Prefacio

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Un suspiro lleno de hastío escapó de sus labios, junto con los pocos ánimos de querer permanecer hasta tarde en esa sofocante oficina.

Sino fuera porque aún podía escuchar el sonido de murmullos y pasos fuera de la habitación, podría llegar a creer que era el único en las instalaciones.

Sin embargo, no era así. Había alguien más que también solía quedarse más allá del horario laboral.

Bakugo sabía perfectamente de quién se trataba, y lo detestaba. En verdad lo odiaba.

Cuando ingresó a trabajar en aquella compañía luego de graduarse de la universidad, tuvo como objetivo demostrar sus habilidades e imponerse por encima de sus compañeros de trabajo. Todo aquello se estropeó cuando ese sujeto entró a trabajar en dicho lugar, Izuku Midoriya.

No era un completo desconocido para él, por desgracia. Bakugo había cursado la misma carrera y compartido las mismas clases con aquel tipo. Inclusive desde ese entonces, se había ganado la antipatía del rubio. Tenía la impresión de que ese "perdedor" solo buscaba opacar sus logros en cada pequeña oportunidad.

No quería admitirlo, pero en el fondo lo envidiaba un poco. Se había ganado el afecto de todos sus compañeros de universidad sin siquiera intentarlo, mientras que él siempre había estado luchando por no quedarse atrás.

Pensó que al iniciarse por fin como agente ejecutivo eso terminaría. Detestaba lo equivocado que había estado.

Bakugo entrecerró los ojos con cansancio. Necesitaba terminar de revisar aquellos informes antes de permitirse salir. Cualquiera habría preferido dejar el trabajo pesado para el día siguiente, pero él no era así.

Por ello, intentó enfocar la vista y seguir en lo suyo por un rato más. Al principio lo consiguió, y pensó que trabajar bajo presión era lo suyo. Casi una hora más tarde, sus ojos volvían a cerrarse y se forzaba a parpadear para no caer rendido por el sueño.

¡Eran solo unos estúpidos informes!

¡No podía quedarse dormido!

Bakugo estaba seguro de que lo único que lo mantenía aún despierto era su fuerza de voluntad, y no tenía pensado rendirse.

Él apoyó su mejilla contra su puño, mientras que con la mano libre seguia pasando los documentos impresos de forma casi mecánica. Estuvo por ahogar un bostezo cuando unos golpes en la puerta lo interrumpieron.

Casi pudo sentir como su cuerpo se tensaba de inmediato.

—Bakugo-san, disculpe, ¿puedo pasar? —la voz de Midoriya se dejó oír del otro lado, con cierto tono nervioso.

El hombre de cabellos rubios resopló de mala gana, sin negar o dar ningún permiso.

—¿Qué quieres?

—Le traje un café, p-pensé que podría necesitarlo.

El aludido frunció el ceño con desagrado.

—Yo no te pedí nada —masculló —. Sólo vete.

Pensó que con ello dejaría de insistir. Bakugo volvió a equivocarse.

—P-pero, lleva encerrado allí por más de tres horas, incluso yo... —el otro hizo una pausa, con un ligero carraspeó —. No es saludable que esté trabajando sin parar, Bakugo-san. Si me lo permite podría...

—¡Ya te dije que no quiero nada! —le espetó, perdiendo los nervios y mirando a la puerta con enojo —¡Ocúpate de tus asuntos, idiota!

Tras unos segundos, y luego de escuchar un intento de disculpa, unos pasos se alejaron con prisa. Bakugo contuvo las ganas de emitir un gruñido y simplemente apretó los puños.

No necesitaba ni al torpe de Izuku Midoriya ni el reconocimiento de sus compañeros de trabajo. No necesitaba a nadie.

Fue así como el agotamiento fue dejado a un lado, y el eco de sus propias frustraciones se convirtió en un impulso para terminar de revisar todos los documentos restantes. Cuando salió de la oficina, notó con cierta satisfacción que era el único en el lugar.

Bakugo le dirigió una mirada fugaz al cubículo de aquel sujeto, antes de pasar de largo y dirigirse a la salida. Cuando se hallaba en el estacionamiento y estaba por subir a su auto, el teléfono vibró en su bolsillo.

Era una notificación entrante.

«Deku actualizó un nuevo capítulo de 'Fragmento escarlata'».

Sus labios se curvaron en una sonrisa sin poder evitarlo. Al menos podría leer su fanfic favorito antes de irse a dormir.

Entre palabras sueltas || BakuDekuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora