TRAS EL ESCRITORIO / CHESTAPPEN/

Capitulo 3

'Ese era un verdadero currículum,' pensaba Christian mientras se dirigía a la pequeña área de producción dentro del edificio, destinada a las prendas más exclusivas de su colección, las cuales no se realizaban en la otra fábrica. Sabía que allí encontraría al joven presidente.

Cuando el mayor le indicó a la señorita Patricia que se quedara y despidió al hombre bajo, no pudo evitar pensar que estaba desechando al mejor trabajador que podría haber contratado. La atractiva rubia frente a él continuaba hablando de algo que Christian ya no escuchaba; su atención estaba fija en la espalda del hombre moreno que se alejaba. Pero él no era ingenuo: ese puesto ya estaba destinado a la mujer. Desde antes le habían avisado que la mejor amiga de Kelly iba a presentarse para el trabajo.

"¿Por qué hacemos una entrevista, entonces?" cuestionaba el hombre en voz baja.

"Kelly quiere que parezca algo orgánico. Sabe que Max se negaría rotundamente si ella simplemente le asignara a su mejor amiga como secretaria," respondió la mujer.

Christian soltó un suspiro mientras entraba al elevador y presionaba el botón que lo llevaría al último piso. Una espía para su prometido: eso era lo que quería la pelinegra. Los celos de Kelly eran algo serio, y él casi podría llegar a sentir pena por el joven Verstappen, si no supiera que dichos celos eran justificados.

"No entiendo por qué siguen juntos; esa relación debió haber terminado hace mucho tiempo," comentó Christian, sentado en un sillón dentro del taller de Helmut Marko, con quien conversaba en confianza.

"No creas que no se lo he dicho a Kelly. Si fuera por mí, detendría esa boda y ese noviazgo, pero está terriblemente encaprichada con Max. Parece que para ella no hay otro hombre en la tierra," respondió Helmut.

"Sería tierno, si no rozara lo tóxico. Ella sabe que él la ha engañado una y otra vez. ¿Por qué cree que va a cambiar una vez casados?" agregó Horner.

"Para este punto, ni siquiera sé si ella espera que las cosas cambien," respondió Helmut.

Tener una torre de control sobre su prometido las veinticuatro horas era, sin duda, la idea de Kelly para dominar la relación. Christian, al menos, esperaba que contar con una persona de confianza como Patricia beneficiara a Max, y lo disuadiera de ser un desalmado con su asistente. No bromeaba cuando decía que el joven podía ser complicado; Max Verstappen era, en muchos sentidos, un dolor de cabeza.

Acostumbrado a tener siempre la razón y a la idea de que algún día la empresa sería suya, Max tenía ciertas actitudes cuestionables desde que ingresó hace un par de años como subgerente del área comercial. Era, sin duda, un puesto enorme para un joven que aún cursaba su carrera en Ingeniería en Administración de Empresas Internacionales. Pero Jos Verstappen no tenía tiempo para esperar que su hijo se graduara; quería a Max en la compañía ya.

Y aunque cualquiera pensaría que la manzana no había caído lejos del árbol (Jos era un buen presidente, aunque no necesariamente una buena persona), la realidad era que Max sentía genuino amor por la empresa y su gente, por el negocio y por lo que hacían. Le faltaba madurar, crecer en ideales y valores, conocer el mundo real y desarrollar carácter, pero todo eso le había sido arrebatado; había sido obligado a asumir responsabilidades que seguramente lo superaban. El muchacho hacía lo que podía con lo que tenía, aunque nunca parecía cumplir las expectativas de su padre, que parecían imposibles de satisfacer.

Pero, ¡cielos!, Max también podía ser un joven inmaduro y difícil de tratar. Cuando asumió su anterior puesto, el mismo Horner se encargó de buscarle una asistente. La elegida era una chica lista y trabajadora, bastante atractiva también, con un cabello rojo vibrante y unos ojos verde claro. Siempre cumplía con sus tareas, y en un momento, Christian llegó a preocuparse que, sin querer, hubiera hecho de celestino para el joven, pues casi siempre podía notar su mirada intensa sobre la chica.