Prefacio

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25 de abril

Me desplazó a pasos lentos adentrándome entre árboles bajo la luz de la luna y sumergida en el frío de la noche. Mis oídos perciben pisadas detrás de mí, mezcladas con una respiración agitada de un incrédulo ser humano, el cual lleva largas semanas siguiéndome sin razón alguna donde quiera que voy y no es capaz de mostrarse frente a mí y alegar que mierdas quiere, pero está noche se acaba el juego.

Salí de esa horrenda fiesta que me tenía agobiada por la multitud de personas, el alta música y el asqueroso olor a comida chatarra que se percibía en el aire. Iba camino a casa y otra vez, escuché sus pasos a más de diez metros de distancia de mí, entonces cambie de rumbo y ahora estoy aquí, en un bosque solitario que se encuentra en el centro de esta ciudad. El inoportuno ha mordido el anzuelo, no tiene idea de con quién se ha metido.

Lo llevo de camino al infierno.

Detengo mis pasos y de una escucho como también se detienen los suyos. Ya estoy bastante aburrida de esto y es tiempo de que comience la diversión, doy medio giro, quedando frente a mi víctima, oh quizás él piensa que la víctima aquí soy yo. Fijo mis ojos en él…

¿Y este quién cojones es?

Nunca lo había visto en mi larga eternidad.

Por un momento llegué a pensar que era unos de esos imbéciles de la preparatoria, es que allí todos son tan raros.

Lo observo con atención, se nota que tiene entre cincuenta a sesenta años, el pelo y la barba en su rostro es canoso, por lo visto lleva años sin afeitarse y viste una ropa bastante desagradable, se nota que es un vagabundo.

—¿Por qué me sigues?

En realidad siento pena por él, quizás solo deba irme y dejarle en claro que no vuelva a seguirme.

Avanza uno, dos, tres pasos hacia mí, quedando a menos de un metro de distancia. Sonríe, mostrando sus asquerosos dientes amarillentos y me clava su mirada oscura.

—Quiero coger. —confiesa.

Ya entendí, ahora comprendo que quiere este viejo de mierda.

—¿Acaso ese es mi problema? —respiro profundo—. Vete y por tu bien, no me vuelvas a seguir.

—Eres una zorrita, solo las de tu clase caminan por las calles de esta ciudad solas tan tarde de la noche. —comienza abrir el cinturón de su pantalón—. ¿Te quitas la ropa tú o tengo que hacerlo yo?

¿Me acaba de decir zorrita?

—Tienes razón —llevo mis manos hasta los botones de mi camisa y empiezo a abrirlos, uno por uno, hasta dejarla abierta y mostrar mi brasier negro—. Soy una zorrita y también tengo ganas.

Lo escucho comenzar a reírse a carcajadas mientras termina de sacarse por completo el pantalón, dejando a la vista su horrendo pene peludo.

Acorta nuestro espacio y me toma de los hombros con brusquedad, reparte besos bastante desagradables sobre mis mejillas y se desplaza hasta el centro de mi pecho, dejando su asquerosa saliva durante el recorrido sobre mi piel.

Una corriente se apodera de mis pies, viaja con velocidad por todo mi cuerpo hasta llegar a mi cerebro y siento como se acelera mi metabolismo, mi demonio interior acaba de salir…

—¿De verdad tienes ganas de coger? —agarra mis nalgas y las estruja—. Dime zorrita ¿De qué tienes ganas?

—De cenar.

Lo tomo con fuerzas del pelo como el animal que es, acercó su cuello hasta mis labios y lo muerdo, clavando mis colmillos sobre su apestosa piel y bebo de su sangre, mientras su cuerpo tiembla en mis manos sin poder poner resistencia.

Bebo con intensidad, clavo mis uñas en su cráneo, mientras pierdo el sentido de mi poco uso de razón y muestro mi lado oscuro, peligroso, perverso y despiadado…

—¡Alisson! —una voz peculiar me regresa a la realidad—. ¡Alisson!

Aparto mis labios de su cuello, manos de su cabeza y el cuerpo de la escoria cae al suelo. Llevo la mirada hacia delante y lo veo, el rubio apuesto de ojos azules está aquí.

¿Cómo llego? No tengo la más mínima idea.

Fija su mirada sobre mi boca, está mirando mis colmillos largos y afiliados por primera vez, de los cuales gotean líquido rojo carmesí, al igual que de mis labios, mejillas y barbilla, los cuales están manchando una gran parte de mi pecho y camisa en color rosa.

—¿Qué has hecho? —lo escucho susurrar, al mismo tiempo que lleva su mirada hacia el viejo de porquería que acaba de tener su merecido y después de unos largos segundos la regresa sobre mí, pero sin que nuestras miradas se encuentren.

Puedo verlo, está asustado.

—¿Qué hiciste? ¡¿Qué hiciste?!

De mi boca no sale ni una palabra.

—¡¿Alisson quién eres?! —lleva sus manos hasta su pelo y lo despeina de frustración—. ¡Responde!

—Nicolás…

—¡Ellos tenían razón! —camina hacia atrás, alejándose de mí—. ¡Eres un monstruo!

¿Soy un monstruo?

No, soy peor que eso, pero no elegí mi destino y ahora me toca perderte. No sabemos que sentimos hasta que encontramos a la persona correcta, me enamoré, por primera vez y de la persona equivocada, somos de mundos distintos y no podemos estar juntos. Él no se merece esta vida, pero a veces me preguntó…

¿Debería sacrificarlo por amor?

¿Debería sacrificarlo por amor?

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Alisson en una nueva ciudad I (+18) [Trilogía Oscuros]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora