7 days of kink |Drarry|

Día 7: Striptease

Las leves luces que acompañaban el lugar daban la sensación de estar a punto de presenciar el mejor show de su vida. Un montón de luces rosas y moradas se distribuían por toda la habitación, incluso el sillón en el que estaba sentado estaba lleno de aquellos colores tan extravagantes. Esperaba impaciente por saber cuál era la sorpresa que Harry había preparado para su aniversario, todo había sido perfecto hasta ese momento, tenía una copa de su vino favorito, el lugar olía a vainilla y estaba seguro de que la espera tenía que valer totalmente la pena.

Harry apareció detrás de él, sus delicadas manos cubrieron sus ojos mientras que sus labios repartían besos sobre su cuello. Se estaba dejando hacer bajo aquel cálido tacto, las manos de Harry eran hábiles sobre su cuerpo, y sus labios pequeños y redondos sabían cómo marcar cada centímetro de su piel. El sonido de una melodía comenzó a expandirse en la habitación al mismo tiempo que abría los ojos, los bonitos ojos de Harry lo recibieron hasta de ser besado.

—¿Listo para tu regalo? —Preguntó el moreno antes de alejarse de él.

—Siempre estoy listo.

Harry comenzó a bailar frente a él, sus caderas se movían al ritmo de la música mientras que con sus largos dedos repasaba sobre su cuerpo apenas cubierto. Y es que el pelinegro traía puesto un diminuto calzoncillo que remarcaba su miembro y levantaba más su redondo y firme trasero, las alas de ángel y la diamantina dorada sólo lograban resaltar más su belleza única.

Harry se movía con suma delicadeza, cada uno de sus movimientos eran más eróticos que los anteriores. Verlo era el mayor placer que pudo tener, la piel de Harry brillaba, contrastando contra los colores que vivían en la habitación, sus labios semi abiertos, redondos, pequeños y carnosos lo incitaban a querer besarlo. Su cuerpo era la gloría misma, mientras lo veía mover el trasero que se marcaba bajo la tela de su calzoncillo, pensaba en que todo aquello le pertenecía, las largas y estilizadas piernas que se movían ágilmente, las curvas de su cuerpo que se dejaban ver bajo a aquella luz, su rostro pintado en un leve color carmesí y su cabello negro que parecía estar diseñado para ser indomable como su propio dueño.

Harry se dejó caer al suelo de rodillas, lo vi arrastrarse hasta su sillón, donde lo obligó a abrir las piernas. El pelinegro acariciaba su cuerpo, sobre todo en aquella zona que guardaba su miembro semi erecto. Aquel sensual baile comenzaba a ser más atrevido, Harry jugaba con su cuerpo, le ofrecía una completa vista de lo que hacía en él.

Había perdido completa razón de la música que sonaba en la habitación y las luces que adornaban el lugar. Sólo se concentraba en Harry, en sus manos que se deshacían de la tela que cubría su miembro y jugaba febrilmente con la cordura que tenía. Sentir las cálidas manos masajeando su pene lo excitó más, Harry lo masajeaba, pero al mismo tiempo seguía moviendo sus seductoras caderas. Jadeo al sentir la boca de Harry, chupaba desde la base hasta la punta mientras unas de sus manos se encargaban de jugar con sus testículos, sentía que con aquello podía correrse, sobre todo cuando el rostro del moreno parecía tan concentrado en hacerle la mejor mamada del año.

—Harry eres tan bueno. —Gimió mientras aferraba sus dedos a la cabellera negra, Harry trato de afirmar causando una vibración en su garganta que estimulo su ya hinchado miembro.

—Me alegra que te guste mi regalo mi amor.

Harry sonreía descaradamente, sabía que en ese momento tenía el control sobre él y sus decisiones. Cuando dejo de ser chupado sintió una expresa necesidad por terminar y correrse, pero poco le duró cuando Harry se montó sobre él y comenzó a mover la caderas. Aquel calzoncillo era la única barrera que le impedía introducirse dentro del pelinegro, ansiaba poder hacerlo desde hace un rato.

Su boca viajó hasta los rozados pezones. Harry seguía moviéndose encima de él, mientras que él se encargaba de chupar y lamer la delicada zona que lograba sacar algunos gemidos de su moreno. Estaba tan concentrado en ese momento, en su mejor regalo de aniversario que probablemente nunca lograría equiparar, ni con mil y un regalos. De nuevo las hábiles manos de Harry se encargaban de sacar cada uno de los botones de su camisa, sus manos eran distraídas, jugaban con la tela para después seguir deslizándose.

—Te quiero dentro de mí Draco.

Estaba disfrutando su regalo al máximo. Harry se había levantado únicamente para quitarse el diminuto calzoncillo que lo cubría. El calzoncillo bajaba por sus estilizadas piernas, desde ahí podía ver el trasero elevado, redondo y perfecto que se comería su polla hasta el fondo.

—¿Tienes lubricante?

—Te quiero dentro de mí, sin lubricante o preparación. — Harry no preguntó, sólo se montó sobre él antes de tomar su boca y comenzar a besarlo profundamente.

Sintió como el cuerpo del moreno se tensaba cuando intentaba bajar sobre su polla, debía arder y doler hacerlo sin lubricante o previa preparación. Harry lucía decidido en el momento que se dejó caer, su rostro se recargo sobre su hombro y su respiración era agitada. Trató de reconfortarlo bajo un abrazo, besos y caricas.

—Feliz aniversario cariño. — El moreno rio ante su estupidez, aquellos bonitos ojos verdes estaban cristalizados, aunque seguían conservando el aspecto feroz.

—Feliz aniversario mi amor.

Las caderas de Harry se movieron, con movimientos lentos y circulares que de apoco comenzaban a escalar. Al inició el pelinegro se sentía tenso, después su cuerpo comenzó a relajarse y ser más rápido en sus movimientos. Subía y bajaba sobre su pene, golpeando su próstata y arrancando gemidos de ambas partes.

Él estaba a punto de correrse, entre las manos que aún se dedicaban a moverse sobre su cuerpo, las caderas del moreno que ondulaban al ritmo de la música y la estrechez con la que su miembro era presionado, era suficiente. Su liberación llegó como la emoción más fuerte, apretó sus manos a las caderas del pelinegro mientras ahogaba un gemido en los besos del otro.

Harry no tardó en alcanzarlo cuando sintió las vibraciones de su pene, ambos quedaron llenos de semen, purpurina dorada y sudor. Sus respiraciones se acompasaban al mismo tiempo que la última canción terminaba de sonar, incluso las luces cambiaron el brillante blanco que siempre los acompañaba.

—¿Bailaras para mí más seguido?

—Siempre que tú quieras.

Honestamente se me había olvidado la existencia de esto jajaja. 

Me tiran un grito si ven algo mal, solo le hice copy and paste xd. 

Besos  y abrazos a todosssss.