Gabriel Velasco, más conocido como El Vene, todavía no podía sacar de su cabeza el choque con Geremias en el McDonald's. A pesar de que intentaba convencerse de que solo había sido un encuentro casual, algo en la actitud despreocupada y su aesthetic había dejado una impresión que no podía sacudirse. El recuerdo del chabón sosteniéndolo de la cintura y llamándolo "princesa" lo perseguía en su mente, haciéndolo cuestionarse qué clase de caos emocional acababa de aparecer en su vida.
Mientras caminaba de regreso a su departamento, Gabriel no podía evitar pensar en cómo su vida había cambiado desde que se casó con Marcos. Recordaba los primeros años de su relación, llenos de pasión y promesas, cuando Marcos lo trataba con una mezcla de cariño y firmeza que lo hacía sentir importante. Pero ahora, esa atención había desaparecido casi por completo. Marcos estaba tan absorbido por su trabajo y por impresionar a su jefa, Camila, que apenas lo notaba.
Gabriel suspiró al llegar a su edificio, sintiendo cómo la emoción de su encuentro con Geremias se desvanecía y era reemplazada por la amarga fife realidad. Subió en silencio hasta el apartamento y, al abrir la puerta, se encontró con la misma escena de siempre: Marcos, con la laptop abierta en la mesa, documentos apilados a un lado y su atención totalmente inmersa en la pantalla.
—¿Llegaste tarde otra vez, no? —preguntó Marcos sin siquiera levantar la vista.
—Sí, bueno... pasaron cosas, ¿no? —respondió Gabriel, tratando de disimular su incomodidad.
Marcos solo asintió, murmurando algo sobre una junta importante al día siguiente. Gabriel sintió una mezcla de decepción y rabia crecer dentro de él. ¿En qué momento se habían vuelto dos extraños compartiendo espacio? Antes, una llegada tarde hubiera significado preguntas, un abrazo, incluso una sonrisa, setso desenfrenado. Ahora, era solo un comentario más, indiferente y mecánico.
Gabriel decidió evitar el tema y se fue a la habitación. Mientras se preparaba para dormir, su mente volvió a divagar hacia el recuerdo de Geremias. Había algo en ese chico, en su actitud despreocupada y su aura de "bandido", que lo atraía de una forma que no podía entender del todo. Pero no podía permitirse pensar en eso; tenía que concentrarse en su relación con Marcos, aunque últimamente pareciera ser el único que intentaba salvarla.
Días después, Gabriel volvió al McDonald's, casi como un reflejo. Parte de él esperaba encontrar a Geremias otra vez, aunque no se atrevía a admitirlo. Se sentó con su comida y miró a su alrededor, como si el turro fuera a aparecer de la nada. Y, justo cuando pensaba que era una tontería, ahí estaba: Geremias, con su gorra ladeada y una sonrisa que irradiaba una mezcla de picardía y misterio.
—¿Vos de nuevo? ¿Sos fan de los cuartos de libra o qué? —preguntó Geremias, acercándose a él con confianza.
Gabriel intentó mantener la compostura, aunque su corazón latía más rápido.
—¿Y tú qué, vale? ¿No tienes otros lugares para molestar? De las dos veces que te crucé, no te has pedido nada a este punto Ghandi come mejor que vos, Chamo.—respondió, en un intento de sonar molesto, pero la sonrisa de Geremias le hizo imposible ocultar su interés.
—¿Molestar? ¡Pero si vos sos el que vino a buscarme! —bromeó Geremias, sentándose frente a él sin invitación.
Pasaron los minutos entre conversaciones superficiales y bromas con tono desafiante. Gabriel descubrió que, aunque Geremias era todo lo que él no era —despreocupado, impulsivo, sin ataduras—, se sentía atraído por esa energía caótica. Se sentía vivo, como no lo había hecho en años. Entre risas y miradas furtivas, el turrito le preguntó algo que dejó a Gabriel helado.
—¿Así que estás casado, che? —preguntó Geremias con una expresión de incredulidad. —¿No te aburre esa vida tan de oficina?
Gabriel dudó antes de responder, mirando su cuarto de libra como si de repente fuera lo más interesante del mundo.
—A veces... —admitió, sorprendido por su propia respuesta. —Pero, bueno, es lo que toca, ¿no?
Geremias soltó una carcajada, inclinándose hacia él.
—No sé, gato. A mí me da que vos estás buscando otra cosa —dijo con una sonrisa torcida. —Quizá algo más... divertido.
Gabriel sintió cómo se le aceleraba el pulso. Había una intensidad en la mirada de Geremias, una promesa de aventuras y caos que lo tentaba de una forma peligrosa. Pero antes de que pudiera responder, una figura se acercó a la mesa.
—¡Eh, Gere! ¿Qué hacés, amigo? —interrumpió Lautaro, un tipo bajo y de mirada dura que le lanzó una sonrisa burlona a Gabriel antes de enfocarse en Geremias.
Gabriel sintió cómo sus defensas se levantaban al instante. Algo en la actitud de Lautaro lo incomodaba, y no solo porque había interrumpido el momento. Lautaro miraba a Geremias con una familiaridad que le molestaba, y se inclinó hacia él, sacando algo del bolsillo y entregándoselo discretamente. Geremias le sonrió y aceptó lo que parecía una bolsita pequeña.
—Me agarraste corto, después te pago, Lau —dijo Geremias con una sonrisa, como si fuera algo completamente normal.
La sonrisa de Lautaro se ensanchó mientras lanzaba una mirada desafiante a Gabriel.
—Vos sabés que tenés crédito conmigo, Gere. No te hagás drama —contestó, ignorando por completo a Gabriel.
Cuando Lautaro se marchó, Gabriel se sintió invadido por una mezcla de celos y preocupación. Había algo oscuro en Lautaro, algo que le hacía dudar de sus intenciones con Geremias. Aunque no quería admitirlo, una parte de él ya se sentía protector hacia el Gere, y la idea de verlo envuelto en algo peligroso lo inquietaba profundamente.
—¿Ese pana es tu novio o qué? —preguntó Gabriel, tratando de sonar casual, aunque su tono traicionaba su inquietud.
Geremias soltó una risa corta, negando con la cabeza.
—¿Lautaro? Nah, es solo... un amigo. Un pibe que conoce gente, ¿viste? Nada serio.
Gabriel se quedó en silencio, asimilando las palabras de Geremias. No podía entender por qué sentía una punzada de alivio y celos al mismo tiempo. Estaba claro que su vida estaba a punto de complicarse de formas que no había anticipado.
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Huevón - Gabi x Gere
RomantiekEntre discusiones y momentos de conexión profunda, Gabriel se ve atrapado en una encrucijada emocional: ¿debería mantenerse fiel a un amor que parece cada vez más distante o atreverse a explorar la chispa que ha surgido entre él y Geremias? Huevón e...