El legado de los dragones

parte tres: El despertar de los sellos

Liora no podía sacudirse el peso de las palabras de Kiran. "Un llamado para todos los dragones sellados." Las implicaciones eran devastadoras. La última vez que los sellos se rompieron, el reino de Drakoria fue casi reducido a cenizas. ¿Por qué ahora? ¿Por qué ella?.

El eco del rugido del dragón oscuro aún resonaba en el aire cuando Kiran se apartó de su lado. Parecía estar escuchando algo, una especie de susurro lejano. Liora sintió un extraño frío recorrer su espina dorsal. Luego, sin previo aviso, el príncipe de hielo extendió la mano y trazó un símbolo en el aire. La runa brilló con un fulgor azul y, de la nada, se materializó un portal ante ellos, chispeando con energía helada.

—Ven conmigo —ordenó Kiran, con su mirada fija en el vórtice gélido.—¿Qué? ¿A dónde? —protestó Liora, pero él ya había entrado.Sin más opciones, ella lo siguió. Al cruzar el portal, la rodeó un viento helado que la hizo estremecerse. El aire cambió repentinamente, y aparecieron en lo alto de una montaña que nunca había visto. Frente a ellos se alzaba una puerta antigua, tallada con intrincados relieves de dragones. Parecía latir con una energía oscura, casi como si tuviera vida propia.—Esta es la puerta del Primer Sello —dijo Kiran, su voz ahora cargada de una seriedad que Liora no le había visto antes—. Aquí es donde empieza todo.

Antes de que pudiera preguntar qué significaba eso, la puerta se abrió con un crujido. La oscuridad en su interior era tan profunda que parecía absorber la luz alrededor. Liora sintió un tirón en su pecho, como si algo la llamara desde la otra orilla, y sin pensar, dio un paso al frente.Dentro de la caverna, el aire era espeso y cada respiración ardía en sus pulmones. La caverna se abría a una vasta cámara subterránea, donde un círculo de pilares antiguos rodeaba un altar central. Encima del altar yacía un huevo de dragón, pero no era común. Su cáscara brillaba con un resplandor dorado, surcado por vetas negras que latían como si fueran venas.—El huevo del Dragón Primordial —susurró Kiran—. Se dice que contiene el poder de despertar a todos los dragones que han dormido durante siglos.

Sin previo aviso, el huevo comenzó a brillar con más fuerza. Liora dio un paso atrás, pero era demasiado tarde. Un destello cegador inundó la cámara, y el aire explotó en un torbellino de fuego y viento. Al abrir los ojos, lo primero que vio fue la figura de un dragón naciendo de la cáscara rota. Pero no era un dragón común. Sus escamas cambiaban de color constantemente, pasando de un dorado radiante a un negro profundo, como si la luz y la sombra lucharan por dominar su forma.El dragón levantó su mirada hacia Liora, y ella sintió que el tiempo se detenía. Su mente fue invadida por una voz profunda y antigua: "Tú has despertado el principio y el fin. El equilibrio ha sido roto. El legado de los dragones te pertenece ahora, pero también su condena."El aire alrededor de Liora se cargó de energía, y sintió como si su cuerpo se estuviera dividiendo en dos. Un dolor abrasador recorrió sus venas, mientras la llama ancestral que había absorbido se mezclaba con una nueva magia oscura. Su piel brilló momentáneamente con símbolos dorados que parpadeaban como fuego vivo.Kiran corrió hacia ella, pero un campo de energía lo repelió. —¡Liora! —gritó, impotente.En un último destello de consciencia, Liora cayó de rodillas, y la caverna se llenó de un rugido que no era del dragón, sino suyo propio. Sentía cómo algo despertaba dentro de ella, algo poderoso y peligroso. El dragón la observaba con un interés casi humano, como si estuviera esperando ver en qué se convertiría.Finalmente, la energía disminuyó y Liora se desplomó en el suelo. La voz en su mente se desvaneció, dejándola en un abismo de silencio. Lo último que escuchó antes de perder el conocimiento fue la voz de Kiran, susurrándole al oído: —El despertar ha comenzado... y tú eres la llave...