Capítulo 1: Ojos en la nuca

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A Juliana le gustaba el perfume de Felipe.
A Felipe le gustaban los ojos de Juliana.
A Juliana le gustaba la sonrisa de Felipe.
A Felipe le gustaba el pelo de Juliana.
Juliana era castaña y de ojos verdes.
Felipe era morocho y de ojos marrones.
Juliana tenía 19.
Felipe tenía 20.
Juliana vivía sola en un departamento en calle 3 y 48.
Felipe vivía con un amigo en calle 7 y 60.
Juliana estudiaba psicología.
Felipe estudiaba ingeniería civil.
A Juliana la mantenían sus papás, Eduardo y Marcela, que estaban juntos desde hacía 25 años.
Felipe trabajaba de lunes a jueves de repartidor en una farmacia porque a sus papás no les alcanzaba para mantenerlo y él quería estudiar. Ellos se llamaban Roberto y Romina, y estaban separados desde que él tenía dos años.
Juliana tenía dos hermanas, Pamela y Renata.
Felipe tenía un hermano que se llamaba Juan.
La primera vez que Juliana vio a Felipe él ni siquiera la registró.
La primera vez que Felipe vio a Juliana le clavó los ojos en la nuca.

Juliana se dio vuelta y cuando cruzaron miradas se puso tan nerviosa que se le cayó el mate de la mano. Se murió de vergüenza, la yerba estaba desparramada por todo el buffet de la facultad. Ella quiso salir corriendo, bajó la vista, levantó el mate y cuando estaba a punto de acercarse al mostrador para pedirle un trapo al vendedor de turno Felipe se acercó y le dijo

—¿Me parece a mi o esto fue mi culpa? No te quería poner nerviosa, perdón— dijo con cara de flaco que se las sabe todas

—¿Y quién te dijo que yo me puse nerviosa por vos? No estoy nerviosa, se me resbaló en mate de la mano, nada más, no te hagas el capo— respondió irónica Juliana

—No me hago el capo, soy capo, pero esa es una conversación que vamos a tener en otro momento. Igual no te hagas drama, suelo causar esa impresión en las chicas

—Lo único que me causas es rechazo así que por favor andate así termino de limpiar esto

—Bueno tranquila, te quería ayudar nada más. Ya me voy, pero antes necesito saber ¿Cómo te llamas?

—No te voy a decir, si querés saber averigualo

—Así que sos de esas. Bueno un placer conocerte Cenicienta, yo me llamo Felipe. Ya nos vamos a volver a encontrar igual

Felipe se acercó caminando a la puerta del buffet para ir a tomar el colectivo que lo dejaba en su facultad porque si no se apuraba iba a llegar tarde. Había acompañado a Pedro a rendir un final porque la última vez había desaprobado y sabía que su amigo necesitaba su apoyo.
Juliana miraba a Felipe con bronca mientras se iba y lo único en lo que podía pensar era en que lo detestaba, pero quería volver a verlo.

Juliana y Felipe- Felipe y Juliana Donde viven las historias. Descúbrelo ahora