El drama del más allá

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En el más allá, donde los ecos del pasado se entrelazan con las risas de los que han partido, Gol D. Roger observaba desde su pequeño rincón etéreo, algo molesto. La escena era clara: su hijo, Portgas D. Ace, estaba de pie en un barco, en medio de una conversación con el hombre que solía ser surival y enemigo, Edward Newgate, más conocido como Barbablanca. Lo que más frustraba a Roger era que Ace, con su voz firme y decidida, se refería a Barbablanca como "padre".

—¡No puede ser! —. Gritó Roger, haciendo que el aire a su alrededor vibrara con su frustración. ¿Desde cuándo mi hijo le llama padre a ese viejo?

Su esposa, Portgas D. Rouge, se le apareció a un lado, con una mirada que combinaba la exasperación con el cariño que aún sentía por él. —Roger, cálmate. No puedes enojarte porque Ace esté buscando una figura paternal. Además, ¡tú te fuiste! —. Dijo Rouge con un tono reprochador. —Si no hubieras ido a entregarte, ¡no tendríamos esta conversación!—.

Roger frunció el ceño y cruzó los brazos, como un haciendo pucheros. —Pero es que... —comenzó a quejarse, pero se detuvo al ver la mirada de su esposa. —Está bien, está bien, no debería quejarme. Pero, ¡no puedo soportar ver cómo ese Bastardo del bigote de platan ome roba a mi hijo! ¿Cómo es posible que el bastardo de Newgate se lo haya ganado? ¡Yo era su padre!—.

Rouge se acercó y le dio un pequeño golpe en el brazo, intentando contener una sonrisa ante la pataleta de su esposo. —Quizás deberías haber estado presente. Ahora, míralo,  lo que hace es despreciarte y abrazar a Newgate . ¿Cómo te sientes al respecto?—.  dijo con un tono burlón

—Me siento como si me hubieran robado! Se supone que Garp cuidaría a mi hijo, no que lo dejara escapar a los malditos brazos de Newgate.— . Gritó Roger, incapaz de contener su frustración 

Rouge se llevó la mano a la frente, tratando de contener una risa que se asomaba en su rostro. —Así que ahora le echas la culpa a Garp, ¿eh?  ¿Sabes que él también está lidiando con un montón de problemas? Su nieto se está volviendo famoso y tú solo estás aquí, quejándote de que Barbablanca se lleva el crédito.

Roger hizo una mueca, mirando hacia el mar donde Ace y Barbablanca intercambiaban palabras. Desde la distancia, parecía que Barbablanca estaba llenando el vacío que él había dejado. —¡Es que no es justo!—. ¡Él es mi hijo! ¡Yo le di la vida! Debería estar feliz de llamarse mi hijo no el de ese viejo bigote de platano...—   exclamó Roger, haciendo un gesto dramático

Rouge suspiró y, con una sonrisa cómplice, se acercó a su esposo. —Amor, tal vez deberías considerar la posibilidad de que Ace tiene sus propias razones para admirar a Newgate. No se trata solo de ti  Después de todo, él fue el que se convirtió es su figura paterna mientras tú no estabas.—dijo ella, apoyando una mano sobre su hombro

Roger hizo una mueca y luego se cruzó de brazos. —No, no, no. ¡Esto no puede seguir así! —dijo, mientras empezaba a dar vueltas en un arranque de frustración—. ¿Qué tal si me aparezco ante él y le digo lo que pienso? ¡Le voy a dar un discurso sobre la importancia de reconocer a su verdadero padre!

Rouge se rió a carcajadas, disfrutando de la escena. —¡Esa es la idea más ridícula que he oído, de verdad crees que aparecerte en el mundo de los vivos le va a hacer cambiar de opinión? Solo lo asustarías más!

Roger se detuvo en seco, con los ojos abiertos en una mezcla de sorpresa y decepción. —¿Así que lo que tengo que hacer es ser un buen padre desde el más allá?  . ¡Eso no es justo!—murmuró

Con cada palabra de Rouge, Roger se sentía más atrapado en su frustración. Pero, tras un momento de reflexión, se dio cuenta de que quizás estaba siendo un poco egoísta. —Tal vez... —comenzó, mientras miraba de nuevo hacia Ace y Barbablanca—. Tal vez debería dejar que Ace encuentre su propio camino. Pero eso no significa que no pueda recordarle quién es su verdadero padre.

Rouge sonrió, aliviada al ver que su esposo comenzaba a aceptar la realidad. —Eso es lo que haría un buen padre, Roger. Así que, en lugar de hacer una escena, ¿por qué no lo guías desde aquí? —. Solo asegúrate de no ser demasiado duro con él.

Roger asintió, sintiendo un cambio en su perspectiva. Quizás no necesitaba hacer una escena, pero definitivamente iba a recordar a su hijo lo importante que era su legado. —Está bien, haré lo que pueda.—. Pero primero... ¡maldita sea, Garp! ¡Tú deberías haberlo protegido mejor!

Rouge se rió mientras Roger seguía refunfuñando, pero había una chispa de esperanza en sus ojos. Quizás, solo quizás, había una forma de que su familia se reuniera una vez más, incluso si era solo en espíritu.

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