Capítulo 3

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Esa misma noche, Viviana estaba en su cama, dándole vueltas a lo que había pasado en el mirador. No podía dejar de pensar en la forma en que Sael la había mirado, en el breve roce de sus manos, y en cómo su corazón había dado un salto inesperado. Nunca había sido de esas chicas que se emocionaban con facilidad, pero algo en él despertaba una curiosidad que no podía ignorar.

Mientras intentaba concentrarse en su tarea de matemáticas, su celular vibró sobre la almohada. Al verlo, una pequeña sonrisa apareció en su rostro. Era un mensaje de Sael.

Sael: "Hey, ¿ya te recuperaste del paseo de hoy?"

Viviana soltó una pequeña risa, recordando cómo ambos habían terminado exhaustos después de la caminata hasta el mirador.

Viviana: "¿Recuperarme? Por favor, tú eras el que estaba casi muriendo al final."

Sael: "¡Hey! No es mi culpa que ese mirador esté en la cima del Everest."

Viviana: "Claro, claro, excusas de turista. Aquí los locales lo subimos sin problemas."

Sael: "Ah, entonces es por eso que me dejaste cargar con la mochila todo el tiempo, ¿verdad? Para que yo sufriera más."

Viviana: "Obvio. Todo estaba fríamente calculado."

Sael: "Me lo imaginé. Eres más astuta de lo que pareces, Viviana."

Viviana se acomodó mejor en su cama, disfrutando de la conversación ligera. Con cada mensaje, sentía cómo la tensión que había sentido en el mirador se desvanecía, reemplazada por una complicidad divertida.

Sael: "En serio, gracias por hoy. La pasé muy bien."

Viviana: "Yo también. La verdad es que estuvo mejor de lo que esperaba."

Sael: "¿Mejor de lo que esperabas? ¿Eso quiere decir que no tenías muchas expectativas?"

Viviana: "¡No! Solo que... ya sabes, no suelo salir con chicos que apenas conozco."

Sael: "Ahhh, entiendo. ¿Te sentías en peligro? Porque la verdad, si yo fuera tú, también tendría miedo de alguien que no aguanta subir una colina."

Viviana: "Jajaja, no, no es eso. Solo que no suelo hacer planes tan de repente. Pero fue divertido. Me alegro de haberte conocido."

Sael: "Yo también me alegro. Aunque siento que fue el destino el que me llevó a lanzarte esa pelota ayer..."

Viviana: "¿El destino? O sea, ¿me estás diciendo que fue intencional? ¿Planeaste todo?"

Sael: "Totalmente. Llevaba días calculando la trayectoria exacta para que la pelota llegara justo a tus pies."

Viviana: "¡Wow! Todo un estratega. ¿Y cuál era el plan después de eso? ¿Desaparecer misteriosamente y hacer que me obsesionara contigo?"

Sael: "Básicamente. Pero parece que no salió tan bien como esperaba, ya que estamos hablando de eso abiertamente."

Viviana: "Sí, creo que te faltó algo de misterio. Tienes que trabajar en eso si quieres que funcione."

Sael: "¿Consejo de experta? Lo anotaré para la próxima vez."

Viviana no podía dejar de reírse. Sael tenía esa habilidad para hacer que las cosas fluyeran con naturalidad. Incluso en broma, lograba crear un ambiente cómodo, uno en el que podía relajarse sin preocuparse demasiado por las formalidades.

Viviana: "Bueno, si necesitas más consejos, ya sabes a quién llamar."

Sael: "Definitivamente. Por cierto, ¿qué haces ahora?"

Viviana: "Intentaba hacer tarea, pero claramente estoy fallando en eso."

Sael: "¿Tarea? ¡Qué responsabilidad! ¿Qué estás haciendo?"

Viviana: "Matemáticas. Lo típico."

Sael: "Oh no. Matemáticas."

Viviana: "Exacto. Mi peor enemigo. Y después de toda la caminata de hoy, mi cerebro ya no da para más."

Sael: "¿Quieres ayuda? Soy pésimo en matemáticas, pero puedo ofrecer apoyo moral."

Viviana: "Jajaja, dudo que eso me sirva. Aunque un poco de distracción nunca está mal."

Sael: "Bueno, soy experto en distracciones inútiles, así que puedo ayudarte con eso."

Viviana: "No lo dudo. A ver, ¿qué distracción tienes en mente?"

Sael: "¿Sabías que las ardillas olvidan dónde entierran el 50% de sus nueces?"

Viviana: "Jajajaja, ¿qué? ¿De dónde sacas eso?"

Sael: "No subestimes mis conocimientos inútiles. Tengo muchos."

Viviana: "Ok, eso definitivamente no lo sabía. Tienes talento para las cosas más random."

Sael: "Lo sé, lo sé. Solo trato de impresionar."

Viviana: "Ajá, ¿y cuántas nueces has enterrado tú?"

Sael: "Ninguna, porque soy más listo que las ardillas. Nunca las enterraría en primer lugar."

Viviana: "Oh, claro, claro. Un genio entre ardillas."

Sael: "Exactamente. Aunque ahora que lo pienso, igual sería divertido ver si alguna vez encuentras las que yo enterré... metafóricamente hablando."

Viviana: "¿Estás intentando ser profundo con una metáfora de ardillas?"

Sael: "Lo intento, pero parece que no está funcionando."

Viviana: "Jajaja, bueno, punto por el intento."

Hubo una breve pausa, y Viviana se dio cuenta de que había pasado casi una hora intercambiando mensajes con Sael sin darse cuenta de cómo volaba el tiempo.

Sael: "Oye, en serio. ¿Qué tal si mañana hacemos algo más? Prometo que no habrá caminatas largas esta vez."

Viviana lo pensó por un momento. Le gustaba la idea, pero tampoco quería parecer demasiado disponible. Sin embargo, la idea de pasar más tiempo con él era tentadora.

Viviana: "¿Y qué tienes en mente?"

Sael: "Podríamos ir por algo de comer, o simplemente caminar por el pueblo. Prometo no arrastrarte hasta la cima de otra colina."

Viviana: "Hmm... suena tentador. ¿Cómo sé que no tienes un plan maestro detrás de esto?"

Sael: "Tendrás que confiar en mí. Aunque, si lo prefieres, puedes ser tú la que haga el plan esta vez. Así no corres riesgos."

Viviana: "Trato hecho. Mañana yo decido."

Sael: "Perfecto. Solo dime la hora y estaré allí."

Viviana dejó escapar un pequeño suspiro, sintiendo cómo la emoción volvía a recorrerla. Sael era un enigma divertido y encantador, y no podía negar que estaba disfrutando cada momento que pasaba con él, incluso si solo era a través de mensajes.

Viviana: "Mañana a las 4 en la plaza. No llegues tarde."

Sael: "Jamás llegaría tarde. ¡Nos vemos mañana! Buenas noches, Viviana."

Viviana: "Buenas noches, Sael :)"

Al dejar el celular en su mesita de noche, Viviana no pudo evitar sonreír. Estaba claro que había algo especial en él. No sabía hacia dónde los llevaría esto, pero por primera vez en mucho tiempo, sentía que las cosas podrían estar tomando un giro inesperadamente emocionante. Y esa sensación la hacía dormir esa noche con una sonrisa tranquila en el rostro.

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