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Era una noche oscura y vibrante en Memphis, y el FedExForum rebosaba de energía y emoción. Los Memphis Grizzlies se preparaban para enfrentarse a sus rivales de siempre en un emocionante partido que prometía ser memorable. Ja Morant, el carismático y talentoso base del equipo, estaba completamente concentrado en el juego, pero su mente no podía evitar divagar hacia Mía, su hermosa novia, quien lo observaba desde las gradas con una sonrisa radiante.
A medida que avanzaba el primer cuarto, Ja comenzó a notar algo inquietante. Uno de sus compañeros de equipo, Alex, parecía incapaz de apartar la mirada de Mía. Al principio, trató de convencerse de que era solo una amistad entre jugadores, pero a medida que el partido se desarrollaba, los gestos cómplices y las sonrisas de Alex hacia ella comenzaron a incomodarlo profundamente. Esa sensación de incomodidad se transformó en un torbellino de celos, afectando su rendimiento en la cancha. Falló tiros que, en condiciones normales, habría encestado con facilidad, y sus compañeros de equipo empezaron a intercambiar miradas preocupadas.
Cuando el silbato final sonó y los Grizzlies se llevaron la victoria, Ja intentó poner una fachada de normalidad, pero la sensación de celos seguía creciendo en su interior. Al subir al coche y emprender el camino de regreso a casa con Mía, la atmósfera era tensa y pesada. Ja, que normalmente era el alma de la fiesta, se encontraba sumido en sus pensamientos, incapaz de dejar de pensar en lo que había presenciado.
"Mía, ¿puedes explicarme por qué Alex te miraba así durante el partido?", preguntó de repente, rompiendo el silencio que se había apoderado del vehículo. Ella lo miró con sorpresa y confusión. "No sé de qué hablas, Ja. Solo estaba siendo amable", respondió, pero su tono no logró convencer a Ja, quien sentía que los celos lo estaban consumiendo.
"Amable, ¿eh? Parecía que tenía un interés especial en ti", replicó él, su voz cargada de frustración y desconfianza. Mía, sintiéndose incomprendida, intentó calmarlo. "Ja, no hay nada entre nosotros. Solo te pido que confíes en mí y que no dejes que los celos arruinen nuestra relación".
Pero Ja no podía evitarlo. La idea de que otro hombre pudiera estar interesado en Mía lo llenaba de ira y frustración. Al llegar a casa, la tensión acumulada alcanzó su punto máximo. Miró a Mía fijamente y, en un arrebato de emociones intensas, la tomó de la mano, llevándola a la habitación.
"¿Por qué me haces sentir así?", le preguntó, su voz un susurro lleno de pasión y un toque de enojo. Mía lo miró a los ojos, sintiendo cómo la tormenta de celos comenzaba a disiparse ante la intensidad de su conexión. "No estoy haciendo nada para provocarte, Ja. Solo te pido que confíes en mí".
En ese instante, la mezcla de emociones y la química entre ellos se intensificaron de manera palpable. Ja la besó con una intensidad casi desesperada, como si quisiera borrar cualquier rastro de dudas. Mía, sintiendo la chispa de su deseo, correspondió al beso, dejando que la tensión se transformara en una conexión ardiente. La habitación se llenó de una energía eléctrica mientras sus cuerpos se acercaban más y más.
La pasión se desató entre ellos, y aunque los celos aún rondaban en la mente de Ja, se dio cuenta de que Mía era solo suya. El deseo los envolvió por completo, y, en un instante, la rabia se convirtió en una conexión íntima y ardiente. Sus cuerpos se movían al unísono, dejando atrás las inseguridades y abrazando el momento con fervor.
Después de un encuentro apasionado y lleno de entrega, ambos yacían en la cama, exhaustos pero satisfechos, recuperando el aliento. Ja tomó la mano de Mía entre las suyas y la miró profundamente a los ojos. "Lo siento por ser tan celoso. Solo no puedo soportar la idea de perderte", confesó, su voz cargada de vulnerabilidad. Mía sonrió, acariciando suavemente su rostro. "Siempre seré tuya, Ja. No dejes que los celos nos separen. Lo que tenemos es más fuerte que cualquier inseguridad".
La noche avanzó, y aunque los celos podrían volver a surgir en el futuro, esa experiencia compartida les recordó la fuerza inquebrantable de su amor. En el mundo del baloncesto y en la vida personal, a menudo había desafíos que enfrentar, pero juntos, estaban decididos a superar cualquier obstáculo que se interpusiera en su camino.