El Cuarto de Libra

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La vida de Gabriel Velasco había cambiado bastante desde que se casó con Marcos de Vargas. Al principio, todo parecía como sacado de una telenovela romántica; Marcos era detallista, atento, y había una chispa en su mirada cada vez que veía a Gabriel. Pero ahora, las cosas eran diferentes. Marcos, tan centrado en su trabajo y en sus aspiraciones de convertirse en CEO, apenas le dedicaba tiempo. Gabriel sentía que se había vuelto una sombra en su propia casa, y aunque intentaba no darle importancia, sabía que en el fondo le dolía.

Esa tarde, Gabriel decidió escaparse un rato de su rutina. Con hambre, caminó hacia el McDonald's más cercano, buscando consuelo en un cuarto de libra con queso. Ya con su pedido en mano, empezó a alejarse del mostrador cuando, de repente, chocó de frente con alguien.

—¡Ay, vale, pana! Fíjate por dónde vas, ¿no? —soltó Gabriel, levantando la mirada solo para encontrarse con unos ojos oscuros y profundos que lo miraban con una intensidad desarmante.

El chico que tenía frente a él era claramente un "bandido" de pies a cabeza. Vestía una campera deportiva y llevaba una gorra ladeada. A su lado, Gabriel se sentía como en un choque cultural en medio de un McDonald's.

—Eh, gato, ¿qué te pasa? Mirá por dónde andás, huevón —respondió Geremias, con un tono que rebosaba arrogancia y un dejo porteño imposible de ignorar.

Gabriel frunció el ceño, ofendido por el tono de Geremias, pero antes de que pudiera contestar, el rubio lo tomó firmemente por la cintura, sosteniéndolo para evitar que se cayera.

El aire cambió. En un segundo, la ira de Gabriel se transformó en una mezcla de confusión y algo más que no quería admitir.

—Oye... 'mano... —dijo Gabriel, sorprendido de sentirse seguro entre los brazos de un desconocido.

Geremias sonrió con esa mezcla de picardía y descaro que solo alguien como él podía tener.

—Cuidate, pibe. Que por ahí podés caer en manos de cualquiera. Tanta princesa y no 'tamo en Disney...

Gabriel se quedó sin palabras, apenas sintiendo el cuarto de libra en sus manos. Ese breve contacto lo dejó con una sensación extraña, como si alguien acabara de agitar las aguas de su vida en un instante tan breve como un cruce de miradas.

Huevón - Gabi x Gere Where stories live. Discover now