No lo hizo. No se olvidó de Satoru, así que cuando se reencontraron, Yuuji no dejó ir sus recuerdos.
Segunda parte de la serie "Don't forget" lee Loneliness antes de seguir con esta historia. Tiene solo 1.200 palabras y está en mi perfil.
○ Los pers...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Satoru siempre tenía la costumbre de volverse más nerd de lo habitual en su ámbito laboral, especialmente cuando tenía alumnos igualmente interesados en esa área… o al menos eso quería creer.
Hoy estaba más entusiasmado y con una energía nerviosa difícil de ocultar, pero no por lo que la mayoría podría estar pensando. Amaba el universo y hablar sobre él; solo que hoy estaba bastante ansioso por terminar la clase. Tenía un buen motivo, el mejor de todos.
Satoru cambió a la última diapositiva mientras caminaba frente al pizarrón y explicaba la parte final a los alumnos de tercer año.
—Como ya saben, lo he mencionado anteriormente, las supernovas desempeñan un papel fundamental en la química del universo, ya que dispersan elementos pesados como el hierro y el oro, enriqueciendo el medio interestelar...
No puede evitarlo por mucho más tiempo; mira su reloj por quinta vez en menos de media hora y se rinde. Se acerca a su escritorio y ve la notificación que acaba de llegar a su celular. Quiere responder de inmediato, pero decide decir unas últimas palabras.
—Porque soy un profesor así de genial, doy por concluida esta clase. Recuerden que la próxima semana hay examen.
Se da vuelta para terminar de guardar sus cosas, deseando que la velocidad de la luz se reflejara en sus movimientos, pero no tiene tanta suerte. El resto de sus alumnos también hace lo mismo, aunque a un ritmo más mesurado. Se despide de ellos con más alegría de la que acostumbra y sonríe al escuchar los murmullos que no puede evitar captar antes de cruzar la puerta.
"Gojo-sensei, se ve más feliz."
"Hoy se veía más ansioso que otras veces, ¿será que tiene una novia?"
No puede decir que no. Es como si le hubieran regalado una felicidad que no conocía. Porque es cierto: desde que Yuuji llegó a su vida, todo cambió y las cosas fueron mucho mejor.
Toda su vida se sintió bastante solo. Era difícil que alguien lo comprendiera como él quería, y era todavía más frustrante cuando siempre sintió que le faltaba algo, o más concretamente, alguien.
Baja las escaleras e intenta arreglar su estúpido cabello. Se siente como un adolescente y no puede evitar la emoción que, está muy seguro, se refleja en su rostro. Las personas que pasan a su lado le lanzan miradas curiosas e incluso interesadas, pero a él no le importa en absoluto. Solo quiere llegar a un lugar en concreto; lo demás no tiene importancia.
El clima es un poco más cálido que otros días, ya que hoy el sol ha ido regalándole algunos de sus rayos a medida que el día avanza. Cambia su ritmo y corre por el campus mientras su bolso está a punto de caer de su hombro; maldice internamente mientras lo ajusta en su lugar. Durante su carrera, intenta usar el teléfono para mandarle un mensaje a Yuuji, y minutos después se detiene con un suspiro enamorado al ver que llegó a su destino.
