Yoko
Aparco la camioneta a un lado del camino de tierra, a pocos metros de la casa de Ize. Apago el ruidoso motor pero dejo los faros encendidos mientras saco el teléfono.
Antes de que pueda enviar un mensaje a Faye, veo un destello de movimiento y alzo la vista para verla salir de la casa. Cierra la puerta tras de sí y sale de puntillas de la pequeña terraza antes de lanzarse por el camino de entrada.
El resplandor de los faros la ilumina como un espectáculo mientras corre hacia la camioneta. Ha sustituido el overol por unos minúsculos pantalones cortos vaqueros que apenas son más largos que el dobladillo de su abultada sudadera negra con capucha.
Cuando abre la puerta del acompañante, sonríe de oreja a oreja y me doy cuenta de que yo también lo hago. Siento la piel electrizada, como si toda la noche zumbara con una corriente estática que chisporrotea y silba cada vez que me muevo.
Bajo el volumen de la emisora de pop de la radio.
—Hey —me dice mientras se sienta en su asiento.
—Hey —le contesto.
Las dos soltamos una carcajada nerviosa antes de que ella se incline hacia mí y baje el tono de voz hasta convertirlo en un gruñido ronco matizado por un mal intento de acento sureño.
—¿Qué hace una chica tan simpática como tú en un sitio como este en mitad de la noche?
Resoplo y me tapo la boca con la mano, con las mejillas encendidas. Los hombros de Faye tiemblan por el esfuerzo de contener la risa.
Retiro la mano y también bajo la voz.
—¿Quién dice que soy una buena chica?
Espero que se ría de mí, pero en lugar de eso, sus ojos brillan con un fulgor peligroso que me hace apretar las piernas en el asiento.
—¿Vas a llevarnos a algún sitio, niña buena?
Me estremezco y apenas puedo evitar que me tiemblen las manos al girar la llave de contacto.
Nos quedamos calladas mientras doy la vuelta a la camioneta. El silencio entre nosotras es tenso por la expectación, como si cada aliento que respiramos estuviera impregnado de la promesa de lo que va a ocurrir a continuación.
Cuando me incorporo a la autopista y empiezo a acelerar, Faye baja la ventanilla y necesito toda mi concentración para no mirar cómo el viento agita su pelo. El embriagador aroma del aire nocturno me llega a la nariz, y cuando Faye saca la cabeza por la ventanilla y grita lo bastante alto como para despertar a toda la ciudad, me río y grito con ella.
Sigo mirándola a escondidas cuando llegamos a Three Rivers, y noto sus ojos clavados en mí mientras asomo el torso por la ventanilla para marcar el código de entrada manual en la puerta. Cuando miro hacia atrás por encima del hombro, veo que su mirada está clavada en mi trasero.
—¿Ves algo que te guste? —le pregunto mientras vuelvo a acomodarme en mi asiento.
—Veo un montón de cosas que me gustan. —responde. Su mirada recorre mi cara y luego baja hasta detenerse un momento en mi pecho antes de posarse en el dobladillo de mi falda.
Me duché y me cambié antes de recogerla. Me preocupaba que mi falda negra estampada con girasoles fuera exagerada, pero ella se queda mirando la piel desnuda de la parte superior de mis muslos como si quisiera arrancarme el conjunto con los dientes.
Respiro entrecortadamente y piso el acelerador.
El reloj del tablero marca casi la una de la madrugada. Aparte de un par de hogueras persistentes que echan columnas de humo mientras algunos huéspedes noctámbulos disfrutan de sus últimas cervezas de la noche, el camping está silencioso y quieto. Me concentro en mantener la camioneta a baja velocidad cuando lo que realmente quiero es llegar hasta la sorpresa que le he preparado a Faye.
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Persiguiendo Estrellas [FayeYoko]
FanfikceEl campamento Three Rivers te invita a relajarte, explorar y tal vez incluso enamorarte... Yoko Apasra ha superado por completo a su ex. Claro, su primera relación con una chica podría haber terminado en una ruptura catastrófica de la que la gente t...