ʟᴀ ɢᴀʟᴀ

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ᴍᴀʀɪᴀɴᴀ

Me desperté temprano esa mañana, sintiendo un revuelo en el estómago. Hoy era el día de la gala benéfica, un evento importantísimo donde iba a cantar para apoyar varias fundaciones. Había estado ensayando durante semanas, pero la presión nunca se sentía menos abrumadora. Miré por la ventana; el sol brillaba con ganas, y aunque eso normalmente me llenaría de energía, hoy solo me tenía nerviosa.

Después de un desayuno rápido, me puse un vestido rojo que había elegido con mucho cariño. Quería deslumbrar, no solo por mi música, sino para demostrar que había cambiado y que ya no era la misma niña que conocían. Me miré en el espejo y ajusté mi cabello. "Hoy es tu día, Catalina", me dije. Pero en el fondo, sabía que no solo era una presentación; era una prueba.

-¡Cata, ya es hora! -gritó Juvena, si, la mismísima prima de Richard es mi mejor amiga, gritó desde la sala. La escuché correr por la casa, emocionada como siempre.

Salí a la carrera, tratando de no pensar en lo que me esperaba. Juvena me sonrió con esa energía que siempre me llenaba de ánimo.

-Hoy brillas, amiga. ¡Te ves espectacular! -dijo, dándome un abrazo.

-Gracias, Juve. Solo espero no caerme en el escenario -le respondí con una risa nerviosa.

Cuando llegamos al lugar, el ambiente estaba eléctrico. La sala estaba decorada con luces brillantes, y el murmullo de las conversaciones llenaba el aire. Mientras me preparaba en el backstage, podía escuchar a la multitud animada. Aunque me sentía lista, una inquietud persistía en mi mente.

Finalmente, tomé aire y salí al escenario. La luz me cegó por un momento, pero luego vi las caras sonrientes de mis fans. Todo parecía perfecto, y cuando terminé mi primera canción, el público estalló en aplausos. Pero, de repente, algo cambió.

Mientras caminaba hacia la parte trasera del escenario, mis ojos se encontraron con él. No podía creer que Richard Ríos estuviera allí, entre la multitud, luciendo tan seguro de sí mismo como siempre. De inmediato, el corazón me dio un vuelco, otra vez ese man.

Después de terminar mi actuación, Juvena y yo nos dirigimos a la zona donde se celebraba el evento. La sala estaba llena de caras conocidas y un ambiente de celebración. Justo cuando creí que podría disfrutar de la noche, ahí estaba él, acercándose con esa sonrisa arrogante que siempre solía sacarme de quicio.

-Mira quién decidió aparecer -dijo Richard, con un tono sarcástico que ya conocía muy bien. -La cantante más famosa del país y, por alguna razón, la más antipática.

-¿Y usted qué? ¿Sigue siendo el mismo man creído de siempre? -le respondí, cruzándome de brazos. La tensión entre nosotros se podía cortar con un cuchillo.

-A ver, no me diga que eso le sorprende. Siempre fui así, y mire dónde estoy ahora.

-¿Y eso qué? ¡Sigue siendo un creído! -No podía evitarlo, su actitud arrogante me sacaba de quicio, pero había algo en su presencia que no podía ignorar, estaba que ardía en llamas de la rabia.

-Claro, porque usted no. Todo el mundo la adora, pero no creo que la miren como a un ser humano, más bien como a un trofeo.

Solté una risa, aunque me molestaba. -Eso es lo que piensa de mi, ¿no? Que soy solo una cara bonita. Pero, créame, hay mucho más en mí.

-Lo dudo, y mucho. -dijo él, bajando la mirada con desdén, aunque sus ojos brillaban con un interés oculto.

El aire entre nosotros era denso, lleno de recuerdos y tensión no resuelta. Estaba lista para dejar claro que no iba a permitir que un chico como él me hiciera sentir menos.

𝐑𝐞𝐧𝐜𝐨𝐫 𝐞𝐧 𝐣𝐮𝐞𝐠𝐨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora