Capítulo IV: Cacería

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Las tensiones siguieron hasta el día siguiente. Sandy veía a su hermana todavía molesta. Le resultaba extraño, porque nunca los enojos le duraban demasiado. Su hermana era una persona muy pacífica y calmada. Pero, claro, entendía por qué lo estaba ahora.

"Sandy, en serio, solo dame un motivo válido para mantenerla en nuestra casa y arriesgarnos a que nos pasen un sable por el cuello" insistía su hermana con exasperación, intentando entender a su hermano.

Pero el menor se quedó callado y desvío la mirada al suelo, porque no tenía una respuesta "lógica". Simplemente quería ayudar a esa chica y ya.

Al no obtener una contestación, Tara suspiró frustrada, levantándose de la mesa y dirigiéndose a la puerta. Sandy volteó, y entonces la mayor le dirigió nuevas señas:

"Voy a ir a ver a Juju un rato. Necesito despejar mi mente de todo esto. Pase lo que pase, no salgan de casa en lo que no estoy. ¿Queda claro?"

Entonces su hermano asintió. Ya se iba a ir, pero entonces volvió en sus pasos y agregó:

"En serio, Sandy. No se les ocurra salir de casa, es peligroso que la vean saliendo de aquí. Queda bajo tu responsabilidad. ¿Entendido?"

-Sí, Tara -respondió verbalmente, y finalmente la mayor se retiró, confiando en su hermano. Quizás estaba sumamente molesta con él, pero sabía que no era un estúpido y que no los arriesgaría... Más de lo que ya lo había hecho.

El peli-morado suspiró pesadamente. Se sentía mal ser reprendido por su hermana, porque además de quererla, la respetaba y admiraba.

"¿Qué puedo hacer..?" se preguntaba con pesar. ¿Quizás su hermana tenía razón y estaba siendo un grandísimo imbécil por arriesgarlos a que los colgaran por proteger a una desconocida?

Se quedó reflexionando un poco, debatiéndose entre lo lógico y lo que decía su corazón.

"Quizás tiene razón..."

Pero, entonces, escuchó gruñidos y ruidos provenir de la habitación. Fue rápidamente, temiendo que estuviera pasando algo malo con la chica. Pensó que dormiría más, tomando en cuenta la fatiga que había acumulado con los días a la interperie, cuidándose a sí misma.

Al entrar a la habitación, Sandy encontró a la chica intentando quitarse los grilletes de los tobillos, gruñendo y jalándolos desesperadamente.

-Wowowow, oye- -se apresuró el chico, acercándose y poniendo sus manos sobre las de ella para detenerla- espera, te puedes lastimar.

Pero solo se ganó un gruñido y una mirada feroz de la fugitiva, molesta de que la interrumpiera en su intento de liberarse, pero Sandy continuó hablando para tranquilizarla.

-Tranquila, confía en mí. Soy tu amigo, ¿sí? Solo intento ayudarte -tranquilizó mientras la miraba con suavidad, intentando que comprendiera sus intenciones.

La fugitiva suavizó un poco la mirada. Sandy pudo ver que, en el fondo, no era nada más que una chica asustada. No podía hablar, pero su rostro reflejaba todo lo que sentía: miedo, desesperación, tristeza.

"No puedo dejarla sola" determinó con firmeza.

La mirada y voz del chico tuvieron un efecto calmante en la muchacha, quien dejó de gruñirle, pero todavía se mantenía alerta.

Sandy entonces tomó uno de sus pies, examinando que no se hubiera hecho daño. La piel de sus tobillos estaba enrojecida, dolorosamente irritada por haber cargado los gruesos grilletes y arrastrado las pesadas cadenas durante quién sabe cuantos días.

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⏰ Última actualización: Oct 28 ⏰

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Narcolepsia (Sandy×Nita)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora