Papelera de reciclaje

Sabo vs. Akainu(descartado)

En medio de un terreno desolado y ennegrecido por el calor, Akainu y Sabo se enfrentaban en un choque brutal, sin palabras, en el que ambos estaban preparados para darlo todo. La tensión vibraba en el aire; la tierra misma parecía consciente de la magnitud de aquella batalla. Sabo, de pie frente a Akainu, concentraba su voluntad en su puño, sus ojos llenos de determinación y su cuerpo endurecido por el Haki de Armadura. 

Akainu, inmutable, mantenía una postura imponente, su cuerpo irradiando una intensidad ardiente que amenazaba con reducir todo a cenizas.

Sabo fue el primero en moverse. Se lanzó hacia Akainu con una velocidad vertiginosa, envuelto en el Haki de Observación, que le permitía anticipar cada mínimo movimiento de su adversario. Sus puños volaron con precisión quirúrgica, buscando los puntos débiles de Akainu. 

Sin embargo, el almirante estaba listo; rodeado por su propio Haki de Observación, esquivó cada golpe de Sabo con movimientos calculados y fríos, como si ya hubiera previsto cada ataque.

La distancia entre ambos se redujo rápidamente, y Akainu, en un destello, lanzó un puño envuelto en magma ardiente. El aire se llenó de un calor sofocante mientras su Haki de Armadura aumentaba la ferocidad de su ataque, intentando penetrar la defensa de Sabo. El joven revolucionario reaccionó en fracciones de segundo, canalizando su propio Haki de Armadura hacia su brazo y bloqueando el impacto con una fuerza descomunal. 

El choque resonó como una explosión sorda, y ambos fueron empujados hacia atrás por la potencia del enfrentamiento. Sin perder tiempo, Sabo volvió a la carga, adaptando su estilo de combate para aprovechar la movilidad que le otorgaba su Haki de Observación. Evadía los ataques de Akainu en movimientos fluidos, aprovechando la menor apertura para asestar golpes rápidos que trataban de desgastar al almirante. 

En respuesta, Akainu usaba el Haki del Rey para imponer su voluntad en el campo de batalla, creando una presión que ralentizaba los movimientos de Sabo y erosionaba su resistencia mental.

El suelo comenzó a agrietarse y burbujear, calcinado por el intenso calor que Akainu liberaba con cada paso. La tierra se tornaba líquida bajo sus pies, volviéndose una trampa ardiente que limitaba las opciones de Sabo. 

Pero Sabo no vacilaba; su Haki del Rey era igualmente imponente, resistiendo la presencia abrumadora de Akainu con su propia voluntad indomable. Ambos eran titanes en ese terreno abrasador, sus fuerzas chocando sin tregua. Sabo, aprovechando un instante en que Akainu bajó la guardia para preparar su próximo ataque, lanzó un golpe potenciado con Haki de Armadura avanzado directamente al torso de Akainu. El impacto fue brutal, obligando al almirante a retroceder. Sin embargo, Akainu no se dejó intimidar; endureció su cuerpo con Haki y respondió con una andanada de puños de magma, cada uno lo suficientemente potente como para fundir acero.

Sabo esquivaba con agilidad, sus movimientos rápidos y calculados, pero las explosiones cercanas lo hicieron tambalearse, sintiendo la quemadura del calor incluso sin recibir el golpe directo. Fue en ese instante que Akainu lanzó su ataque definitivo, una enorme ola de magma que avanzaba como una marejada imparable. 

El terreno se iluminó con un resplandor incandescente mientras el magma devoraba todo a su paso. Sabo, consciente del poder destructivo de ese ataque, no se dejó intimidar. Con Haki de Observación, detectó una pequeña abertura y se lanzó hacia ella, concentrando toda su energía en un único golpe. El puño de Sabo, envuelto en un aura oscura por el Haki de Armadura avanzado, golpeó el pecho de Akainu con una fuerza devastadora, en un esfuerzo final para derribar al almirante.

El impacto sacudió el terreno, enviando ondas de choque que se sintieron a kilómetros. Ambos combatientes quedaron inmóviles por un instante, cada uno luchando contra el agotamiento.