1858
Gritos de dolor provenían del palacio del duque Park, gritos que provenían de su esposa, ¿la causa?.
Un bebé.
Un bebé que había decidió adelantarse un mes, en ese instante el señor Park se encontraba fuera de la habitación donde las parteras hacían lo posible para mantener a la esposa del duque tranquila, los dolores eran agudos, tan agudos que sus gritos se escuchan por todo el palacio.
La duquesa hacia todo lo posible por mantenerse despierta, habían 10 mujeres dentro de la habitación a pesar de que solo una estaba haciendo el trabajo de poder sacar al bebé, había suficiente apoyo por si se llegase a necesitar, cuando se supo que la duquesa Park tendría un hijo, su esposo llamo a las mejores parteras de todo el país.
- ¡AAAAAAH! - las venas de la duquesa resaltaban de su frente debido al dolor que la tenía sudando y temblando, era la primera vez, y para ser la primera vez que tenía un bebé, decidió complicarse.
Dos parteras tenían sosteniendo su mano, una de cada lado, sirviendo de apoyo al pujar.
- Lo veo, falta solo un poco, usted puede madame- repitió la partera principal después de una hora de complicaciones y que había sido un milagro que la duquesa soportó demasiadas complicaciones.
- ¡ ALBERT ! - gritó el nombre de su esposo con las últimas fuerzas que le quedaban, cayendo sus manos en las camas indicando que había dejado de pujar.
Todo se quedó en silencio por unos segundos.
Silencio que fue sustituido por un llanto.
El pequeño Park.
- ¡Oh por dios, es un varón, si es un varón! - gritó la partera tomando al pequeño en brazos.
Su padre al otro lado de la puerta suspiro aliviado, mientras su madre sonreía cansada y con los ojos un poco cerrados debido al cansancio.
- Tómalo mientras, tenemos que cortar el cordón - la partera le pidió a otra tomar al niño en brazos, esta obedeciendo tomó al pequeño para que su compañera terminara el trabajo.
La partera con una pequeña navaja, corto el cordón, pero noto algo raro, algo que jamás había visto en sus años de partera.- No puede ser, aún está muy pequeñ.. - susurro hipnotizada, al mismo instante que se desplomó en el piso.
Ella había visto algo, algo que no debió haber visto.
Sus ojos.
Algo que nadie supo en ese momento, los ojos de aquel bebé se habían abierto, a tan solo unos minutos de haber nacido.
Pero no unos ojos comunes.
Unos ojos que le arrebataron la vida a la partera.
- ¡DIOS MIO! - el grito de otra partera se escuchó en la habitación al ver a su compañera en el suelo, con los ojos viendo al vacío, se habían tornado de un color blanco, y sangraba de la nariz y la boca.
La partera que había traído a este mundo al pequeño Park.
Había muerto.
Los ojos de aquel bebé le habían quitado la vida.

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12 poemas
RomanceEl joven Park había vivido toda su vida aislado, no podía interactuar con las personas, como un joven normal, le tenían miedo, no miedo a el. A sus ojos. Ojos que con tan solo una mirada, era la primera y última vez que los verías, arrebatándole la...