* CONTIENE SPOILERS DEL CAPÍTULO 7.
* Basado en lo que vendría después del juicio de Lilia.
Salieron del juicio de Lilia con rapidez, volviendo al camino en un abrir y cerrar de ojos. No sabían lo que acababa de suceder. Agatha y Billy creían que Lilia venía detrás de Jen y, de repente, ya no estaba. Se había ido. Y, aparentemente, solo quedaban tres personas del aquelarre original. Se miraron entre ellos, confundidos por la rapidez del juicio, aún cegados por la adrenalina de lo que acababan de vivir, a punto de morir por espadas cayendo desde el techo como lluvia, porque su vida dependía de una baraja de cartas del tarot.
—No puedo creer que Lilia se haya sacrificado por nosotros —Jen fue la primera en romper el silencio.
Billy miró a Agatha con esa mirada que le daba últimamente, llena de enojo y rencor.
—¿Por qué no nos hablaste sobre Río? —preguntó Billy, exigiendo respuestas.
Agatha jugó con sus manos, sin saber exactamente por qué hablar sobre Río le causaba tantos nervios.
—Sabía que lo descubrirían eventualmente. Su identidad no debe ser revelada; solo conocen quién es y ven su verdadera forma cuando mueren —explicó Agatha, pareciendo afectada sobre el tema—. No es mi posición contarlo, pero al estar involucrada en esto, supuse que se revelaría en cualquier momento.
Billy bufó.
—Oh, ¿así que ahora decides ser correcta? —preguntó, mostrando sarcasmo.
—No se tienta a la muerte —se defendió Agatha.
—¿No se tienta a la muerte? ¿Estás bromeando? ¡Se llevó a Sharon, a Alice y ahora posiblemente a Lilia! —le gritó con fuerza, acercándose a Agatha de forma peligrosa, pero ella retrocedió. Jen se puso en medio de ambos como escudo.
Así no era como funcionaba el trabajo de Río. Agatha sabía perfectamente lo que hacía y su deber no era matar. Río no lo haría; ella no lo haría. Pero había cosas que formaban parte de su trabajo.
—¿Pueden parar? ¡Tenemos que continuar avanzando en el camino, y no podemos hacerlo si continúan así!
Agatha ignoró las palabras de Jen y miró a Billy con seriedad.
—Ella no es lo que ustedes creen que es.
—Dioses, es cierto lo que todos dicen de ti. No eres nada más que una bruja sin aquelarre. ¿Te estás escuchando? ¡Es la muerte! ¡Trató de matarte hace apenas unas horas! Pero, ¿yo qué sé? Y no importa porque, supongo que entre psicópatas logran entenderse.
—No vine aquí a discutir con un adolescente, vine aquí por poder —se alejó Ágatha, continuando por el camino.
—¿Por eso sacrificaste a tu hijo? ¿Fue por ella?
—¡Teen! —jadeó Jen.
El sonido de las hojas crujir a su lado los sacó de la discusión y los hizo mirar hacia la persona que se acercaba. Agatha cerró los ojos al saber de quién se trataba.
—¿Dónde estabas? —Billy se dirigió a Río, quien llegaba con un aspecto extraño, parecía estar... mal, extrañamente mal.
Jen retrocedió temerosa al ver a Río llegar, lo que la hizo reír.
—Sabemos lo que eres —soltó Jen, tomándolos por sorpresa a todos, excepto a Río, quien sabía lo que había ocurrido en el juicio de Lilia.
—¿Dónde estabas? —repitió Billy con dureza.
—Sí, bueno, los cuerpos están comenzando a apilarse —bromeó Río. Jen y Billy fruncieron el ceño ante su respuesta, lo que la hizo reír débilmente. Ágatha abrió los ojos ante el sonido de la débil risa de Río y la miró por primera vez. Podía reconocer ese aspecto en ella; no se encontraba bien. Y eso solo sucedía cuando los muertos se acumulaban y ella no iba pronto por sus cuerpos. El jueguito del camino de las brujas le estaba costando demasiado. Solo tres cuerpos en lo que iba de camino no la hacían permanecer lo suficientemente fuerte.