían aunque fuera un poco incómodo para los demás.

—Será mejor que veamos la película…

𝐕𝐈𝐑𝐆𝐈𝐍 (chestappen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora