En efecto, nunca saldré de este piso derrotada, a diferencia del "querido" sobrino de Mr. Arnold. En un inicio pensé que se trataba de un simplón más de este lugar, pero ahora resulta que es el nieto legítimo del fundador de la Firma de Abogados Arnold.
No negaré, puede tratarse de un incompetente al que su propia familia necesita probar para cerciorarse si da la talla. Competir con un inepto es pan comido, pero si por alguna razón no es tan incapaz, como me lo imagino, tendré que usar todas mis armas para aplastarlo. Lo cual reconozco que sería un auténtico placer.
Ahí viene, con una caja llena de sus pertenencias, para establecerse precisamente en ese escritorio frente al mío. Eso solo denota que no pudo convencer a su tío cuando me pidieron que me retirara para hablar a solas. Intento no levantar la vista del portátil pero es inevitable. Veo como la chusma del departamento se queda atónita con su presencia. ¡Por dios, ni que fuera Tom Cruise!
Rick Haughton, el típico espectáculo visual que irrita mis ojos y mi futuro rival, avanza por el despacho con gracia y naturalidad, les sonríe a todos. Su saludo tan dulce me pone alerta. Él sabe agradarle a las personas, a diferencia de mí. No hay nada más peligroso que alguien que sabe hacer aliados, en eso él me lleva mucha ventaja.
- Hola de nuevo, Elena.
- Licenciada Robin - le espeté de mala gana volviendo a centrarme en el portátil.
- Como usted diga, Licenciada. - creí una vez más que guardaría silencio, pero eso sería mucho pedir para alguien como él - Pienso que ahora se verá obligada a hablarme por los próximos meses.
- Haré lo posible para no llegar a ese punto. No me pagan por socializar con otros empleados - dije cortante.
Él soltó una risa como si algo le hiciera especial gracia. Yo lo ignoré. Se dirigió a su escritorio y comenzó a desempacar su material de oficina. Luego trabajó en silencio como si realmente yo no estuviera a poco más de tres metros de él. Su actuar en las próximas cuatro horas me sorprendió, pero a la vez fue un alivio, pude adelantar gran parte de mi trabajo. Estar encerrada en la misma oficina con el sobrino del dueño de la firma no fue tan molesto como me lo imaginaba, resultó ser muy silencioso cuando trabaja.
La paz duró poco cuando Maggie, mi asistente irrumpió en la oficina, llegando tarde otra ve. Este mes es la cuarta vez que sucede algo así, pero tiene sus motivos.
Maggie Stewart es una de las empleadas más antiguas de esta firma, me atrevería a decir que fundadora, y lo más probable es que haya conocido al abuelo de Rick Haughton. Es una señora de unos cincuenta y tantos, bajita, de complexión robusta y cabello cobrizo, que suele caminar tambaleando su cuerpo como los pingüinos de Happy Feet.
El motivo de sus llegadas tarde es una madre muy anciana con alzheimer y una hija drogadicta -que de hecho tiene mi edad-. Aunque mi relación no es cordial con nadie aquí, ella es de las pocas personas a las que le dirijo la palabra. Siento lástima de su situación y pienso: ¿cómo se sentiría mi madre si yo hubiera seguido los mismos pasos de la hija de Maggie? A pesar de todos sus problemas ella siempre tiene muy buena vibra, estoy segura que en otra vida fue caribeña, y es el alma de este despacho.
- ¡Buenos días...! - se sorprendió al ver a mi nuevo compañero de oficina
- Su cara me parece conocida, se parece tanto a...
Él se levantó de su asiento y se fue a estrecharle la mano. Yo permanecí en mi silla atenta a todo lo que sucedía. Maggie está embelesada de ternura, como si hubiera visto un fantasma, realmente resulta complicado describir su expresión. Lo que si me da mucha gracia es como debe mirar hacia arriba para verlo. Él es muy alto y ella es sencillamente pequeñita al lado suyo.
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QUIERO APLASTARTE
RomanceEs una abogada billante y lo sabe, pero el verdadero problema de Elena es su carácter. Tras la llegada de Rick a su departamento se le impone un gran desafío que puede saciar sus ambiciosas metas. Es la mejor abogada de la firma para la que trabaja...