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1879

Park Chanyeol.

Desde que tengo memoria, se me ha dejado claro a mí y a mi familia lo que soy.

Un mounstro.

Un mounstro que desde su nacimiento le arrebato la vida a la persona que ayudó a traerlo a este mundo, a partir de ese momento las personas del pueblo corrieron el rumor por todos lados, que el duque Park tenía como hijo a una criatura cuyo propósito en esta vida era desvivir a gente con la mirada , ni siquiera se me daba el honor de llamarme persona, una criatura, pero en realidad ese no era mi propósito, mi propósito ahora mismo era terminar de hacer un emparedado con unos tomates que coseche en el invernadero que yo mismo construí.

Estar entre estás paredes, cada día consumían mi energía, mis ganas de vivir, no conocí nada más durante mi infancia que estar encerrado o ponerme una maldita venda en los ojos cada que mi padre traía personas a esta casa, obligadamente, ya que el era el militar con mayor rango en todo el país, nadie por voluntad propia quería acercarse a nuestro palacio, que por muy bello que se viera por fuera, les aterrorizaba lo que vivía dentro, un jóven al cual encargaron de correr rumores sobre el, unos verdaderos, otros más que falsos.

Pero cuando creces sin ver a alguien a los ojos, no sabes cómo interactuar verdaderamente con los demás, dicen que los ojos son las puertas de la mentira o la verdad, que se pueden notar emociones a través de el.

Alegría.

Miedo.

Enojo.

Tristeza.

Algo que jamás podré conocer, pero cada día que pasa, acepto lo que soy, no un mounstro.

Un jóven que desea amar o ser amado.

- ¡Yeol! - el grito de mi madre me alertó y al mismo instante me coloque la venda que nunca me ha dejado en todos mis años, cubriendo mis ojos totalmente con esta.

- En la cocina madre - respondí con tranquilidad.

Mi madre, desde que se hizo notable mi "maldición", buscó por años una respuesta, respuesta que nunca encontró, resignada solo me enseñó a como poder vivir tranquilo.

Con una venda en mis ojos.

Escuché sus pasos entrar a la cocina donde yo seguía cocinando los tomates, al usar muchos años una venda, y conocer cada rincón de la casa, sabía exactamente lo que hacía, sin peligro alguno.

- Tu padre está noche organizó una cena, para recibir al nuevo personal - sentía lastima hacía mi mismo al escuchar eso.

¿Nuevo personal o personal sustituido?

- Le doy 2 semanas antes de que todos se vayan con el primer rumor que lleguen a escuchar- tiré un comentario con algo de enojo, no hacía el personal, hacia el pueblo.

- No seas duro contigo mismo, tu padre hace todo lo posible por mantener este lugar en buenas condiciones, que será para ti en un futuro, que importa el personal, lo que importa es tu bienestar - tenía razón, estaba siendo egoísta.

- Lo siento, solo quiero que - no podía terminar la frase

- Dilo cariño -

- Poder tener personas cerca sin que me tengan miedo, que no sean tu y mi padre - odiaba verme así de vulnerable, se supone que ya era un adulto, no un niño el cual necesita de afecto o cariño

- Hay demasiadas personas haya fuera, personas sin prejuicios que no se dejan llevar por las historias que escuchan, lo bueno siempre tarda en llegar, recuérdalo siempre -

Me dió un beso en la mejilla, señal de que se despedía.

- No vayas a llegar tarde - fue lo último que dijo mi madre antes de solo escuchar el eco de sus tacones fuera de la cocina.

Sin muchos ánimos envolví mi emparedado en una hoja para después tomar una manzana y salir del palacio, quitándome la estorbosa venda del rostro.

Lo que me había mantenido con un poco de ánimos, eran los jardines de aquí, eran enormes y en medio había un laberinto de más de dos metros de alto haciendo ilusión a unas paredes , echas de arbustos, hasta podría correr con la vendas en los ojos y recorrerlo de inicio a fin, lo tenía grabado de memoria.

En una mano tenía mi emparedado y en la otra mi manzana, desayunaria en el laberinto, me traía paz, mucha paz.

Cuando llegue en medio del laberinto había un espacio lo bastante grande para correr de lado a lado formando un cuadrado, ahí mismo  había un columpio que yo colgué de un árbol, de niño solía venir solo para tirarme cuando me columpiaba demasiado fuerte, sin ninguna compañía, yo solo.

Al llegar en el medio, dónde ya era como un patio enorme, algo hizo que me quedara inmóvil.

Una voz.

Alguien tarareaba una melodía, pero su voz, su voz era demasiado angelical.

Ignorando el hecho de que no traía la venda puesta, no retrocedí, mi curiosidad era más grande que mi preocupación por encontrar a alguien y verlo.

Cuando estuve demasiado cerca, ví a alguien, alguien columpiandose sin perder el ritmo de su voz.

Al instante que pude verlo de espaldas, se detuvo con la melodía.

No pude hacer nada, mi cuerpo se quedó inmóvil, y paso lo que más me aterraba, volteo su rostro y conectamos " miradas"

Lo que era mi desayuno cayó al suelo, el terror me invadió, sentí punzadas desde los pies hasta la cabeza.

ESTABA VIENDO A ALGUIEN.

¡A LOS OJOS!

Cerré los míos con miedo, un miedo que jamás había sentido, y cuando creí que aquel cuerpo se desplomaría.

Escuché su dulce voz.

- ¿Hay alguien ahí? -

Cómo era posible que no me viera, estaba justo frente suyo.

Imposible.


























Holaaaaa, pido unas disculpas por el capitulo algo corto, trataré de actualizar diario para retomar esta historia, espero que les guste y sobre todo voten por ella para saber si les gusto o no.

Gracias por leer <3



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