Habían pasado tres días desde la última vez que escuché aquel grito en la casa de los Jeon. Desde entonces, mi mente no dejaba de darle vueltas al misterio de Soojin y la conexión que parecía tener con la llegada de esa familia al pueblo. Los rumores, las miradas llenas de sospecha... todo parecía apuntar hacia ellos.
Durante esos días, Chae venía a visitarme a casa con frecuencia. Cada vez que llegaba, tenía algo nuevo que contar sobre Jungkook. Había algo en su tono, en la manera en que hablaba de él, que me ponía incómoda, aunque intentaba ignorarlo.
—"Hoyeon, tienes que verlo, Jungkook y yo... estamos aún más cerca," —dijo Chae un día, con una sonrisa pícara—. Entre nosotros hay más besos, toqueteos... ya sabes, sexo.
—"Eso no me sorprende," —respondí, intentando sonar despreocupada. Sabía que Chae siempre había sido un poco más abierta con esas cosas, y sus padres le daban bastante libertad—. Solo espero que él no esté jugando contigo, Chae. Me preocupa que te haga daño.
—"Ay, Hoyeon, no seas tan dramática," —rió ella, encogiéndose de hombros—. Él no me va a hacer daño, lo tengo todo bajo control.
Pero, en el fondo, mi preocupación no desaparecía. Jungkook era un misterio, y aunque Chae confiaba en él, yo no podía sacudirme la sensación de que algo oscuro se escondía detrás de esa fachada.
Esa tarde, Chae me invitó a dar un paseo al parque. Dijo que quería hablar sobre Soojin y recordarla un poco. Mientras caminábamos, nos mantuvimos en silencio, cada una perdida en sus propios pensamientos.
—"La extraño, ¿sabes?" —dijo Chae, rompiendo el silencio finalmente—. No puedo creer que simplemente... desapareciera. ¿Dónde estará? ¿Quién... quién podría hacerle algo así?"
La miré y asentí, apretando los labios. La pregunta de si Soojin estaba viva o muerta me atormentaba desde el día de su desaparición, y el hecho de no tener respuestas solo aumentaba mi inquietud.
Nos quedamos en silencio de nuevo, apreciando el paisaje, cuando el teléfono de Chae sonó. Ella se alejó un poco para contestar, y después de unos minutos volvió hacia mí con una sonrisa misteriosa.
—"Acompáñame a la casa de Jungkook," —me dijo, como si fuera lo más normal del mundo.
—"¿A la casa de Jungkook?" —pregunté, sintiendo una ligera incomodidad—. ¿Para qué?
—"Es que... quiero verme con él, y además, él también te invitó," —respondió Chae con una risita. No me quedó más opción que seguirla.
Llegamos a la casa de los Jeon, una mansión imponente que parecía aún más siniestra bajo la tenue luz del atardecer. Jungkook fue quien nos abrió la puerta, con esa sonrisa enigmática que siempre me hacía sentir como si supiera algo que yo no.
—"Bienvenidas," —dijo, su mirada oscura se detuvo en mí por un segundo antes de dirigirnos a la cocina—. Hoyeon, es un gusto verte de nuevo.
—"Igualmente," —respondí, sintiendo una extraña incomodidad mientras lo seguíamos hacia el interior de la casa.
Una vez en la cocina, me di cuenta de que la tensión entre Jungkook y Chae era palpable. Se lanzaban miradas cargadas de insinuación, y aunque Chae parecía cómoda, yo no podía dejar de sentirme nerviosa. Había algo en él que me ponía en alerta, una sensación extraña que no lograba comprender del todo.
—"Voy al baño," —dijo Chae de repente, dejándonos solos.
El silencio que dejó su partida llenó el aire de una tensión incómoda. Intenté evitar la mirada de Jungkook, pero él no tardó en acercarse, rompiendo la distancia entre nosotros. Sus ojos oscuros se clavaron en los míos, y una leve sonrisa apareció en su rostro.
—"Parece que estás celosa," —dijo, su tono despreocupado, pero sus palabras llenas de provocación.
—"¿Celosa? Por favor," —respondí, cruzando los brazos, aunque la cercanía entre nosotros hacía que mi corazón latiera con fuerza—. No me interesa lo que hagas con Chae. Solo... no quiero que la lastimes.
—"¿Por qué piensas que la lastimaría?" —preguntó, inclinándose un poco hacia mí, como si quisiera provocarme aún más—. Tal vez deberías preocuparte menos por ella... y más por ti."
Su cercanía me hacía sentir atrapada, y su mirada intensa parecía buscar algo en la mía, algo que yo no estaba dispuesta a darle.
—"Solo quiero que sepas," —dije, manteniéndome firme—, "que si estás usando a mi amiga para algo, te lo haré pagar."
Jungkook soltó una suave risa, su rostro demasiado cerca del mío. Podía sentir su aliento, y eso solo aumentaba la tensión entre nosotros.
—"No estoy usando a nadie, Hoyeon," —dijo en voz baja, sus ojos fijos en los míos—. Pero creo que tú tienes una imagen equivocada de mí.
—"Entonces, demuéstralo," —le reté, sin apartarme—. No soy tan fácil de engañar, Jungkook.
En ese momento, escuché el sonido de pasos detrás de mí. Me giré rápidamente y vi a Chae de pie en la puerta, observándonos con una expresión de sorpresa. Dimos un paso hacia atrás, intentando disimular la cercanía que había entre nosotros.
—"¿Interrumpo algo?" —preguntó Chae, su mirada pasando de Jungkook a mí.
—"No, claro que no," —respondió Jungkook, rápidamente—. Solo estábamos... hablando.
—"Voy al baño," —añadí, excusándome antes de que la situación se volviera aún más incómoda.
Salí de la cocina y empecé a buscar el baño, pero la casa era un laberinto de pasillos y puertas. Mientras caminaba, me encontré con un pasillo oscuro al final del cual algo parecía llamar mi atención. Sin pensarlo demasiado, seguí adelante.
Mientras avanzaba, el suelo crujió bajo mis pies, y sentí que una de las tablas del suelo estaba ligeramente levantada. Me agaché para examinarla y noté un hueco pequeño, pero suficientemente grande para que una persona entrara por ahí. Mis pensamientos regresaron a aquella noche en la que escuché los gritos provenientes de esta casa. ¿Podría ser...?
Me arrodillé e intenté abrir la tabla, pero estaba firmemente asegurada. Mi respiración se aceleró, y traté de levantarla con más fuerza, cuando de repente, una voz fría y suave rompió el silencio detrás de mí.
—"¿Qué estás haciendo, Hoyeon?"
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Secretos
Mystery / ThrillerEn el misterioso pueblo de Jangmi, Hoyeon es una joven curiosa cuya vida cambia cuando la poderosa y reservada familia Jeon se muda a su vecindario. Lo que comienza como simple curiosidad pronto se convierte en una obsesión por descubrir los secreto...