El Reencuentro
El sol caía lento sobre las colinas de Beverly Hills, bañando la ciudad en una cálida luz dorada. Kendall Jenner acababa de regresar de una intensa temporada de desfiles en Europa, su cuerpo aún agotado por la incesante rutina de vuelos, fittings y sesiones fotográficas. Había aprendido a vivir con esa constante presión, pero hoy, en la privacidad de su casa, sintió un inusual nerviosismo revolviéndole el estómago. No sabía muy bien por qué, pero una sensación la mantenía inquieta desde que su hermana Kylie mencionó que esa noche habría una pequeña cena en casa.
"Isabella estará ahí", le había dicho Kylie por mensaje de voz, sin más explicación.
El nombre quedó suspendido en el aire como una ráfaga del pasado que la dejó sin aliento. Isabella Lavoisier. Era un nombre que Kendall había aprendido a enterrar en las zonas más profundas de su memoria. Aún podía recordar con exactitud la primera vez que la vio, cuando ambas eran solo niñas en alguna gala de caridad a la que sus familias asistieron. Isabella había estado en su vida como una sombra intermitente, siempre presente pero inaccesible, una fantasía que Kendall nunca se había atrevido a compartir con nadie, ni siquiera con Kylie.
El último encuentro entre ellas había sido hace varios años, antes de que la distancia y las responsabilidades las llevaran por caminos diferentes. Pero Kendall nunca olvidó cómo Isabella había despertado en ella un sentimiento que ninguna otra persona logró igualar: ese anhelo silencioso, casi doloroso, de algo que nunca se atrevió a alcanzar.
Kendall se observó en el espejo del vestidor. Llevaba unos jeans negros ajustados y una camisa blanca de seda, sencilla pero impecable, su estilo característico: elegante sin esfuerzo. Tomó una respiración profunda y bajó al jardín donde los invitados comenzaban a llegar.
El sonido del cristal y las risas familiares flotaban en el aire cuando Kendall salió al patio trasero. Justin Bieber estaba apoyado relajadamente en una esquina, junto a su esposa Hailey. Al verla, le dedicó una sonrisa cómplice que no pasó desapercibida. Pero antes de que pudiera devolvérsela, sintió una presencia conocida detrás de ella.
Kendall se giró despacio, y ahí estaba.
Isabella Lavoisier.
El aire pareció detenerse. Isabella no había cambiado demasiado, pero había algo en su porte que la hacía aún más intimidante que antes. Con su característico estilo minimalista, vestía un traje negro perfectamente entallado, acompañado por unos tacones de aguja. Su largo cabello oscuro caía liso sobre sus hombros, y su mirada fría pero penetrante la atravesó con la misma intensidad que años atrás.
—Kendall —saludó Isabella, su voz suave pero firme.
Por un segundo, Kendall olvidó cómo respirar. Ahí estaba la persona que había ocupado sus pensamientos durante tanto tiempo, pero que había desaparecido sin dejar rastro. Y ahora, estaba de pie frente a ella, más imponente y cautivadora que nunca.
—Isabella... —murmuró Kendall, intentando mantener la compostura.
Había tantas cosas que quería decirle, tantas preguntas que quería hacerle, pero no encontró las palabras. Solo se quedaron mirándose, como si el tiempo se hubiera detenido entre ellas, como si las versiones jóvenes de ambas estuvieran aún ahí, en algún rincón del pasado, esperando a reencontrarse.
—Ha pasado mucho tiempo —dijo Isabella con una ligera sonrisa, aunque su expresión seguía reservada, casi impenetrable.
—Demasiado —admitió Kendall, sintiendo cómo su corazón latía con fuerza.
Antes de que pudieran continuar la conversación, Justin apareció a su lado, rompiendo la tensión en el aire. Les dirigió una mirada divertida, como si supiera exactamente lo que estaba ocurriendo entre ellas.
—Es como si el tiempo no hubiera pasado, ¿eh? —comentó, lanzándole a Isabella una mirada cargada de significado.
Isabella, siempre controlada, le dedicó una leve sonrisa que no revelaba nada. Pero para Kendall, el mundo se había volcado. Estar de nuevo junto a Isabella reavivaba emociones que creía olvidadas, sentimientos que había enterrado para protegerse. Y en los ojos de Isabella, por un momento fugaz, creyó ver un reflejo de lo que ella misma sentía: un deseo guardado en silencio, esperando pacientemente su momento.
Ese momento había llegado.
La noche aún era joven, pero Kendall supo que nada volvería a ser igual.

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Lo que nunca dijimos
FanficSin spoilers, solo lean. No se van a arrepentir... 🥇#kendalljenner 🥈#kyliejenner