Capítulo 1.

31 6 2
                                    

—Esa no es la manera en que un omega debería sentarse, y quita—esa—cara… a ningún alfa le agradaría ver a su futuro omega como un amargado. Perderá el interés en tí si te comportas como tú mismo.

—¿Se supone que eso sea malo?

Beomgyu, a pesar de expresar su enojo de todas las formas posibles, atendió a las órdenes de su padre omega.

Quizás incluso mientras no se daba cuenta, lo único que había obtenido de este lado de su progenie, era esa amargura característica.

No sólo se trataba de que se encontraba enojado desde que había sido ofrecido como un objeto de cambio, como el prometido para un hombre que había crecido con su padre alfa; sino que, en realidad, él siempre había encontrado muchos detalles de su vida que desencajaban con lo que quería.

Aunque sólo tenía diez años cuando supo que estaba atado a la vida de otro hombre, entendió muy pronto que lo que quería era mucho más que bajar la cabeza y aceptar su destino en silencio.
Ese jamás había sido él.

Su padre golpeó con la mano abierta su pecho,  con la suficiente fuerza para mostrar una amenaza.

—Guarda silencio, Choi Beomgyu. Los omegas no deben mostrar su descontento jamás.

—¿No es lo que estás haciendo también?

—Soy tu padre y sólo somos los dos aquí, así que cállate y obedece cuando yo lo pido.

Apretando los labios con enojo, Beomgyu maldijo en su cabeza.

Odiaba tanto esta parte de ser omega… Pero, siendo honesto: ¡odiaba todo sobre ser un omega!

Ser recatado, sensible y delicado.
Encontrarse dolorido y necesitado de atención con demasiada fuerza en algunas temporadas, era tan incómodo y contradictorio a sus sentimientos de asco y miedo cuando lo seguían por la calle o le buscaban la mirada para decir sucias palabras que lo intimidaban.

Odiaba tener que vivir con imposiciones no verbales que todos conocían y que, si no cumplía, era aún más acosado que de costumbre.

Cada parte de ser un omega era un constante perder-perder, a pesar de vivir privilegiadamente en comparación con otros de su misma casta.

Finalmente se desencorvó en su lugar, juntó las rodillas y colocó ambas manos sobre su regazo.

Aunque ya ni siquiera era bueno fingiendo sonrisas para quienes le desagradaban, se mantuvo sereno, esperando ver al hombre que iría a buscarlo para una primera cita previa al matrimonio.
Supuestamente, sería un enorme privilegio emparejarse a un alfa tan bien parecido y tan inteligente como en su caso, aunque este alfa tuviera casi treinta años más.

Tras pocos segundos, las nulas expectativas que tenía, lentamente se volvieron sólo un sentimiento vomitivo en su estómago al mirar entrar a un hombre de unos cincuenta y tantos años, con el cabello negro corto manchado de puñados blancos, con ninguna arruga en el rostro pero la mirada más envejecedora.

Beomgyu ya podía sentir que le robaba su energía sólo con el primer encuentro de sus miradas.

Se puso de pie detrás de que lo hiciera su padre.

Difícilmente, dejó que el hombre besara el dorso de su mano, pero la discreción le falló cuando se limpió sobre la ropa con disgusto.

Durante la cena, Beomgyu no pudo dejar de mirar a su lado, la panza que sobresalía de la cinturilla de los pantalones negros del alfa.
No era que el tamaño de la barriga fuese importante para él, pero esta parte en específico, era una clara señal del tipo de adulto que había sido el hombre, con todo el cuerpo delgado excepto ese punto.
Un poco cervecero, no era como le habría gustado imaginarlo, pero lo parecía.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Nov 10 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Osito de gomaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora