Capítulo 1

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14 años antes...

Está atardeciendo. El cielo va tiñéndose de preciosos tonos azul, naranja, rosa... Por mi lado pasa una linda pareja, van cogidos de la mano y mientras hablan de su futuro, de sus anhelos y esperanzas, se van lanzado miraditas de pura ternura.

Si fuese un romántico, esa sería la idílica relación que querría, pero yo, no soy un romántico. A mi esos colores del cielo no me inspiran una mierda y esas miraditas intensas que se lanzan la parejita de enamorados, me resultan, como mínimo, vomitivas.

En cambio, yo llevo colgada del brazo, a una preciosa pelirroja, pecosa y exuberante. Pero no es mi pareja, sino, mi mejor amiga. Adoro a Kass, a ella y a su olor a lavanda, lo juro, la amo, es como la hermana que nunca tuve.

Por el camino nos vamos lanzando miradas de hastío y en vez de hablar de sueños y anhelos, lo hacemos de lo que nos ha cambiado la vida estos últimos años, al desarrollarnos como omegas.

- Joder Airen, estoy hasta el mismísimo coño. Cada vez que huelo a un alfa, se me mojan las bragas como si me hubiese puto meado. Da igual si tienen 16 años como nosotros, u 86 como mi abuelo. Si no están marcados por un omega, o toman inhibidores, me pongo a chorrear como una maldita cascada.

La miro arqueando una ceja y le respondo con un tono aburrido, lo mismo que llevo diciéndole semanas.

- Kass, eso te pasa porque no te sale de los ovarios tomarte las pastillas para resistir las feromonas de alfa. Que cansina eres, siempre con lo mismo.

- ¡Si que me acuerdo gilipollas! Aunque me la olvido algunos días y no siempre me la tomo a la misma hora... - Esto último me lo dice casi en un susurro y mirando al suelo.

- Pues Kass, si no te tomas bien la medicación, no te quejes después por mojarte hasta los pantalones al pasar cerca de un alfa sin marcar.

- ¡Pero que morro tienes Airen! Tu has tenido la suerte de que no te afectan las feromonas, las hueles, sí, pero no sientes nada.

- Te recuerdo simple omega, que al principio lo pasé muy mal. Estuve semanas encerrado porque no sabía que me estaba pasando. El simple roce de otra persona hacía que explotara, era una bomba. Siempre tenía una densa capa de feromonas a mi alrededor. Menos mal que mi padre y mi hermano son betas y no les afectaba, solo me decían que olía muy fuerte. Mi madre, en cambio, fue otro cantar. Como omega, sabía que lo que me estaba pasando no era normal, al menos fuera del celo. Hasta que no encontró a Keith y empecé las terapias de autocontrol, no pude casi ni salir de casa.

- Sí, claro que me acuerdo de todo. Ooooh deidad suprema. Omega dominante entre simples recesivos. - Me lo dice extendiendo los brazos alabándome.

- Mira que llegas a ser subnormal. Yo aquí, abriéndote mi gélido corazón y tu con tus burlas.

- Airen, sé perfectamente que fueron 8 semanas y media de aislamiento. Casi me muero yo por no poder verte a ti. También sé que llevas casi 4 años de terapias con Keith para poder tener ese autocontrol. Eso no quita que te tenga mucha envidia cochina. Puedes gestionar tus feromonas a tu antojo. Ningún omega tiene esa capacidad.

Me adelanto poniéndome frente a ella, me encojo de hombros y extiendo los brazos hacia los lados. En un tono cantarín que sé, que le jode mucho, le suelto:

- Se sienteeeeeee.

Automáticamente me endiña un puñetazo en el hombro.

- Auchhh!

Nunca recuerdo que detrás de su físico menudo y rostro angelical, se esconde un mal bicho ¿Ya he dicho que la amo?

Después de frotarme el hombro unos segundos, levanto los brazos en son de paz.

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⏰ Última actualización: Oct 31 ⏰

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