Otro año, otra yo

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Mi primer día en la Escuela para Jovencitos Especiales. A juzgar por el nombre, uno pensaría que se trata de algún lugar para genios o algo así. Pero no. Ni cerca.

Mi uniforme:

De hecho, lo más especial que tienen los alumnos aquí es su capacidad de aterrar a cualquiera con un mínimo de cordura

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De hecho, lo más especial que tienen los alumnos aquí es su capacidad de aterrar a cualquiera con un mínimo de cordura. Monstruos, dicen algunos. Creepypastas, les llaman otros. Pero para mí, solo son mis estupidos e inaguantables nuevos compañeros de clase. Genial, pensé, la única escuela disponible para una huérfana con mala suerte tenía que ser esta.

Ni siquiera sé quién me mandó aquí. Recibí una oferta, un anónimo, diciéndome que la escuela era "el mejor lugar para alguien como tú". Al principio pensé que era una broma de mal gusto. Pero luego me di cuenta de que era mi única opción. Las monjas en el orfanato me convencieron de que era la única oportunidad que tendría, así que, con lo poco que tenia aquí estoy, de pie frente a la reja de hierro negro, viendo cómo cuelga un cartel oxidado que parece apenas sostenerse con un hilo: "Bienvenidos a la Escuela para Jovencitos Especiales". Especiales...claro.

Suspiré y entré al edificio pesadilla, encaminándome hacia mi primera clase del año. Matemáticas. Si los profesores son iguales que los estudiantes, sospecho que "especial" se queda corto para describir a estos fenomenos. Apenas entré, ahí estaba: Baldi, nuestro profesor de matemáticas. Delgado, con su tipico pantalón azul y camistea verde. 

Yo ya había visto la lista de estudiantes con los que me iba a tocar, pero me sorprendio ver a Ticcy Tobby limpiar su martillo y a Sonic.EXE y Herobrine jugar juegos juntos en clase.

—Hoy vamos a repasar operaciones básicas —dijo Baldi, su voz monótona pero firme—. Espero que todos tengan sus mentes listas para el aprendizaje.

Me senté en la última fila junto a Pinkamena, mi mejor amiga desde el año pasado. Con su cabello lacio y rosa, una sonrisa incomprensible y una mirada fría que podía helarte la sangre, Pinkamena no es precisamente alguien amigable para la mayoría, pero de alguna forma nos entendemos, aunque me molesta cuando entra a liveleak y a watchpeopledie en clase. Hay algo en su manera brutal y sarcástica en ella.

Baldi comenzó a escribir en la pizarra su nombre para que los estudiantes nuevos lo reconozcan, y ya estaba lista para el aburrimiento cuando escuché una risita detrás de mí. No tenía que voltear para saber quién era. Jeff. Otra vez el maldito Jeff.

Nina, su fiel amiga, se reía entre dientes a su lado, mientras Jeff hacía comentarios como si el mundo entero fuera su chiste privado. Lo único peor que él era la risita aguda y burlona de Nina. En mi mente, no podía evitar pensar: ¿Cuánto falta para que se callen?

Baldi les lanzó una mirada que podría asustar a un fantasma, pareciese que quisiera golpearlos con su gran regla. Aunque el chico sonrisa no parecía intimidado, se cruzó de brazos y solo bufó. Baldi simplemente suspiró enojado y volvió a su clase sin decir nada más. ¿Quién podría enfrentarse a Jeff sin desquiciarse? Ni yo ni el profe Baldi lo soportábamos.

—¿Otro año más junto a él?— Susurré hacia mi compañera

—Es como una cucaracha que no se puede aplastar —murmuró Pinkamena con una sonrisa torcida, mirándolo como si en su mente lo mutilará pedazo por pedazo. Después, se inclinó hacia mí y susurró—: Sería tan fácil... un pequeño accidente, una caída por las escaleras o algo así.

—¿Pinkamena, de verdad? —le susurré, aunque no podía evitar soltar una risa. Por más que sus ideas fueran morbosas, en cierto modo lograba hacerme reír.

—Ay, vamos, T.N., ¿nunca imaginaste algo así? —me dijo, con un brillo siniestro en los ojos—. ¿Te acordás de la vez que lo vi bromeando en la cafetería? Una apuñalada en el momento justo y adiós risitas.

—Estás enferma, Pinkamena —le dije, pero con una sonrisa. A pesar de lo oscuro de su humor, había algo en ella que siempre lograba animarme.

—Tal vez —susurró ella, encogiéndose de hombros, mientras sacaba su cuaderno y empezaba a dibujar, cubriendo la página con garabatos que parecían... bueno, una mezcla de cosas violentas y personajes deformes—. Pero mejor eso que andar por ahí como un chiste ambulante, como los idiota de los killers.

Ah si, el grupo de los killers. El grupo compuesto por Jeff, Nina y Jane, son tan molestos y pareciese como si ellos hubiesen salido de la película Mean Girls. 

—T/A, Calvetti —dijo Baldi, golpeando su regla contra el escritorio—. Si tienen algo importante que decir, ¿por qué no lo comparten con la clase?

—No, profe, estábamos hablando de... teoría de gravedad aplicada —respondió Pinkamena, tan seria como siempre, con su tono sardónico bien afinado.

Baldi alzó una ceja, cruzando los brazos.—¿Gravedad aplicada, eh? Pues apliquen esa teoría de forma constructiva y guarden silencio —dijo él, con una mirada penetrante—. Y guarden sus "accidentes" para sus pensamientos, Pinkamena.
—Bien alumnas, como son pareja de actividad, resolverán este ejercicio juntas dijo Baldi, señalando el problema que había escrito en la pizarra.

Mi amiga me lanzó una sonrisa torcida y me pasó su cuaderno. Las matemáticas definitivamente no eran nuestro tema favorito, pero al menos ella era entretenida. Mientras tratábamos de descifrar el ejercicio, Jeff seguía lanzando chistes molestos al otro lado del salón.

En ese instante, Splendorman, el adscripto abrió la puerta y con una sonrisa, comenzó a felicitarnos por el nuevo inicio del año escolar. "¡Feliz año nuevo, amigos! Me alegra ver que todos están aquí, listos para comenzar un nuevo año escolar. ¿Quién ha hecho algo interesante durante las vacaciones?" Dijo. 

Los estudiantes respondían y contaban sus experiencias, Laughing Jack fue a New York, Jeff contó que salió a asechar a la gente este verano e Hitori Kakurembo dijo que se la paso en su casa durmiendo, ¿y yo? Yo solo me habia quedado en el orfanato, mis vacaciones no habian sido una locura, yo era muy diferente a ellos.
En ese instante, un chico nuevo entró al salón. El nuevo estudiante llevaba un cabello rubio desordenado y los ojos oscuros, y su presencia silenciosa pero intimidante captó la atención de todos en la clase. Splendorman, siempre sonriente, lo introdujo con entusiasmo:

—Clase, quiero que den una bienvenida cálida a nuestro nuevo compañero. Estoy seguro de que se integrará bien con ustedes.— Exclamó el hombre en traje, sujetando al chico de los hombros.

—Su nombre es Ben, Ben Drowned. Y estoy seguro de que le darán una calidad bienvenida.

El nuevo chico no dijo nada. Solo observó el salón en silencio, con una expresión enigmática. Jeff, Nina y Jane se miraron entre ellos, lanzándose sonrisas maliciosas. Parecía que ya planeaban algo.

Baldi asintió en dirección del chico, indicándole que podía sentarse donde quisiera. Cuando pasó junto a Pinkamena y a mí, sentí un escalofrío recorrerme la espalda. Sin decir una palabra, él tomó asiento al otro lado del salón, sin apartar la mirada de su cuaderno, como si el mundo alrededor no existiera.

—Interesante... —murmuró Pinkamena

Mientras la clase continuaba, traté de concentrarme en el ejercicio, pero la presencia de Ben seguía distrayéndome. Jeff le lanzó un trozo de papel enrollado, pero el chico ni siquiera reaccionó. Al menos había alguien que podía ignorar a Jeff sin esfuerzo.

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