No había dormido nada.
Mi mente estuvo divagando sobre demasiadas cosas que se me hizo imposible conciliar el sueño.
Justo ahora estaba parado frente a frente con un nuevo modelo. Otro beta, pero está vez, no era una chica.
Odiaba cuando me daban este tipo de cambios para este tipo de cosas. Así sería menos fácil poderme grabar los rostros de las personas, y necesitaba con urgencia saber cómo se veían.
Mi memoria no era para nada mala, pero con el tiempo podía existir el riesgo de que pudiera olvidar cada facción de alguien en cuestión de meses o semanas.
Y temia de que eso me ocurriera más pronto de lo esperado.
— ¿Puedes ponerte de perfil? — Pregunté. Con un tono cansado en mi voz, y es que, no podía evitarlo.
Estaba cansado de esta rutina sin sentido. ¿No era suficiente con las misiones y mi técnica ritual? Hubiera sido más sencillo de esa forma y tomar el dibujo como algo secundario en mi vida.
Algo que no se volviera un trabajo.
— ¿Así está bien? — Preguntó el modelo. Mirandome de reojo de vez en cuando.
Solo suspiré y asentí con desgana.
Comencé el boceto como normalmente lo haría, primero esperando a que la capa de gris se secara lo suficiente como para aplicar el grafito encima y posteriormente trazar líneas para saber el límite en cada una de estas.
Seguí con la pintura y los colores bases que utilizaría está vez. Tomándole mi tiempo exacto para definir y afirmar cada una de esas pequeñas cosas que hacían toda la diferencia.
La pequeña sonrisa que llevaba en mi rostro se deslizo en una mueca muy visible cuando le di una última mirada hacia mi modelo.
Está ya sería la segunda vez en la semana en que confundía a una persona con la de mi sueño.
A este punto definitivamente iba a caer en la locura.
— Ya no puedo con esto. — Dije, con un tono de frustración evidente en mi habla.
El modelo se giro hacia mi, bastante confundido. Y antes de que él pudiera decir algo, giré el lienzo hacia su dirección y se quedó petrificado en su lugar.
Ninguna palabra salió de su boca, más que un quejido ahogado.
— Le quedó bastante bien, Jóven Gojo. Pero no soy yo a quién dibujo.
— Lo sé. Lo siento. — Dije, ahora siendo incapaz de mirarlo a la cara.
El modelo me miró, sonrió y salió de la sala. Dejándome en mi completa soledad y el arrepentimiento que vino poco después.
Tendré que pedir algunas vacaciones de ahora en adelante. Al menos aquí.
Pero, no tenía tiempo para pensar en eso ahora. Mi preocupación más grande era entender lo que sentía en mi interior y la forma tan audaz en la que podía perderme con tan solo pensar en alguien.
Debía de consultar esto con Shoko, urgentemente.
— Entiendo. No te desesperes tanto, Satoru. Hablaré con el director para que esa clase te la aplique solo un día en específico. Pero si sucede eso, no podrás salir a misiones ese día.
— Está bien, me serviría bastante en realidad. Muchas gracias, Leiri.
Agradecí internamente en que Shoko pudiera arreglar este asunto. No en su totalidad, pero ella tenía la accesibilidad de hablar con el director.
Yo también podía, pero una cosa era poder y otra querer.
— No hay de que. Pero me debes un mes completo de almuerzo.
— Está bien.— Dije con una sonrisa en mi rostro, podía jurar que radiaba de felicidad.
— La clase ya va a empezar, ¿Vamos? — Preguntó, guardando la caja de cigarrillos y el encendedor.
— Aún sigo diciendo que es innecesario que fumes, Leiri. — Dije mientras la seguía, quedando a su lado en cuestión de segundos.
— Preocupate por ti mismo, satoru.
— volteó a mirarme. — Digo, no soy yo quien está obsesionado con alguien de sus sueños que ahora lo dibuja cada que tiene la mas mínima oportunidad. — Dijo en un tono burlesco.— Ya, ya entendí. — me queje antes de abrir la puerta del salón y notar que alguien ya había llegado primero que nosotros.
Por suerte no era el profesor Yaga.
Solo era Suguru. ¿Suguru? Que lindo nombre.
¿Qué cosas dices, Satoru?
— ¿Estás bien, Satoru? —Dijo una voz que me saco de mis pensamientos, y digo que así fue, porque prácticamente tenía mi rostro en sus manos.
Dispuesto a pegarme si no reaccionaba.
— Ah, ¿Qué? ¿De que hablas? — Murmuré una vez que sentí el calor que encantaba de su cuerpo, era tranquilizante.
— No dejabas de mirarme y pensé que te ocurría algo, así que por eso te agarre de la cara, perdón si te llegó a incomodar. Pero no respondías, así que supuse que estaría bien.
Mi mente se quedó en blanco con tan solo mirarlo a los ojos, que bonito color violeta. Que pestañas tan largas y que linda cara. Se ve tan suave que podría apretar sus mejillas sin cansarme.
— Ah... No, no, el que incómodo aquí fui yo. Perdón. — La vergüenza recorrió todo mi cuerpo hasta llegar a mi rostro y teñir mis mejillas de un leve color rojizo.
— Está bien, el que decidió acercarse a ti fui yo. A veces das miedo cuando miras a las personas fijamente, ¿Lo sabías? — Dijo soltando un suspiro leve, con una pequeña sonrisa en sus labios.
Antes de que pudiera responder, el ya se había ido a su lugar, sacando el mismo cuaderno y pluma para hacer garabatos.
Esto era mucho más que raro.
— ¿Otra vez de acosador, satoru? — Murmuró Leiri, lo suficientemente alto como para que pudiera escucharlo.
— No, no es eso. — Murmuré — Solo es raro, ¿Si? Será difícil acostumbrarme a que haya alguien más que nosotros aquí. Es todo. — Dije, cada palabra que salía de mi boca era como si yo no la controlará y actuará por puro impulso, mintiendo con cada frase.
Sin importar cuáles consecuencias pudieran emerger de todo esto.
— mmm... Con los demás no te ocurría eso. ¿No se deberá también a su segundo género? Es muy raro que puedas mantener una conversación normal con un Omega. — Dijo mientras se recargaba en su pupitre y utilizaba uno de sus brazos para apoyar ahí mismo una de sus mejillas, mirándome.
— Lo dudo. Si se tratara de su segundo género, ni podría hablarle. Y no es que no quiera, es mi voz que no sale. — no quería mirarla a los ojos, así que mientras hablaba, jugaba con mis manos. Acomodando de vez en cuando mis lentes.
— Bueno, ya tienes a alguien con quién hablar. Tienes que superar eso de ti, satoru. No puedes seguir viviendo alejado de otras personas por nervios. — Finalizó. Contrayéndose en su lugar cuando el profesor Yaga entró a la habitación.
— Supongo.. — Murmuré. Solo para no dejar un espacio en blanco en la conversación, por más muerta que estuviera.
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My Muse. -SatoSugu • Omegaverse
FanficSatoru Gojo, estudiante de la escuela de hechicería, y un excelente pintor. Ha estado buscando por varios meses a una persona que creyó ver en sus sueños y de la cual género una fuerte obsesión por encontrarla. Así llegando a un punto extremista en...